La mañana se abre calurosa. Como el debate legislativo que se antoja por el tema que una semana atrás dejó en ascuas a todos.
Al carecer de votos suficientes, el Grupo Parlamentario del PAN (GPPAN) optó la semana pasada por regresar a la Comisión de Hacienda un dictamen que no pasaría en el Pleno del Congreso del Estado.
Es jueves. A las once veintidós de la mañana comienza el bullicio dentro del Salón del Pleno. Los diputados hacen tertulia, las gradas se van llenando de alumnos del SABES, universitarios, periodistas, invitados especiales. El sol entra tímidamente por los altos ventanales que muestran un punto de fuga y dan luz al Salón del Pleno.
Juan Carlos Muñoz ‘El Castor’, diputado panista que se volvió fugazmente famoso porque un día dijo que ‘ganaba poquito’, le juega bromas al intelectual perredista Isidoro Balzdúa, al verde ecologista Juan Antonio Méndez Rodríguez, y a su compañero panista Jesús Oviedo.
El ambiente luce distendido quizá porque la mañana es luminosa. No se percibe tensión o caras duras. Hay un ánimo de festividad
El artífice de la jugada de ajedrez llega sonriente. Éctor Jaime Ramírez Barba, líder del GPPAN, viste traje azul oscuro, camisa a finos cuadros malva y corbata violácea a rayas diplomáticas. Se toma fotos con sus compañeras diputadas Leticia Villegas, María del Sagrario Villegas y Estela Chávez. Luego se integra al grupo bromista que comanda ‘El Castor’.
Inicia la sesión y la presidenta en turno del Congreso, la legisladora panista Angélica Casillas da cuenta de las inasistencias. No acudirán cuatro priístas: Santiago García, Arcelia González, Luz Elena Govea y María Guadalupe Velázquez.
La lectura del orden del día, como siempre, genera tedio en muchos asistentes que esperan algo ocurra. Pero la actividad legislativa no se compone siempre de gritos y sombrerazos
Entre los periodistas flota la duda sobre si el PRI ‘sacará las uñas’ para defender a Bárbara Botello de la intención panista de que se vote a favor de pedir, a través de la Auditoría Superior del Estado (ASEG), a la Auditoría Superior de la Federación (ASF), una revisión severa a las cuentas públicas del gasto público que hizo la ex alcaldesa de León; a quien se señala por presunta malversación de fondos durante su mandato.
Una semana antes esta intención tuvo que posponerse. En el tablero general de votos de los diputados aparecieron como totalidad las líneas rojas que marcan el rechazo a la propuesta, el voto llamado “en contra”. El GPPAN no tenía los votos suficientes en ese momento –por la inasistencia de varios de sus diputados-, así que se sumó al voto de rechazo de toda la oposición.
Pero eso fue sólo una jugada de ajedrez. Calculada y medida. El artífice, Éctor Jaime Ramírez Barba deslizó, luego de una conferencia de prensa, que no iba a arriesgar el perder este movimiento de matemática mental. Al votarse en contra esa propuesta por todos los diputados presentes, regresaría a la Comisión de Hacienda.
¿Y eso qué significa? Que entonces al volverse a plantear en el Pleno bastaría el voto de la mitad de los diputados presentes, más uno, para que la propuesta fuese aprobada. Un ingenioso golpe político
Los 24 asuntos de la orden del día se van sucediendo sin grandes asombros. Apenas llama la atención la llegada tardía, a las 11:52 de la mañana, del diputado panista Alejandro Navarro que se acerca presuroso a la curul de su líder. Pero tiene que esperar, algunos minutos, a que Ramírez Barba concluya una charla con la legisladora panista Leticia Villegas, para que le dé -en un segundo- el visto bueno y no un regaño por su tardanza.
Apenas la semana pasada varios diputados panistas faltaron para darle la estocada a Bárbara Botello. Eran los votos necesarios para una jugada de ajedrez mental. Ahora no serán necesarios, pero la disciplina que impone Ramírez Barba a sus pares, se nota en la forma en que se dirigen a él.
El discreto Jacobo sirve vasos con agua entre las curules, y llama la atención que muchos sean de agua de jamaica. Una bebida roja. Sólo a Rigoberto Paredes, el ex líder cenecista que tomó el Comité Estatal del PRI hace cinco años, con tres mil campesinos, para ‘tumbar’ la candidatura de Juan Ignacio Torres Landa a la Gubernatura, le sirven agua natural.
