Hola, soy Tania y vivo en China. ¿Qué hago aquí? Buena pregunta.

 

Migración

Cada mañana, cuando despierto y miro a través de la ventana no puedo creer que estoy a casi 12 horas de vuelo de mi familia, de la nuevas manteconchas, de la Cuarta Transformación y de los taquitos al pastor.

¿Por qué menciono esto? Porque si ustedes han estado lejos de su tierra sabrán que el foráneo suspira nostálgico cada vez que se acuerda de su casa.

Me gustaría iniciar esta serie contando mis procesos de adaptación dentro de una cultura tan distinta a la latinoamericana como lo es la china y, como ingrediente adicional, también quiero compartir mi experiencia conviviendo con una comunidad británica de profesores en una boarding school, escuelas que nosotros conocemos como internados.

Vivo una doble adaptación, no sólo por el idioma, sino también por las diferencias culturales que hay entre nosotros, los chinos y los británicos

No es sencillo, pero sospecho que será una experiencia divertida que le contaré algún día a mis nietos.

¿Cómo llegué aquí? No quiero relatar otra aburrida historia romántica en la que dos personas de distintos países se conocen por casualidad durante las vacaciones de verano cuando él visitó México, se textean por más de 6 meses, él le regala en Navidad un boleto de avión, se vuelven a ver y, al final, deciden tener una relación y vivir en el mismo país; no pienso aburrirlos con eso, pero puedo contarles por qué estamos en China.

A P lo contrataron  para ser profesor de matemáticas en una escuela internacional que tiene su sede en Edimburgo. La escuela original es de corte tradicional y todo es muy escocés. Es exclusiva para hombres y la mayoría de los estudiantes son hijos de políticos y empresarios, digamos que los próximos líderes del Reino Unido.

Por su parte, la sucursal de la escuela situada en Shenzhen, es mucho más “jipi” en muchos sentidos y, además, será mixta. La franquicia de la escuela la compró un hombre chino que al parecer heredó una fortuna y ahora es estúpidamente millonario. Cuando lo conocí no me pareció un tipo arrogante, al contrario, me pareció sencillo y en ocasiones bastante tímido; se apena con facilidad porque no sabe hablar en inglés y hay cientos de rumores sobre sus excéntricas posiciones, entre ellas, dicen que tiene un auto de oro.

El día del banquete de inauguración, cuando le tocó dirigir unas palabras para el staff, al momento de tomar su copa para hacer el brindis, tiró todas las copas de la charola del mesero e hizo un desmadre. Me cae bien el señor Lu

Creo que me fui por las ramas. Estoy aquí porque la oportunidad de iniciar una nueva vida tocó mi puerta (literal) justo un par de días después de que me despidieran de mi último empleo, solo que en ese momento no sabía que esa partida de Jenga, y ese paseo por el Parque México, cambiaría mi futuro radicalmente.

 

Semana uno

Volar a China directamente desde México es muy caro y no hay muchas opciones en cuanto a aerolíneas se refiere. Así que opté por buscar videos de youtubers viajeros para conocer sus secretos financieros a la hora de encontrar boletos de avión baratos. Al final hice los mismo que cuando me fui de mochila a Europa: skyscanner y similares. El buscador básicamente se encarga de buscar boletos de avión con las conexiones más enfermas en horarios infumables, pero económicos.

Para que se den una idea, mi peregrinar fue el siguiente: Zacatecas–Guadalajara, Tijuana―San Diego–San Francisco y, finalmente, Hong Kong. Tal vez pude evitarme “la vuelta” a Tijuana, sin embargo decidí que era el momento de visitar a mi adorada segunda familia, Stephanie y Luna, quienes ahora están viviendo en Ensenada.

Después de un bello y amoroso recuentro con la familia adoptiva, me dirigí a San Francisco donde tomé un vuelo a Hong Kong que duró 13 horas. Fue un vuelo agotador en muchos sentidos. No pude dormir bien y mi asiento estaba a unos pasos de la puerta del baño. Después de 6 películas, 3 comidas y llanto de bebé constante, aterrizamos.

P me esperaba en la banda para tomar las maletas. Para ser honesta tenía otra idea del reencuentro, pero a mi edad debería ser realista y saber que la magia, los cuentos de hadas y las comedias románticas, no existen. Nos abrazamos un minuto y corrimos porque el transporte de la escuela nos estaba esperando. Había olvidado que todavía nos faltaba una hora y media de camino para llegar a la ciudad de Shenzhen y un control migratorio.

Tomamos una minivan y a lo largo del camino quedé impresionada con el desfile de luces de los edificios de la ciudad de Hong Kong. Llegamos al control migratorio, nos pidieron bajar del vehículo, nos formamos en una larga fila para que los agentes revisaran nuestros pasaportes. Luego de 15 minutos, nos dejaron pasar y caminamos al módulo donde escanearon nuestras maletas. No hubo ningún percance y continuamos nuestro camino.

