“Les mostraremos a los usuarios

toda la mierda posible”.

(De un diálogo en Mountainhead)

En la película El Gran dictador (1940) podemos observar una de las escenas más icónicas del cine mundial: el mítico director Charles Chaplin personifica y parodia a Adolf Hitler. En dicha imagen, el dictador planea junto a unos de sus subordinados la conquista del mundo entero. Inflado de poder, le pide al subalterno que lo deje solo. Ya en la soledad de su amplia oficina y lleno de ambición, comienza a jugar con un globo terráqueo como tal lo haría un niño, lanzándolo hacia arriba, baila con él, lo acaricia, lo mira embelesado imaginándose dueño absoluto del planeta en un ejercicio lúdico de comedia negra y avaricia territorial irrefrenable.

De todos es sabido el final de las ambiciones hitlerianas y sus ansias de dominio y el deseo pueril de que personajes de tal calaña no debieran volver a ocurrir en el devenir de la humanidad, el nunca más como expresión de batalla de la paz y, sin embargo, puramente ficcional como la historia moderna nos ha mostrado una y otra vez.

Pero la historia es burlona y repetitiva y hoy le avisa al mundo el avance de gobiernos de ultraderecha encabezados por políticos mesiánicos, populistas que aprovechan las bondades de la imperfecta democracia para encumbrar la xenofobia, la misoginia, el racismo, las ansias de expansión y la fractura del Estado en nombre de la economía y el libre mercado.

El aderezo y la paradoja de tales personajes de la política actual, es que por arriba y cómplices de ellos se regodean los brogammers, los Tecno Bros, los tecnócratas, los plutócratas tecnológicos. Ya no es Hitler, Stalin, Mussolini o Franco, los nuevos amos del mundo son los dueños de la inteligencia artificial, de la digitalización, la robotización, los visionarios del futuro de la humanidad y el deseo de la inmortalidad y la colonización del espacio, hipermillonarios inconmensurables de infinitas ganancias económicas…. Los dueños de Silicon Valley.

Jesse Armstrong es el director de la exitosa serie Succession (2018) y ahora repite el canon de personajes encumbrados en la pirámide económica y su grotesco poder de exhibicionismo con Mountainhead (2025), una parodia visceral de cuatro tecnócratas reunidos en una lujosa cabaña en alguna montaña nevada de los Estados Unidos

Jeff (Ramy Youssef) Ven (Cory Michael Smith), Souper Van Yalk (Jason Schwartzman) y el más veterano de todos, Randall (gran Steve Carell) convergen en dicha reunión en la cumbre (literalmente) cuando empiezan a suceder estallidos sociales en todo el planeta provocados por las fake news y la infodemia generada por la aplicación Traam que pertenece a Ven.

Y si bien es una comedia negra, la incomodidad que alienta la obra de Armstrong es que la inmundicia moral de los cuatro multimillonarios es completamente verificable en la vida real. Mientras el mundo se cae a pedazos con los disturbios sociales, Randall, Ven, Souper y Jeff, beben, comen, hacen bromas tecnológicas y planean repartirse el mundo haciendo pesca del río revuelto ante el desorden mundial que acontece.

Es una alusión directa al Gran dictador de Charles Chaplin. En Mountainhead (así se llama la cabaña), no hay globo terráqueo, en ese lugar el planeta está en la palma de la mano, a un click de distancia, pero igual que el autócrata de Chaplin, los cuatro fantásticos se divierten obscenos buscando la ganancia haciendo leña del árbol-mundo caído.

Los cuatro plutócratas planean el futuro económico, social y político del planeta. Nada les resulta ajeno, salvo la moral y la ética. Para mostrarse a sí mismos toda su omnipresencia y omnipotencia económica, hay una escena que describe de buena manera su poderío mundial: salen a esquiar y luego, al borde de un nevado precipicio, uno de ellos marca en los pechos de cada quien la cifra hiperbólica de su fortuna total al tiempo que gritan en la inmensidad de la montaña sus deseos de expansión y avaricia infinita. Tal secuencia escatológica es para guardarse en la memoria cinematográfica de todos los tiempos.

