La puesta en escena total del director de escena griego Dimitris Papaioannou ha inyectado el virus de lo sublime en cada escenario al que arriba.

Orientación Transversal, el montaje multidisciplinar que Papaioannou trajo como enorme buque a la celebración del aniversario 50 del Cervantino, rompió todas las etiquetas y sedujo a diestra y siniestra por ese arrebato de sensualidad, carne y cuerpos emulsionados en la gracia santa.

Cada minuto del montaje bien valió la pena pues la odisea se atreve a protagonizar toda la historia de la humanidad, sus vicios, las repeticiones, la incesante circularidad y los puentes generacionales en un suceso decididamente bello.

Pura potencia en las dos horas en que este artista visual, coreógrafo y escritor se da a la tarea monumental de tomar como figura central de su puesta a un toro y el mito del Minotauro para contar con imágenes, trazos de luz, poética inteligentísima, las derivas humanas.

Son ocho bailarines/perfomers místicos que transitan del Eros al Tánatos, de la lucha a la domesticación o la insignificancia de una polilla, lo masculino, lo femenino en una hibridación permanente.

Las escenas-lienzo del artista griego -al que algunos medios españoles lo han llamado ‘el coreógrafo de moda’-, remiten a todo el imaginario mitológico con la decidida lectura contemporánea para espetarnos que la paleta de colores que es nuestra alma y corazón siguen tropezándose con las mismas preguntas cavernosas de hace milenios.

Acariciados por la música de Vivaldi y un gran ciclorama blanco de fondo que será el laboratorio de lo efímero y la congregación de todo lo posible, cada escena del montaje Orientación Transversal supone una elaboración precisa, exquisita

En ‘Orientación Transversal’, de Dimitris Papaioannou, además de la mitología griega convergen el cristianismo y sus símbolos.

Desfilarán entonces hombres-minotauro, venus, habrá partos, nacimiento de dos gemelos que salen de un toro, boda de dioses, minúsculos insectos que no encuentran acomodo, risas por el puro gozo del juego y la desnudez, los desnudos como una constante, la escultura y habilidades de la anatomía humana puesta a prueba, hombres que construyen torres de Babel a puro pulso para después caerse en su propia soberbia.

Búsquense en Orientación Transversal las referencias al mundo del arte, al cristianismo, a la tradición occidental, a los demonios actuales, seguramente se encontrarán también las composiciones plásticas al mas puro estilo de los grandes maestros clásicos.

Mi mirada es la de un pintor. Tengo una biblioteca de imágenes en mi mente (…) persigo la belleza. Busco crear la máxima poesía y emoción a través de imágenes. Me gusta utilizar el cuerpo humano, fragmentarlo. Trato de revelar su sensualidad, su belleza”, había dicho Papaioannou en sus primeras funciones en Europa.

Y como nada permanece más que la esperanza, los últimos minutos de Orientación Transversal dejan sin aliento por las atmósferas inquietantes donde una mujer vierte el agua y desaparece ante nuestros ojos y esa agua que lo mismo destruye que crea, va incrustándose en todo el escenario hasta hacer aparecer la desolación mientras la figura de un hombre queda como único observador de esa estética del desastre.

Orientación Transversal será sin duda la puesta más celebrada en el 50 aniversario del FIC y los prolongados minutos de aplausos del pie del público, los comentarios de sobremesa y las decenas de notas y reseñas que atestiguaron esta epifanía, dan muestra de ello.

  • Fotos: Especial