El corrido mexicano tiene su vertiente mesoamericana, fundamentalmente, la que procede de la cultura nahua.
Origen mesoamericano
Actualmente, en regiones del centro y sur de México, grupos indígenas conservan en su lengua extensos cantos históricos que se transmiten de generación en generación. El ejemplo más cercano es el de los mexicas, entre los que estaba muy arraigada la música y el canto. También se les enseñaba la tradición histórica y religiosa, narrando sus conquistas y preservando sus cantos. El corrido mexicano es herencia de aquellos, en donde también se daba cuenta de hechos fijados en una temporalidad.
En la canción prehispánica sobreviven cantos de Tlatecátzin, Netzahualcóyotl, Cuacuátzin, Tochihuitzin, Ayocuan, Xicoténcatl, Nezahualpilli, Totocuihuátzin. Los purépechas, los coras, los huicholes, los mayos, los nahuas y los mayas, fueron prolíficos en cantos. Se narraban hechos gloriosos de sus pueblos, de sus guerreros y de sus hombres destacados.
Antes de que el romance de Castilla llegara a México, las sociedades indígenas poseían melodías que informaban sobre acontecimientos de importancia social
En el caso particular de los mayas, existen testimonios del uso de instrumentos prehispánicos en códices, en pintura mural (Bonampak), en la cerámica y en las estelas. Los frailes y cronistas: Sahún, Landa, Motolinía, Durán, Torquemada y Gómara, destacaron la importancia de la música para los pueblos indígenas de México. Por ejemplo, Nezahualcóyotl [gobernante texcocano], fue músico y poeta; cultivaba la composición siendo responsable de preservar en sus melodías la historia de su pueblo, con sus glorias, sus leyendas y sus mitos. Veneraban a Xochipilli como la diosa de la música, la danza y la poesía.
La Conquista trajo consigo un intercambio cultural mutuo, no sólo del español al indígena, sino viceversa. El español se modificó al contacto con las lenguas nativas, adquirió nuevos sonidos y gusto por la música mesoamericana. La abundancia del léxico lo caracterizó como una lengua distinta a la peninsular. Los indígenas se integraron a las prácticas religiosas que impusieron los conquistadores católicos, gracias al teatro, la danza y el canto. Fue un intercambio cultural, no sólo un traslape de lo español al continente americano.
Los mesoamericanos dieron su propia interpretación de lo acaecido, como lo demuestra La Ruina de México Tlatelolco:
En los caminos yacen dardos rotos;
los caballos están esparcidos
destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
(Antonio, Avitia Hernández, Corrido Histórico Mexicano, Porrúa, México, Tomo II, 1997, p.9).
Los conglomerados mesoamericanos ya tenían una literatura desarrollada, no fueron receptores pasivos de las culturas europeas. Fueron ellos, los conquistadores, quienes primero tuvieron la necesidad de aprender el idioma, además de usar las construcciones y los caminos mesoamericanos.
Fueron las culturas prehispánicas las que primero influyeron en los conquistadores y no a la inversa.
Se ha propuesto que la Conquista no fue obra de los españoles, sino de los pueblos mesoamericanos enemigos de los aztecas, quienes conocían los caminos, los atajos, la estrategia militar y, por ende, los puntos vulnerables de la defensa de Tenochtitlán
A la llegada de los españoles, los pueblos indígenas tenían literatura, religión y épica; eran sociedades guerreras que encontraban en la muerte el inicio de una nueva vida. Los mesoamericanos cantaban las hazañas de sus héroes, exaltaban las virtudes de los ciudadanos y transmitían una enseñanza para la vida.
Origen español
Es un hecho innegable que el corrido mexicano tiene raíz en el romance castellano y que éste, a su vez, se desarrolló a partir del cantar de ciegos. El cantar de ciegos se basaba en versos rimados para ser cantados por intérpretes invidentes en plazas públicas, para luego venderse en hojas sueltas, factor que lo dotó de vigencia y popularidad.
Pero más importante nos parece la relación que existe entre el corrido y el cantar de gesta, puesto que éste narraba hechos y hazañas de personajes históricos, legendarios y tradicionales. Nuestro corrido retoma el sentido verídico que caracterizó al cantar de gesta.
En el siglo VIII, hombres y mujeres cantaban “grandes hazañas” en calles, plazuelas y castillos. Éstas fueron interpretadas por los juglares y les llamaron cantares de gesta; se transmitían en forma oral de generación en generación. Se exaltaba la guerra, se destacaba la valentía, la hombría, la fidelidad y la amistad. Se constituye así, como medio de difusión de contenidos de interés nacional con carácter popular, igual que el corrido.
El pueblo español cultivó el cantar de gesta como una forma de expresión que, a través de los juglares, se difundió por caminos y aldeas.
