Paul Rider mete el dedo en la llaga al mostrarnos de forma conceptual los efectos de saturar nuestro hábitat con productos no degradables, principalmente el uso desmedido del plástico.
Rider (Estados Unidos) toma el plástico y lo interviene, lo convierte de facto en una pieza de arte, pero detrás de esta acción subyace el reclamo, el repudio, la protesta contra la modernidad que daña el ambiente, la creación de un mundo plástico.
“La enorme cantidad de plástico que existe en nuestro mundo se explora en estas imágenes, basándose en fotografías tempranas como los dibujos fotogénicos de William Henry Fox Talbot (…) Con el proceso de Talbot, las imágenes son en cierto sentido un documento artístico de un objeto efímero (…) una creación artística que utiliza objetos que nos sobrevivirán, y muy probablemente el proceso con el que se crean las imágenes”, ha dicho Rider sobre el carácter de su obra.
Ruleta Rusa te sugiere escuchar, mientras observas las imágenes y lees, los electrobeats de Amelie Lens y la poesía cáustica de Francisco Alatorre Vieyra.
Bolsa de plástico
Negra
azul
blanca
transparente
atorada en la cadena de una bicicleta
o flotando desde África del Sur a través de una corriente en el Atlántico
Una bolsa de plástico ligera
para guardar una fruta
abrigar una botella de whisky
llevar el pan a casa
o asfixiar a un paquistaní
en un cuarto oscuro
Martijn de Gruijter las utiliza para dar estructura
a un origami singular la bolsa se transforma en
botas impermeables
un televisor que no enciende
títeres arrugados
la bolsa en el museo
la calaverita luminosa en el museo
Un bosque hojas de plástico
Duchamp en el centro
sentado
jugando al ajedrez
o encendiendo una fogata de humo negro
En una estupa
cerca de Kathmandu
vi
a dos niños alegrarse
con una como si fuera un papalote
En la cocina otra
tolerando toda la basura
que le cabe dentro
colgando en la puerta
días con algo de animal
de hombre viejo aferrado a punto de derrumbarse
cargando todo aquello que quisiera desconocer
La bolsa podría ser también
una pelota amarilla
de esas que Saer cuenta
que las aves en la plaza
frenéticas
como al borde
sobrevuelan y embisten
con una extraña fascinación
como si estuvieran hechas
del mismo material
que sus dioses
Francisco Alatorre Vieyra