Rabiosamente contemporáneo, el artista de origen holandés, Jan Hendrix, ofrece una retrospectiva de su trabajo compuesta por alrededor de 50 piezas y un políptico con 3 mil litografías
Jan Hendrix tiene una exposición imponente en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato (MAHG). Es la mejor muestra de la región en lo que va del año y la mala noticia es que se va pronto, en septiembre.
Tierra firme, realizada en colaboración con el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, es una provocación, arriesgado travelling, suerte de montaje multidisciplinar donde el holandés radicado en México desde finales de la década de los setenta, pone todos sus dados en un viaje sublime, intenso, con el ánimo del arqueólogo que busca sin descanso hasta encontrar lo primigenio.
Como pocos, a la par de Francisco Toledo o Vicente Rojo, cada uno en sus búsquedas, Hendrix elevó la gráfica a un objeto de nicho, de culto
“La gráfica y el grabado ya pasaron de ser la puta de las artes”, dice con una risa estentórea mientras que, junto con Cuauhtémoc Medina, el curador responsable de la muestra, charlamos aposentados en la mesa donde están dispuestos algunos de los libros de artista, poesía y catálogos que hizo y hablan de y sobre el autor.
A sus 73 años bien puestos, este hombre que en 2012 recibió la Orden Mexicana del Águila Azteca, máxima distinción que otorga el gobierno mexicano, luce una vitalidad envidiable.
Su curiosidad artística, imparable, lo llevó a convivir con lo más granado del arte nacional de los últimos 50 años entre pintores, arquitectos, escritores, cineastas, escenógrafos, una pasarela digna de guion peliculesco.
Dibujos, fotografías, serigrafías, grabados, esculturas, fachadas, tapices y libros, ufff, todo se encuentra aquí, como un exquisito gabinete de curiosidades que, sin un orden cronológico, pero sí una fuerza demoledora, deja al paseante en un shock estético.
Hendrix experimenta con la luz, el paisaje, toca las aristas, las fronteras de las disciplinas artísticas y las vuelve pura energía
“La postal es como una prueba de experiencia, de presencia…la foto como evidencia criminal, como legalizar mi estancia en Roma o México”, explica.
Hablamos de su relación con la luz, la naturaleza, las hojas, los ocasos, su particular relación con la poesía del Nobel Seamus Heaney, con quien urdió el libro de artista La luz de las hojas y les puso serigrafías a esos nueve poemas.
“Si hay un poeta que se adentra en la tierra es él, hace referencia a su padre, donde nació, la tierra misma, es inspirador para mí… De ahí viene mi conexión en los tres casos (libros) de conexiones con Heaney, es un campo de trabajo como lo trataría un arqueólogo, es mi campo de trabajo”.
Y si de escritores de grandes ligas se trata, también colaboró con Gabriel García Márquez en sus memorias Vivir para contarla, una edición de 250 ejemplares numerados y firmador por el autor.
El cine en algún momento fue materia de ocupación del artista, pero lo dejó, lo mismo que la colaboración con escenografías para la Compañía Nacional de Teatro a principios de los ochenta
“No pasaba nada, fatal (con el cine). Aborrezco lo que hice en cine, quizá un historiador estaría interesado.
“De escenografía yo hice dos para la compañía de México y fue por invitación de Alejandro Luna y me dijo: no te preocupes, solo harás dos porque es un montón de trabajo (…) incluso me quedaba frustrado y estaba dudando de la capacidad de los actores a tal grado”.
José Chávez Morado fue el primer artista que Jan Hendrix conoció en México, quien lo invitó a crear un taller de serigrafía en la Alhóndiga de Granaditas.
“Fue el primer comunista burgués que conozco y el primer muralista, su mujer (Olga Costa) fue una muy buena pintora (…)
“En ese entonces había un boom de artistas muy capaces como Toledo, Vicente Rojo, Gunther Gerzso; a muchos les interesaba la gráfica, pero por ejemplo Toledo no quería saber de serigrafía sino solo de grabado.
“Yo al principio monté un taller de gráfica y sobreviví imprimiendo para los demás, tuve una lección maravillosa de lo que no tenía que hacer yo. Cuando aprendí qué no tenía que hacer, dejé de imprimir para los demás”, las carcajadas de los tres son inevitables.
A la par de sus exposiciones individuales en buena parte de Europa y artista socorrido internacionalmente, Hendrix se ha enrolado en proyectos de espacio público y en sitios privados con arquitectos como Teodoro González de León, Legorreta + Legorreta, Ten Arquitectos y otros
Cuauhtémoc Medina ubica la obra de Jan como una de las más propositivas y vigentes del arte contemporáneo, cuya resonancia es innegable.
“El trabajo de Hendrix tuvo la particularidad de crecer como planta trepadora en un desierto (…) Pasó a convertirse en un fetiche enorme del artista contemporáneo, de pronto está encajando en un discurso artístico que se siente totalmente en el día de hoy.
“Sucede que (al principio) se toma un camino necio y que emigró a un lugar equivocado, eso lo ha colocado en una posición específica y es muy notable tener una artista que estuvo empujando un medio (la serigrafía) con la ventaja y desventaja de no tener competidores”, afirma Medina.
Tierra firme, como toda gran retrospectiva, está estructurada en cinco núcleos: Postales entre continentes, La rama dorada, Dibujando la distancia, Paraíso perdido y Aeneid book IV.
Artista y curador tendrán una charla el próximo 28 de julio en el vestíbulo superior del MAHG como parte del programa público de actividades.
- Foto: Jaime Navarro