La evolución de la polifonía, con sus crecientes exigencias corales y armonías, provocó un agrupamiento más acusado de las distintas familias de instrumentos.
Se puede observar cómo en el transcurso del siglo XV, los instrumentos adquirieron, cada vez más, una mayor plenitud sonora; los salterios y liras, de poca sonoridad, cedieron el paso a los instrumentos de cuerda de mayor peso y timbre grave.
Para formarse una idea de la multiplicidad de instrumentos usados en aquella época, conviene consultar el tratado sobre instrumentos, Syntagma musicum, editado en 1618 y escrito por Michael Praetorius (Hamel y Hurlimann, Enciclopedia de la música, Tomo II, Barcelona, Grijalbo, 1959, p.373).
La construcción de violines llegó al máximo grado de perfección en Italia y Alemania; los antiguos instrumentos de teclas fueron sustituidos por el moderno piano, cuyas cuerdas, heridas con macillos, permiten una pulsación de modulaciones más ricas (Ibidem, p.375).
El nombre de laúd proviene del árabe al ud; su prototipo se puede encontrar en antiguos documentos pictóricos orientales, con la fijación característica de las cuerdas en el clavijero, volteando hacia atrás, el mástil, y la caja abombada
Este instrumento dominó la práctica musical durante los siglos XV y XVI, y se puede encontrar en la música doméstica, de concierto e incluso en el teatro de óperas durante todo el siglo XVII, hasta que pasó de moda en el siglo XVIII.
Su forma fundamental no se ha modificado sensiblemente. Normalmente tiene cuatro a ocho trastes y seis a doce cuerdas, dispuestas en cuatro o seis órdenes. Al añadirse otras cuerdas de bordón, se hizo necesaria una nueva fijación de las clavijas. Se puso otro clavijero junto al primero o también detrás, en la dirección del mástil (Ibidem, p.382).
El organillo se inventó en el siglo XVII, en Europa. De la perfección de la organería en Alemania surgió el organillo (Inzúa, Víctor, La vida de los organilleros, México, Conaculta, 1981, p.17). Los primeros organillos llegaron a México en 1884; la casa comercial que los puso en venta fue la Wagner. Esta empresa tuvo sucursales en la Ciudad de México, en Puebla y en Guadalajara (Ibidem, p.20). Los organilleros se construían en Berlín, Alemania. En 1927 se dejaron de exportar a México.
En 1896, José Salazar y Julia Loredo, poseían tres organillos, en 1907, ocho y, en 1914, diez y seis. La familia era de Tepito (Ibidem, p.29).
La historia de la música tiene que ver con la técnica, la ciencia y la tecnología. La invención de la notación musical en el siglo IX, de la imprenta musical al comienzo del siglo XVI, del fonógrafo a fines del siglo XIX y de la cuestión digital a finales de la década de 1970, lo demuestran (Ochoa, Ana María, Músicas locales en tiempos de globalización, Bogotá, Editorial Norma, 2003, p.22).
En 1887, Emile Berliner inventa el gramófono que permite escuchar y vender discos para consumo del público. Para 1895 el gramófono y los discos se vendían regularmente en los Estados Unidos
El cinematógrafo de los hermanos Lumiere hace su debut comercial en el Grand Café de París el 28 de diciembre de 1895. Durante la década de 1880 a 1890 surge entonces una nueva fase en la mirada globalizante que tiene que ver precisamente con la aparición de la cultura del espectáculo y de los medios de comunicación masiva (Ibidem, p.36).
A comienzos del siglo XX la música ecuatoriana era grabada por orquestas y bandas militares en Italia, España, Alemania y Nueva York. A partir de la década de 1910, los pasillos vocales comenzaron a ser grabados por artistas latinoamericanos del bel canto en La Habana y en Nueva York para ser distribuidos en Ecuador y otros países latinoamericanos. Luego empezaron a grabarse discos en Quito y Guayaquil.
En 1930 se hizo la primera grabación de música ecuatoriana interpretada por artistas ecuatorianos en el Ecuador; se graba y se filma la canción y película, Guayaquil de mis amores, en Nueva York. Contribuyendo así en la consolidación del pasillo ecuatoriano como eje sonoro de la nación (Ochoa, p.44).
En Cuba, la radio se estableció como un agente primario de difusión musical desde la década de 1920. Si bien no hubo industria discográfica propia, sino hasta 1936, diversas compañías extranjeras realizaron grabaciones de música cubana en La Habana, desde 1894 (Ochoa, p.44).
Para el caso mexicano, Discos Pentagrama, creado en 1981, está históricamente asociado a las músicas regionales y folklóricas urbanas de izquierda (Oscar Chávez y Amparo Ochoa). Discos Corasón, fundado en 1992, se ocupa de las músicas tradicionales del Caribe y de México.
Muchas de las primeras grabaciones de música mexicana fueron hechas en el lado estadounidense. Los duetos se encuentran entre las primeras grabaciones realizadas en cilindros de cera en la Ciudad de México, alrededor de 1904 por los ingenieros de la Victor, la Columbia y la Edison que viajaban desde Nueva York.
Durante los años de la Revolución mexicana, las actividades de grabación pararon en México y fueron reiniciadas hasta 1926. Estuvieron muy limitadas hasta 1930 cuando Peerless se convirtió en la primera compañía mexicana en construir plantas de grabación y producción discográfica en el país azteca (Ochoa, p.39).
Columbia nació en 1901 y la Victor en 1903.
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