Jonathan Blaustein posee una obra original que produce impacto por su estética descarada, una especie de relatoría kitsch sobre nuestro vacío emocional.

Blaustein (Estados Unidos) se apropia de la modernidad rampante para restregarnos en la cara la vacuidad, el consumo idiota, y esa automatización gregaria que genera incontables pilas de basura y desechos, una naturaleza muerta plástica.

Quería crear una realidad paralela, basada en la cosa en sí, que luego se sentaría en la cultura popular como contranarrativa”, ha dicho Blaustein sobre lo que subyace en el carácter de su obra.

Ruleta Rusa te sugiere escuchar, mientras observas las imágenes y lees, la música insustituible de Radiohead y la novísima poesía de Andrés Segovia.

Las únicas partituras que aprendí a leer

fueron las que alguien despedazó frente a mí.

Inventé música para destruirme.

Me volví el escribano de mis pies:

mi voz es una nota que apenas se sostiene.

Todo hombre es un puente que va de siempre a nunca.

Todo hombre tiene los pies que el mundo decidió heredarle

y yo, que soy uno de ellos,

camino entre dos paréntesis.

Andrés Segovia