El cantar de gesta surgió por la lucha de clases entre siervos y señores, en una sociedad con marcadas desigualdades, semejante a la nuestra [el narcocorrido mexicano tiene que ver con la desigualdad y con la pobreza]
Posteriormente saltó a los castillos donde se compusieron nuevas letras para regalo de señores. Perdió importancia a finales del siglo XIV, con el decaimiento del régimen feudal y el surgimiento de la burguesía; entonces apareció el romance castellano en los inicios del siglo XVI, proponiendo a héroes ricos, valientes, admirables, fuertes, poderosos, avasalladores y nobles.
Origen árabe
España fue dominada por los visigodos, por los romanos y por los musulmanes [árabes y bereberes] quienes la conquistaron en el 713. Las conquistas llevaron religiosidad, belicosidad y una cultura que durante siglos fue considerada la más destacada del occidente europeo, irradiando literatura, ciencia, arte y música.
La cultura árabe tuvo gran importancia en la conformación actual de la lengua castellana; esto lo podemos corroborar en terminología como alférez, berenjena, acequia, azulejo, azotea y tabique. Los españoles tienen mucho de árabes.
La pugna entre moros y cristianos ocupa, enteramente, la historia peninsular hasta mediados del siglo XIII. Córdoba fue reconquistada en 1236, Valencia en 1238 y Sevilla en 1248. La reconquista se arrastró durante los siglos XIII, XIV y XV, hasta que Fernando e Isabel unificaron la Península, lanzando al pueblo español a la invención de América. Los moros no se fueron por completo de España en 1492, permanecieron los moriscos como súbditos del rey. Tan moros eran que el rey Felipe III decidió expulsarlos en el año 1609. Aún después de esta resolución cientos permanecieron en Murcia, Valencia y Aragón.
Cuando se compuso el cantar, las Cruzadas de oriente ya habían comenzado y los musulmanes cantaban su historia. Antes que los españoles, los palestinos cultivaron la épica
La literatura árabe era prominente en ideas y expresaba vivencias del sentir más hondo en un vocabulario amplio. En la realidad mexicana, tanto los franciscanos como los agustinos se valieron de la danza sincretizada de moros y cristianos; moros y soldados [semejante a las prehispánicas] para cristianizar a los nativos de la Nueva España.
Origen africano
Cuando Hernán Cortés llegó a Mesoamérica traía hombres de raza negra. En 1529 desembarcó el primer cargamento de esclavos en Veracruz, a quienes se les asignó el trabajo de las haciendas y de las minas en Nueva España.
Estos esclavos pertenecían a las culturas sudanesa, dahomeyana, guineo-sudanesa islamizada y bantú, con sus correspondientes y numerosas subdivisiones. Senegal, Costa de Marfil, Dahomey, Angola, Mozambique, Cabo Verde, Nigeria y Sudán, fueron los principales territorios de donde procedían los pobladores africanos que llegaron a lo que hoy es México.
La influencia de los negros traídos como esclavos a la Nueva España fue fundamental en la formación y desarrollo de la música mexicana, sobre todo a partir del siglo XVIII. África se constituyó como el principal ascendente rítmico de las músicas mexicanas.
Los negros se convirtieron en personajes teatrales, protagonistas de villancicos religiosos y contribuyeron en la creación de músicas populares como el son jarocho, la música de tierra caliente y las marimbas de Campeche. Los xilófonos como la marimba, los triángulos, las matracas, las campanas, los tambores de madera, los raspadores, las sonajas, los cascabeles, los silbatos, las ocarinas y las flautas, son de origen africano.
Para finales del siglo XVIII, se acrecentó la prohibición de creencias, ritos, lenguas, indumentaria, baile y música de negros, considerados como salvajes, incultos, deshonestos: un atentado contra la razón, la religión católica y las buenas costumbres
La verdad sea dicha, los negros representaban un peligro para la estabilidad política de la Nueva España, de ahí la represión que sufrieron. Fue tanta, que hasta la misma Sor Juana Inés de la Cruz fue obligada por el Santo Oficio Negro, a poner en venta las glosas, décimas, música e instrumentos de su autoría y propiedad.
De acuerdo con la investigadora mexicana, Yolanda Moreno Rivas, hasta en los templos católicos se presentaron sucesos consignados por los sacerdotes, por ejemplo, una ocasión mientras se oficiaba misa, “el organista atacó con estruendo, en plena elevación, el Son de Pan de Manteca”.
En 1779, el Virrey Bucareli sentenció a seis meses de cárcel a los músicos que tocaran en las escuelas de danza en donde se aprendían ritmos de negros, hasta que, en 1800, el Virrey Marquina prohibió definitivamente la asistencia a dichas escuelas. Para 1802, el mismo Virrey, por medio del Tribunal de la Real Sala del Crimen, prohibió el licencioso Jarabe Gatuno, declarando que los transgresores sufrirían “pena de vergüenza pública y dos años de prisión”.
