Todos son escolares, pequeños en edad y grandes en talento. Son el nuevo orgullo, no sólo de sus padres sino, de Guanajuato Capital. 27 niñas y niños conforman el nuevo coro de Voces Infantiles del Museo Iconográfico del Quijote (MIQ).
El concierto inaugural es muy hermoso. Hay una atención total a lo que ocurre. Hay un deseo de que sea algo grande. Y así ocurre. En Guanajuato Capital, me confía con sapiencia el compositor y músico Carlos Vidaurri, apenas existió en los años 20 del siglo pasado un coro infantil de vida breve.
“Con este nuevo proyecto buscamos una integración de las actividades del museo con la ciudad, y ahora con las infancias (…) no sólo vienen a repetir temas, van a aprender solfeo, se van a formar musicalmente”, comparte Vidaurri, quien es coordinador musical del museo y artífice del programa Jueves Musicales del MIQ.
Vestidos con capas negras -los chicos- y rojas -las chicas-, impolutos y con algo de miedo por enfrentarse al público, los 27 integrantes del Coro de Voces Infantiles del MIQ demuestran lo aprendido en apenas tres meses.
Cristina Cendejas Parrales tiene en las manos un aire de colibrí. Eleva o desciende, con ondulaciones, para marcar las indicaciones. Ahora lento, ahora intenso, ahora un trino multitudinario

Aún con apenas dos tipos de voces, esta joven directora coral, ha requerido apenas tres meses de trabajo duro para que estos chicos y chicas canten aspirando a ser ángeles del nuevo cielo musical en Guanajuato.
Cristina está orgullosa también, porque su madre Cristina Parrales está presente. Desde los cinco años ya era una inquieta niña que encontró en el canto coral su razón de ser. En una época donde los niños Cantores de Morelia no tenían niñas como integrantes, ella se formó en el Coro de la Inmaculada. Y triunfó por su talento.
La mezzosoprano Amelia Sierra, brilla como sus pendientes diamantados, con luces titilantes como estrellas que relejan los matices de las Voces Infantiles del MIQ. Mientras que al piano, Jacobo Cerda logra un ambiente musical de fondo perfecto para el lucimiento de las voces.
En este estreno se presenta además, para acompañar la composición de Vidaurri, con letra de Noriega-, una micro-obra con títeres de la compañía Ludus Teatro, que representa a Don Quijote y Sancho Panza en camino a Belén para presenciar la Navidad.
“Se escuchan los cascos, bajando por el empedrado (…) ¡Vengan, que ya están llegando!”, dice la letra la canción Esperando por Don Quijote, escrita por Lucia Noriega con música de Vidaurri, que el coro de voces infantiles amplifica. Y con ella convoca una magia inesperada.
Don Quijote y Sancho Panza aparecen entonces cabalgando, lentamente, ajenos al mundo virtual, asombrando a su paso entre los asistentes en forma de marionetas de gran formato.
El programa del concierto ‘Navidad en la cañada’ honró además a compositores corales como Domingo Lovato, Paulino Paredes, Silvino Jaramillo, José Guadalupe Treviño, Miguel Bernal Jiménez y Guillermo Pinto Reyes, todos grandes maestros

En primera fila, al lado de un pilar de cantera, la señora Angelina Luna Hernández, sostiene entre sus manos un ramo de flores donde destacan las Casablancas y las rosas. Ella tiene más de 70 años y a una persona especial en su vida, una niña de 12 años, es a la que entregará este símbolo de amor impoluto.
“Estoy muy contenta por ella, porque le gusta la música, como a otros dos sobrinitos que tengo,…estas flores son para mi sobrina, Ana Lucía”, confía orgullosa la señora Angelina.
Durante el intermedio de 10 minutos, niñas y niños se toman un breve descanso. Atrás dejaron los nervios. Están radiantes, están contentos. Están asombrados de lograr aplausos y sobre todo, de su maestra. No hay uno que no diga algo bonita de ella.
Aunque uno de los cometarios más significativos es el de Edsón André, un niño tierno de 9 años que pese a tener ciertos problemas del lenguaje, no le ha impedido demostrar que tiene un enorme talento para cantar.
“Estoy contento de ser músico, como mi papá que escribe canciones para una aplicación y también canta clásico. ¿Lo que más me gusta? Es la música…”, dice emocionado Edson André, mientras a su alrededor algunos de sus compañeros del coro escuchan con atención lo que dice.
En su debut, el Coro de Voces Infantiles del MIQ con sus dos conciertos -del 14 y 15 de diciembre- demostró que hay talento y que tiene a una gran directora, pues la soprano Cristina Cendejas Parrales, quien ha dirigido coros infantiles en su natal Morelia y ahora en Guanajuato Capital, inspirada en su maestro Hernán Cortés Carrillo -dos veces director de los Niños Cantores de Morelia-, logró junto con ellos en tres meses de ensayos una hazaña musical.
“Escuché a 700 niños (de escuelas públicas), uno a uno, y de esos envié una invitación, a sus papás, a 200, pues tienen las aptitudes musicales para esto. Al final quedaron 27 de los que asistieron a las juntas informativas y son los que ensayan (…) muchos papás al final terminaron asombrados: ‘¿Dices que, mi hijo canta? Porque nunca lo había escuchado’. Ahora vamos por más a partir de enero”, comparte Cristina Cendejas Parrales, una mujer menuda, con rasgos purépechas, hermosa cabellera rizada negra y voz dulce, voz de colibrí.
- Fotos: MIQ