‘Me too’, yo también estoy por la igualdad de género. Considero el machismo una de las peores lacras de la sociedad y animo a combatirlo de cualquier manera.
Por estas fechas el cine otorga sus premios, Globos de Oro, Goyas, Baftas, los Oscar, etc., y en sus ceremonias de entrega se manifiesta el rechazo al abuso sexista al que muchas mujeres se han visto sometidas para poder abrirse un hueco y prosperar en el séptimo arte. La mayoría de ellas acuden a esos actos vestidas de largo y con falda, pero de negro como forma de protesta. Ellos, desde siempre y, por obligación, con esmoquin. Es obvio el gusto por uniformar a los hombres.
Las caras visibles del movimiento #MeToo (yo también) han prosperado en este mundo del cine. Se hacen oír pero nunca hablan de las que no llegaron a ninguna parte en el negocio por resistirse a los abusos. Fueron sus compañeras aunque ahora se dedican a cualquier otra cosa, no son conocidas y no interesan a nadie. Pasa que el movimiento me too es mucho más elitista que feminista.
A los impulsores de #MeToo no preocupa el abuso o la presión sexual sobre las mujeres. Preocupa y ofende la presión sexual sobre las ricas y famosas
El abuso del poderoso sobre la indefensa no ofende a nadie, es cuestión de clases, es clasismo. A quién le preocupa una pobre desconocida que nunca ha paseado por una alfombra roja. No llega ni a víctima, porque para serlo en ese mundo hay que vestir de alta costura y lucir joyas, tiene que ser famosa. Hay otras profesionales en el cine que no son actrices ilustres. Esas mujeres de #Me Too no están defendiendo a su género, defienden su estatus.
La historia y la vida cotidiana necesitan heroínas. El cine tiene superhéroes, en este caso es La Mujer Invisible. La Mujer Invisible no tiene capa, tiene capacidad. La Mujer Invisible no tiene superpoderes pero hace lo que puede. No se la ve porque no se la quiere ver, ese es el drama. Son las estrellas brillantes las que atraen hacia sí las miradas.
Se omite concienzudamente que los que abusan de ellas lo hacen por ser poderosos más que por ser hombres. Desde la alfombra roja no se puede hablar de igualdad. Vistiendo esmoquin por imposición no se puede hablar de rebeldía ni de libertad.
El movimiento feminista tiene toda la razón de ser, es tan justa su causa que es difícil no adherirse a él. Pero la igualdad de género contiene en su término el concepto que más odian las pasarela del cine y de la moda: igualdad entre las personas.
Lo que tiene el glamour que tanto abuso consiente es la distinción, la aparente superioridad de unos y unas sobre otros y otras.
- Ilustración:Philippe Shangti
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