En Historia de un matrimonio (2019) del director Noah Baumbach y reseñada en este espacio, se narraba el fracaso matrimonial de una pareja dedicada al teatro.

El autor de estas líneas apuntaba en aquella ocasión que el cineasta neoyorkino cuidaba no caer nunca en la sensiblería barata y, por el contrario, despotrica frustración, rabia y tristeza en ambos personajes centrales y los revienta en una espiral decadente para volverlos espectadores de los pedazos miserables en los que se puede convertir una relación de pareja otrora “perfecta”.

Si bien la historia contada por Baumbach deja un mal sabor de boca, quien haya visto dicha cinta en su momento, sabrá que al final, sin embargo, hay una posible capacidad de recuperación anímica de los personajes porque las relaciones humanas en ocasiones pueden restablecerse y gozar de una nueva estabilidad. No siempre es así y la vida puede ser marcada por una tragedia indeleble, tatuaje imposible de borrar.

En Anatomía de una caída (2023), la joven y superlativa directora francesa Justine Triet, narra el fracaso de otro matrimonio, pero a diferencia de la pareja protagonista en la película de Baumbach, la de Triet es cruzada por una muerte violenta, una tragedia que desnudará a los personajes hasta los detalles más íntimos que de tan quirúrgicos, resultan patéticos y profundamente onerosos en el ánimo de sus personajes.

Sandra (Sandra Hüller) y Samuel (Samuel Theis) son un matrimonio con un hijo de once años que padece ceguera parcial. Cierto día, Samuel cae de la parte más alta del chalé en el que vive con su familia en los Alpes franceses y muere. La caída de Samuel es considerada por las autoridades como un posible homicidio y Sandra se convierte en la principal sospechosa.

Lo que viene después es un poderoso thriller psicológico y una disección minuciosa de la dañada relación de pareja de Sandra y Samuel y el proceso judicial se convierte en un escaparate para revelar toda la intimidad del matrimonio y su hijo.

Anatomía de una caída repasa el concepto real del fracaso, del dolor y su explosión que no se queda en la privacidad del hogar, sino que salpica toda la estructura familiar y se sabe cuan estrepitosas consecuencias puede tener una historia de desavenencias, resentimientos y frustraciones llevadas al límite

Durante casi dos hora y media, Justine Triet alimenta el suspenso en la misma medida exacta con la que los secretos de Sandra, Samuel y Daniel se van desgajando y si bien la narración de la directora francesa no es frenética, sí lo son los estados de ánimo que se van generando a partir de cómo la cinta aborda la disfuncionalidad familiar, el destrozo de la visión romántica que los clanes en cualquier parte del mundo presenta. Anatomía de una caída es una exégesis de la vida en pareja que revienta las visiones más tradicionales de ese concepto.

Con guion de la misma Triet y Arthur Harari, la película que hoy nos ocupa también reposa sobre los hombros de la portentosa actuación de Hüller. Convincente y con un profundo dominio de la escena, la actriz alemana destila la serenidad, la calma, la tristeza, el dolor y la incertidumbre en un coctel que se bebe ella sola para provocar en los asistentes a las salas de cine un contradictorio juicio sobre si creerle o no y su poderosa representación del personaje nos hace, sin embargo, arroparla, quererla y absolverla de todo pecado y al mismo tiempo desconfiar, juzgarla y condenarla no sólo por la muerte de su esposo, sino también por el hoyo en que estaban sumidos.

De la misma manera, Daniel (Milo Machado Graner), el hijo de la pareja es una perfecta bisagra de los traumas de Sandra y Samuel. La culpa que los invade por la pérdida de la vista del chico cuando años atrás este sufre un accidente, es un parteaguas de la erosión del amor, de la malformación de una estructura que carcome toda posibilidad de redención.

Samuel es un hombre resentido por el éxito de su esposa como escritora y su propio fracaso como autor literario. Sandra por su parte, es consumida por las dolencias emocionales de su esposo y la culpa de no tener una mayor y mejor relación con su hijo.

Nada funciona en esa familia y sólo la muerte sacudirá todos los cimientos de una vida resquebrajada y los nevados Alpes franceses testificarán como analogía perfecta la pérdida de la calidez de los protagonistas, ambos artistas brillantes e intelectuales que piensan y reflexionan la vida en función de sus afanes cotidianos cultos y bien formados, pero incapaces de entregarse en la emoción propia que el amor engendra.

En las grandes películas como la que nos ocupa en la entrega de esta Road Movie, los personajes pueden ser diversos no sólo en la representación de lo propiamente humano y en la cinta de Triet, el idioma se convierte en una incomodidad más para Sandra

El problema de la lengua

Alemana de nacimiento, pero con dominio perfecto del inglés y paradójicamente no del francés, el proceso judicial le pide a Sandra que su comunicación sea netamente francófona para agilizar los testimonios, los procedimientos penales y la prontitud de una sentencia, y sin embargo, la protagonista no se asume cómoda hablando la lengua francesa, siente que no puede expresar en toda su dimensión la sensación de injusticia que la abruma y todo lo que el lenguaje puede decir para aligerar la carga emocional de su ser.

Esa misma referencia al idioma y su incomodidad cuando no se domina o de plano es lingüística ajena, la pudimos también apreciar en Observada (2022) la ópera prima de la directora Chloe Okuno que nos narra la pesadilla de Julia, una actriz estadounidense quien, junto con su esposo de origen rumano, arriba a Bucarest y pronto la esposa se da cuenta de que es acosada visualmente por un hombre que la observa desde la ventana del edificio de enfrente que ella habita con su marido.

Es entonces que el idioma rumano se vuelve contra la mujer porque ni siquiera su esposo tiene preocupación alguna por traducir al inglés los temores de su cónyuge.

En Anatomía de una caída, Sandra tendrá que exigir hablar en inglés porque el francés, la duda, el sistema judicial y la mirada perdida (literalmente de su hijo), no le darán tregua para defenderse en el país de la libertad, la fraternidad y la igualdad.

  • Fotograma: Anatomía de una caída