Cuando llegamos a los departamentos donde van a vivir los maestros de la escuela internacional que mencioné en la primera entrega, lo único que deseaba en ese instante, era dormir dos días continuos o para siempre, pero no lo logré

Temprano por la mañana del día 3 de agosto, un pequeño grupo de recién llegados fuimos a buscar algo de comer. El olor a soya y aceite apabullante afuera de los restaurantes de Shenzhen que están afuera del edificio. La zona donde vivo es bastante modernilla, incluso podría compararla con Polanco en la Ciudad de México por los centros comerciales, los edificios nice, la gente extranjera caminando por ahí, sin embargo mi punto de comparación es bastante sesgado porque nunca he vivido en un edificio que tiene 32 pisos con recepcionistas y vigilantes.

Algunos restaurantes de la zona tienen un estilo de decoración moderno (hipster) y venden comida tradicional cantonesa. Todavía no estoy familiarizada con la comida, los nombres, los estilos y sabores, porque, como sabrán, aquí todo es muy distinto a eso que conocemos como comida china en América Latina. Por supuesto, me enfermé de la panza y tuve algunos accidentes vergonzosos que, obviamente, voy a reservarme porque qué perro oso…

 

Casi un mes

La comida ha sido un problema desde que llegué, sin mencionar que no pude usar mi tarjeta de crédito en tiendas y restaurantes chinos.

A los dos días de comer en los restaurantes aledaños me hartó el olor y el sabor de la soya mezclada con el aceite. Fue entonces que apliqué el dicho “más vale malo por conocido” y empecé a comer en KFC, Mc Donald´s y Starsucks. No me quejo, pero he notado que estoy subiendo de peso.

A casi un mes de estar en China sé que solo me estaba resistiendo al cambio, me sentía aturdida, abrumada y no podía expresar lo que sentía con nadie, no con mi español. Estudié inglés desde que reprobé en la preparatoria, pero debo reconocer que jamás me lo tomé en serio, jamás pensé que lo necesitaría para conseguir un trabajo. Lo retomé apenas hace un año y medio y he olvidado muchas reglas de la lengua.

El clima es otro factor que me tomó por sorpresa la primera semana que llegué a Shenzhen. La temperatura promedio este mes ha sido entre 36-28 grados centígrados con un porcentaje de humedad de casi 80%. Sudo día y noche, pero lo más terrible es que mi nuca siempre está mojada por el sudor y no puedo controlar mi cabellera, es rizada, así que desde que llegué decidí dejarla amarrada hasta que encuentre una solución.

Me siento cansada la mayor parte del tiempo, pero supongo que es cuestión de habituarse para encontrar estrategias de supervivencia. Me siento como cuando llegué a vivir a Mexicali un mes de agosto de un año que no recuerdo y la temperatura marcaba entre 40 y 50 grados centígrados. Pensé que jamás me adaptaría al clima, pensé que nunca lograría caminar a la parada de camión sin sentirme mareada o sin que mis zapatos hechos en China se derritieran, sin embargo, después de 3 años, quiero pensar que me adapté bien al clima.

Cuando pienso en Mexicali viene a mi mente la imagen de aquellos atardeceres color anaranjado, azul y magenta que llegué a ver mientras rodaba en mi bicicleta y el calor dejó de ser relevante

Llevo casi un mes viviendo aquí y me ha costado mucho dormir ocho horas continuas. No sé si es el estrés, el calor húmedo, la nostalgia, el choque cultural, el bloqueo de las redes sociales, la mala comunicación que tengo con toda la gente a mi alrededor, mis deudas con Bancomer, o todas las anteriores.

Me voy a tomar un tecito y me voy a relajar un chingo, que lo que sigue es encontrar la manera de quedarme por acá de manera legal.

 

Visa

Nunca me hubiera imaginado el peso que tiene una visa en un país extranjero.

Me imagino lo que pasan los paisanos mexicanos que se van a Estados Unidos sin papeles; sin embargo creo que difícilmente se puede sentir lo mismo. Les cuento esto porque estuve con unos amigos la tarde que pasaron un trago bastante amargo y, bueno, ahora que mi visa está por expirar temo lo peor. O no, nunca se sabe con las autoridades chinas.

Vine a China con una visa de turista y sólo una mochila. Francamente, jamás pensé que me fueran a dar trabajo y mucho menos que confiaran en mí para enseñar español; por muchas razones, sin ningún sustento, por supuesto. Me dieron un trabajo en una escuela como asistente del departamento de idiomas. El departamento está conformado por tres profesoras y yo mera.

