De los pies a la cabeza es el nombre de una telenovela colombiana que se transmitió en México, entre 1993 y 1997. Recuerdo que el soundtrack de la misma fue compuesto e interpretado por Maná, grupo mexicano de pop-rock, oriundo de Jalisco. La telenovela, por supuesto, se centraba en el fútbol. Transmitía en México por las tardes, de lunes a viernes.

En 1994, Shakira protagonizó con Oswaldo Ríos otro culebrón llamado Oasis.

Ahora que lo medito, desde niños estuvimos bombardeados, al menos los mexicanos de mi generación (nací en 1982) por discursos culturales colombianos, venezolanos, y por supuesto, japoneses. Pienso en animes como La Ranita Demetan, Los Caballeros del Zodiaco y Los Súper Campeones, por citar tres ejemplos emblemáticos. Hoy la cultura oriental es muy popular entre los adolescentes mexicanos (chicos de secundaria y preparatoria). No olvido a la Selección Colombia de 1994 con Valderrama, Asprilla, Valencia, Higuita y Escobar.

Evocamos al Barcelona de Guardiola por su estética, por su eficacia y por la obtención de títulos. El éxito deportivo también se dibuja desde la gesta. El Barcelona de Guardiola fue estética, ética y educación en valores. El Barcelona de Guardiola fue, a todas luces, una demostración de humanismo aplicado al deporte de alto rendimiento. En Puyol predominaba la ética y en Messi, Xavi e Iniesta, la estética. Guardiola era Sócrates, y sus discípulos, Platón y Aristóteles. Barcelona encarnó un modelo de ser y trascender; fue la belleza exacerbada, la perfección desbordada. Una oda a la existencia humana. Afortunados aquellos que gozamos del mejor Barcelona de la historia, con Messi, Iniesta, Xavi, Piqué y Guardiola.

El Chelsea de Mourinho era disciplinado, ortodoxo y eficaz. Su inconveniente fue haber coincidido con el Barcelona de Guardiola. Son escuelas, formas de afrontar la vida. Ambas válidas, recurrentes y necesarias. Aunque la indisciplina dejó fuera del Barcelona, a Ronaldinho y a Deco, su genialidad los hizo inmortales. En el futbol está la memoria y en ella la historia. El Chelsea de Roberto Di Mateo vive en las estadísticas, pero no en nuestros corazones. El fútbol es estética, ética y disciplina.

El fútbol es una representación en miniatura de la sociedad; responde a épocas, etapas y coyunturas. No es un discurso ajeno a la política: el más claro ejemplo es el Barcelona y el separatismo catalán. La Lazio, la Roma, la hinchada (tifo) y el fascismo en Italia. El fútbol es historia, letras y filosofía. El Barcelona creó una filosofía, a partir de Cruyff, la selección de Holanda y el Ajax. Siempre que el futbol se revista de pasión y belleza, estará en camino a la trascendencia (inmortalidad).

Fútbol, ¿es deporte, arte o espectáculo? Todo. El fútbol es polisémico. Es un deporte que mueve, globalmente, lo cotidiano: el barrio, la escuela, el llano. El fútbol también es un juego, un divertimento, un entretenimiento

Es fenómeno de masas, una práctica y un objeto de consumo. Fácil de reglas y económico en su práctica. El fútbol está a la mano de todos: un balón, cuatro ladrillos y unos niños corriendo.

En un estadio, el fútbol asume todas sus facetas: es deporte porque se siguen reglas y se requiere de un acondicionamiento físico; es espectáculo porque mueve millones de dólares; es arte gracias a Brasil y al Barcelona. Quienes descalifican al fútbol, son los mismos que hablan con resentimiento, sobre las músicas populares.

Para explicar al futbol, necesitamos echar mano de la economía, de la historia, de la publicidad, de la comunicación y de las matemáticas. En la experiencia cotidiana del futbol, hay tecnología, desarrollo de la medicina y cálculos numéricos. El fútbol no es solo un puñado de personas corriendo detrás de un balón. No. Hay táctica y técnica. Necesitamos de inteligencia para jugar como Cuauhtémoc Blanco. Hay jugadores de laboratorio y de barrio: C. Ronaldo encarna al primero y Messi al segundo. El fútbol como estrategia de control de masas, también puede ser deconstruido. Quien acude al fútbol, es un lector.

El fútbol puede ser liberador o esclavizante (igual que la religión), todo depende de las herramientas epistemológicas de las que dispongamos. El problema no es el fútbol, ni las telenovelas, ni la religión, ni el sexo, ni las drogas, sino nosotros: los lectores. La realidad está llena de textos que requieren de distintos lenguajes para ser entendidos. La limitante no está en las fuentes, sí en nuestras maneras, estrategias, comportamientos, complejos, prejuicios, miedos, dolores, envidias y arrebatos.

¡Qué viva el fútbol…y la existencia humana!

  • Ilustración: Felix Reidenbach