Entre la música americana con raíces africanas encontramos: bambucos, cifras, guajiras, huapangos, pasajes, porros, zambas, yaravíes. La rumba, la huaracha, la bamba, el merengue, el vallenato, zamba y la amplia familia de los sones. El mambo, el cha cha cha, la valona, la marinera, jarabes, habaneras, el saranguandino, el sacamandú, la cosecha, mambrú, pan de manteca, jazz, blues, la maturranga, la bomba y la plena puertorriqueña. Charanga, el chuchumbé, el candombe, reggae, cumbia, zamacueca, bossa nova y bolero.
Muchos de los africanismos usados en Nueva España se relacionaban con el baile, con la fiesta y con el canto, por ejemplo: gurumbé, gugurumbé, cucurembé y cucumbé. Tumba significa alboroto, lo que quiere decir que parte del carácter festivo de los mexicanos tiene raíces en África. Los sufijos inga, nga, ingo, ango, onga, anga y ongo, son de origen bantú. Otras palabras de origen africano son: chilango, chinga, chingar, chingo, fandango, mandingo, tanga, tinga, tango, guamuchilón, guachinango, ñonga, chongo, moronga, fodonga, jorongo, gringo, guanga, fonda, toga, chango, fritanga, sandunga, changarro, panga, huateque, Guasave, carnales, chango y zangarro.
El corrido revolucionario
Los primeros corridos que se compusieron en suelo mexicano narraron sucesos relacionados con la Conquista española y la caída del Imperio Azteca. Lo trovado involucraba una realidad distinta a la europea, además de incluir a los indígenas y a los negros, no sólo a los españoles.
Un corrido que data del 14 de diciembre de 1761, y que cuenta la sublevación de un indígena maya contra la Corona Española, es el de Jacinto Uc de los Santos Can-Ek, que a la letra dice:
Me llevaron al campo
a quemarme con rigor
para que todos se enmienden
sí intentasen lo que yo.
(Avitia Hernández, Antonio, Corrido histórico mexicano, México, Porrúa, Tomo I, 1997, p. 6).
Los corridos novohispanos son narraciones con un sentido profundo de protesta, resistencia y denuncia. Poseen rasgos de carácter propio, ajenos a la Península Ibérica, lo que le da un sentido y una función distinta
En 1880, se cantó un corrido alusivo a los movimientos armados que buscaban la Independencia de México. El suceso tuvo lugar en la Parroquia de Dolores Hidalgo, Guanajuato. Durante la Invasión Norteamericana [1846-1848], la Guerra de Reforma [1857-1860] y la Intervención francesa [1862-1867] también se trovaron corridos. Miguel Hidalgo era aficionado a las carnitas, al mezcal y a los corridos.
Antes de la Revolución Mexicana de 1910, surgieron corridos como el de Rosita Alvírez, Chucho el roto, Heraclio Bernal, La Martina y La cárcel de Cananea. El corrido no nació con la Revolución Mexicana de 1910: ahí afianzó su función social.
El camino se fue preparando para que, a partir de 1910, gozara su etapa más prolífica. Durante la Independencia, fue relator de batallas en distintas regiones, impactando la memoria colectiva y transmitiendo el sentir popular. Plasmó la contrahistoria del movimiento, adquirió voz propia e identidad nacional.
La Revolución Mexicana se valió de el corrido para cantar a sus héroes. Se manifestaron letristas anónimos que contagiaban a los soldados de esperanzas e ideales
Su principal característica consistió en escribir para el pueblo [quien difundió lo acontecido en las batallas] además de proporcionar unidad y cohesión entre los mexicanos. El corrido es un cohesionador social.
El corrido circulaba en hoja volante, pasquines y tabloides. Los responsables de hacerlo eran conocidos como cantadores en el norte y como publicistas en el sur. Se arraigó en México durante la Revolución porque el bajo nivel educativo, por las diferencias sociales y por la injusticia social que padecían los mexicanos.
Los soldados y el campesinado lo difundieron por todo el territorio como una visión crítica de los hechos acaecidos [el corrido es contrahistoria]. Hizo su aparición en el momento en que el pueblo mexicano lo necesitó como un medio de expresión independiente.
A partir de 1929, el Partido Nacional Revolucionario [PNR], incorporó al corrido mexicano como una herramienta de adulación a sus caudillos y jefes máximos de la Revolución.
Y fue el Partido Revolucionario Institucional [PRI] -el antiguo PNR-, quien comenzó, posteriormente, una ofensiva en contra del corrido mexicano [la prohibición del narcocorrido es parte de este proceso histórico].
El corrido mexicano ha sido una forma de protesta, resistencia y denuncia.
- Ilustración: Especial