Mis tareas no están mal, especialmente cuando tengo clases con los niños de primero y segundo año. No puedo mentir, dar clases a niños de 5, 6 y 7 años es aterrador, agotador y debo confesar que solo fueron adorables la primera semana. En la clase de español de los chicos de secundaria hay dos estudiantes avanzadas, lo que me hace feliz es que me las asignaron a mí y, pues, cantamos reguetón, chismeamos y, bueno, trato de enseñarles algo aunque no me considero maestra todavía.

El empleo me gusta, como siempre mis compañeras de área son increíbles, se siente bonito cuando los estudiantes aprenden algo, en fin, con esto todo fine. Mi problema es que no tengo un contrato, no he contratado un seguro médico y no tengo visa de trabajo (esto es un secreto). En realidad es muy parecido a mi empleo anterior, cuando trabajaba para cierta señora ex diputada el PRI. En resumen, estoy por mi cuenta.

Hace dos semanas acompañé a un grupo de maestros a las oficinas de migración porque quería obtener información sobre cómo renovar mi visa de turista; casualmente, mi primer entrada expiraba al día siguiente

Quiero hacer un paréntesis para explicar cómo funciona el sistema de visado de turista en China porque sólo de este modo podrán entender de qué les hablo cuando digo que una situación como ésta es una patada en los huevos. De la visa de trabajo no sé mucho, pero P lleva más de dos meses con el trámite y todavía no le dan la “residencia”, que le llaman.

Hay dos modalidades de la visa de turista: una entrada y dos entradas. Básicamente con una entrada solo puedes permanecer en el país 30 días. Si sales ya no puedes volver; te chingaste. Con una visa de dos entradas podría decirse que puedes estar 60 días en el país, sin embargo, cada 30 días debes salir de territorio chino o China continental.

Hong Kong, como seguramente saben, durante muchos años fue una especie de colonia británica. En 1997, los british le regresaron la isla de Hong Kong a los chinos. ¿Qué significa eso para nosotros como mexas? Las políticas migratorias en Hong Kong todavía son amigables para nosotros, es decir, como turista podemos quedarnos ahí 3 meses sin necesidad de tramitar una visa.

Por otro lado, para entrar a China continental se requiere de un papeleo especial. En mi experiencia es sencillo para el turista o la gente que solo viene a hacer negocios por un breve periodo de tiempo, pero se complica para quienes vienen por más de dos meses como turistas. Ya veremos cómo funciona la visa de negocios.

Bien, vuelvo al relato de aquel día en las oficinas de migración en Shenzhen. Comenzó como un día cualquiera de tramitología; sin embargo, un trámite que se supone duraría 20 minutos duró 6 horas. Sigo sin entender muy bien qué fue lo que pasó, pero ese día se vencían los permisos para permanecer en China de varios de mis compañeros. Salimos de esa oficina de migración a las 8 pm, sin comer, todos estaban muy molestos en varios niveles. Para mi nada cambiaba, tenía que ir a Hong Kong al día siguiente sin remedio. Al final los jefes decidieron mandarlos a Hong Kong con los gastos cubiertos hasta que se solucionara el problema. Se manejaron varios rumores de por qué no les entregaron sus pasaportes y permisos de trabajo, y digo rumores porque fue lo que entendí:

Que si la escuela no tenía permiso y estaba registrada como otra empresa, que si el distrito donde la gente tiene que iniciar un trámites estaba peleado con el otro distrito que tiene que terminarlo, que si el grupo administrativo estaba ocultando información, en fin, mucha habladuría. Total que no sé qué fue lo que pasó porque hasta el día de hoy esta gente no tiene sus pasaportes con su visa de trabajo y, básicamente, ya no me llevaron después del incidente del viernes.

Cuando me enteré que planeaban mandar a todos a Hong kong me emocioné en silencio porque no quería ir sola. Finalmente, antes de que terminara el viernes les mandaron un mensaje y les dijeron que podían quedarse en sus departamentos a disfrutar del sábado. Lamentablemente yo me levanté a las 8 de la mañana del sábado primero de septiembre y, sin saber muy bien cómo chingados iba a llegar a la frontera, emprendí mi viaje más cansada que nunca. Pasé el día turisteando por Hong Kong y regresé a Shenzhen. Durante el trayecto de regreso me di cuenta que la frontera no es muy diferente a la frontera entre México y Estados Unidos en el sentido de que la gente sale de China continental para comprar en Hong Kong. En la línea me tocó ver de todo pero en general la gente compra leche en polvo y pañales, no sé por qué.

En fin, mi visa expira el primero de octubre y parece ser que probaré una nueva estrategia para renovarla porque he consultado más de 20 agencias y ninguna me garantiza que me darán una nueva visa de turista de 2 entradas. Espero una carta de invitación y veremos si la próxima historia la cuento desde México, desde China o desde otro país; el futuro es incierto por ahora.

 

  • Ilustración: Laurie Greasley