Sergio Ojeda Cano toma protesta como nuevo titular del órgano de control interno del Tribunal de Justicia Administrativa, la diputada priísta Irma Leticia González habla en tribuna sobre una iniciativa de ley para sancionar con multas y arrestos hasta por 36 horas a quien fume en espacios públicos, el diputado panista Luis Vargas habla a su turno de una nueva reforma para evitar los formalismos en los procedimientos legales.
También se anuncia la propuesta del diputado priísta Lorenzo Salvador Chávez para que los 46 municipios cuenten con cronistas, y que les den presupuesto para trabajar, luego se sucede un bloque completo de aprobaciones sobre las auditorías a diversos municipios.
El punto 21 de la orden del día, la aprobación a la auditoría contra Bárbara Botello Santibáñez llega. Y el tedio desaparece. Con la votación, llegará una nueva sorpresa
Cuando se da lectura a la propuesta para ordenar que se solicite, por parte de la ASEG a la ASF, se realice la auditoría contra Botello, el diputado Rigoberto Paredes, líder del Grupo Parlamentario del PRI revisa o habla con alguien en su smartphone, lo mismo que su par Jorge de la Cruz, la diputada Irma Leticia González lee un documento incierto en papel, en el que hace anotaciones, y en la mesa directiva el joven diputado Lorenzo Salvador Chávez pierde su vista tras el punto de fuga que dan los altos ventanales del Salón del Pleno.
“…se exhorta a la Auditoría Superior de la Federación, para que en el amparo de su complacencia, y previa imposición de la documental remitida y antes referida, se pronuncie ante el Ministerio Público Federal en coadyubancia a la indagatoria radicada en dicha Representación Social”, se lee desde la mesa directiva del Congreso.
Nadie de los priístas presentes pide la palabra para replicar. Se abre la votación y comienzan a mostrarse en el tablero las verdes líneas de aprobación a la propuesta. Sólo dos son amarillas. El símbolo de la abstención. Son los votos de las diputadas del Partido Verde Ecologista.
Al ser cuestionadas, por la presidenta en turno del Congreso, sobre la intención de su voto responden que se abstienen porque formaron parte de la administración de Bárbara Botello. Una como regidora y la otra como funcionaria
Bárbara Botello ha emprendido, fiel a su estilo frontal y polémico, una contraofensiva contra al PAN y algunos de sus funcionarios, luego de ser señalada como presunta responsable de malversación de fondos y de corrupción, según la carpeta 101/2015 que le lleva puntual desde hace dos años la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).
En el Municipio de León las auditorías practicadas a su administración tienen en la picota a decenas de sus ex colaboradores, y la PGJE le endilga también presuntas responsabilidades hasta por 1.57 millones de pesos. Es la villana favorita en turno, en la víspera del proceso electoral donde ya se viene anunciando como aspirante a ser candidata a la Gubernatura.
La votación por mayoría incluidos los priístas presentes, salvo las dos abstenciones de las diputadas verde ecologistas, dan fe de la realidad. La ausencia de cuatro diputados de su partido y hasta el comentario de una priísta cercana que me contaba, con sinceridad, una semana atrás en los pasillos del Congreso: “Deberías ver su cara. Pobre, esté muy preocupada por esto. No la reconocemos”, son testimonios simbólicos y directos que dan cuenta de lo que ronda alrededor de Bárbara Botello en el estado de Guanajuato.
En política no hay casualidades. Botello no tiene aliados entre los diputados del Congreso del Estado. El hecho se manifiesta bruto, no sólo en el vacío de las curules priístas sino en la falta de debate, el abandono de la mujer, a la que con respeto ¿verdadero o comprado? llamaban ‘La Jefa‘.
La pregunta clave es si ¿esta jugada de ajedrez que ha hecho Éctor Jaime Ramírez Barba significa un jaque mate para Bárbara Botello?
Quizá la respuesta está en las expresiones y actitud asumidas por Rigoberto Paredes, el líder del Grupo Parlamentario del PRI (GPPRI), que sostiene los brazos cruzados durante la votación, en donde se van sumando lentamente los “a favor” para que la ASF practique una auditoría a su compañera de partido acusada de vil robo al dinero del pueblo.
El líder de los diputados priístas ha deslizado desde hace segundos atrás el dedo índice de su mano para apretar el botón que marca la línea verde del voto de “a favor”. Al concluir las votaciones, se relaja y toma un largo sorbo de agua cristalina. Quizá la resequedad en la garganta, quizá para apurar un regusto amargo por la derrota o para pasarse de golpe lo pactado con el GPPAN.
La roja agua de jamaica que sirvieron al resto de sus pares ya fue bebida por todos desde antes, y durante la votación.
- Ilustración: Especial
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