El socialismo y el comunismo, como binomio histórico, refieren a un planteamiento, primero que todo, de orden lingüístico.
El marxismo es un sistema de ideas filosóficas, políticas y económicas, desarrollado por Federico Engels y Carlos Marx, ambos judíos alemanes -prusianos, en realidad- del siglo XIX, cuyas familias eran dueñas de grandes fábricas de textiles en Europa.
Los mismos personajes que escribieron con ahínco: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884) y el Manifiesto del Partido Comunista (1848), eran dueños de los medios de producción. Sus ideas eran de izquierda, pero su vida cotidiana, era de derecha.
El materialismo histórico como doctrina emanada del marxismo, es una invención burguesa-judía. Enmarcado en el marxismo, el socialismo es la fase previa al establecimiento del comunismo. El materialismo histórico plantea que la historia económica de la humanidad inició en el comunismo primitivo, pasó al esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y regresó al comunismo, en su vertiente científica. Significa que desmenuzar al socialismo y al comunismo, no es agua de limón con chía. La deficiente formación intelectual de la sociedad mexicana, es una verdad que juega en contra.
Teológicamente, la última fase económica dentro del materialismo histórico, corresponde al cielo católico y a la reencarnación oriental. Su naturaleza es cíclica, como la energía misma. El socialismo-comunismo, es un problema de lenguaje. La comprensión, el análisis y la discusión del socialismo-comunismo, requiere de lecturas, de teoría, de herramientas heurísticas y de la escritura.
Los marxistas dirán que basta la explotación para que el jornalero de los campos de tomate, obtenga una conciencia de clase. La realidad es que requiere de un andamiaje teórico-conceptual para debatir con el mundo. Los conceptos vuelven aprehensible a las realidades extralingüísticas que nos rodean. Necesitamos del lenguaje para apropiarnos de lo que nos comunican los sentidos. El lenguaje es un mediador. La realidad es una ficción, permanentemente, interpretada, a la luz de la evidencia empírica y de la sistematización del concepto.
Claro, el obrero de las fábricas del Corredor Industrial o de Irapuato, no requiere enterarse de la existencia del marxismo para saberse explotado, pero el hecho per sé, no implica el desarrollo de una conciencia de clase.
En resumen: la 4T es una versión bananera del marxismo decimonónico, con escasas posibilidades de éxito
La 4T es una falacia, en lo teórico y en lo práctico. Es una utopía muy a la Tomás Moro. El socialismo, ciertamente, siempre ha sido más un guion de telenovela que una realidad materializable. Como lo demostró el propio, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, en su visita a la Casa Blanca, incluso los gobiernos de izquierda, necesitan del neoliberalismo y de sus tratados comerciales, para mantenerse a flote.
Así lo confirma la reciente firma del acuerdo entre el gobierno de México y las grandes televisoras comerciales, en el marco del regreso a clases virtual-agosto 2020. La televisión será mediadora en la educación de millones de niños mexicanos. ¿Entonces la mafia del poder no es tan demoníaca? Coherencia señor Presidente de México. Confunde a la fanaticada.
Más allá de la vacua discusión entre fundamentalistas de izquierda y de derecha, el socialismo es una ficción, un capítulo de horror que durará lo que el sistema económico global hegemónico decida. La democracia es un juego en el que los ciudadanos ocupan el rol menos importante. Los gobiernos y sus gobernantes, desempeñan funciones por acuerdos de las élites: no es el pueblo quien los elige.
Igual de ingenuo es creer que en el fútbol mexicano no existen las apuestas y los triunfos arreglados. Para los simpatizantes de la izquierda, el socialismo es un acto de fe. Cada vez que pueden, relatan una burda superioridad moral frente al militante de derecha, quien, por cierto, tiene en la realidad nacional, su más contundente argumento para demostrar que el socialismo es una falacia. El gobierno obradorista es un modelo económico híbrido: unas veces es socialista, y otras, el más exacerbado capitalista. Pónganse a leer, procesen y luego siéntense a escribir.
Tontos hay en la izquierda y en la derecha. Personas sin preparación habitan los dos lados de la avenida. Si la pretensión es discutir el asunto del socialismo-comunismo, los militantes de la izquierda y también los de la derecha mexicana, deben sentarse a leer, con urgencia, los libros de Marx y Engels, escritores judíos.