Armstrong no tiene empacho en mostrar lo grotesco de sus personajes, dicha expresión la Real Academia Española de la lengua la define como algo grosero y de mal gusto y tal concepto lo representan a cabalidad Randall, Souper, Ven y Jeff

El extraordinario escritor mexicano, Juan Villoro, en su ensayo más reciente, No soy un robot. La lectura y la sociedad digital (Anagrama. 2024), nos recuerda una estampa para la colección del bestiario tecnológico protagonizado por Elon Musk y Mark Zuckerberg, el primero, dueño de Tesla y la red social X y el segundo, poseedor de Meta y Threads, se retaron en 2023 a duelo en una jaula. Escribe Villoro:

El duelo anunciado por Zuckerberg y Musk no obedecía a su consideración humanitaria, sino a exaltar la singularidad. Después de usufructuar recursos digitales, los magnates apelaron a un insólito recurso publicitario: demostrar que su celebridad no sólo se sustenta en sus millones, sino en los trabajos del sudor y la sangre”.

Pero como Musk quiere en el futuro vivir en Marte y llevarse a quien pueda pagar tal lujo, el dueño de Amazon, Jeff Bezos, no se quiere quedar atrás y tiene su propia empresa aeronáutica, Blue Origin y ante tal demostración de bienes, Villoro asesta despectiva expresión a ambos plutócratas: “sin consultar al Dr. Freud, podemos comparar la lucha de cohetes con la envidia del pene.

Si alguien asiste a apreciar la película de Jesse Armstrong quizá le parezca inverosímil lo que va a observar, pero estos dos dibujos tragicómicos descritos por Villoro le harán entender que una vez más, hemos de acudir al lugar común, pero nunca tan pertinente: la realidad alcanza y rebasa a la ficción.

Armstrong no busca con Mountainhead crear ninguna obra maestra cinematográfica, pero logra a partir de la parodia, generar una inquietud y un desasosiego permanente en los espectadores para que, si no están enterados, sepan que los Tecno Bros son hoy los nuevos amos del mundo y si hace falta otra escena de la realidad

Recordemos que el pasado 20 de enero, durante la toma de posesión del segundo mandato de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, en primera fila y antes que su gabinete, estaban orondos los citados Zuckerberg, Musk y Bezos, el CEO de Google, Sundar Pichai y el CEO de Apple, Tim Cook… ¿Dudas?

20 de febrero de 1933

En el lejano 1933, una reunión secreta entre Adolf Hitler y 24 empresarios alemanes sentó las bases para el inicio del régimen nazi. Dichos empresarios donaron a la causa enormes cantidades de dinero para ver germinar el inicio de una época de terror en la historia de la humanidad.

El escritor, cineasta y dramaturgo francés, Éric Vuillard narra tal acontecimiento en El orden del día (Tusquets. 2018) una obra literaria de orden histórico que da cuenta del ascenso de Hitler al poder y describe con tal maestría la ambición del empresariado alemán que nos obliga a recordar y comprobar cómo la historia es cíclica:

Escribe Vuillard que los 24 empresarios ya no son sus nombres y apellidos, “ahora se llaman BASF, Bayer, Agfa, Opel, IG, Farben, Siemens, Allianz, Telefunken. Con esos nombres sí los conocemos… Están ahí, entre nosotros. Son nuestros coches, nuestras lavadoras, nuestros artículos de limpieza, nuestros radios despertadores, el seguro de nuestra casa, la pila de nuestro reloj… Nuestra vida cotidiana es la suya.

Con la parodia de Mountainhead, Jesse Armstrong nos recuerda lo que Vuillard nos decía en su libro: Musk, Zuckerberg, Bezos, Pichai o Cook no son propiamente sus nombres, sus nombres son Amazon, Tesla, X, Meta, Apple, Google, y como en 1933, nuestra vida cotidiana es la suya.

  • Fotograma: Mountainhead