Hay temas que por desgracia no pierden vigencia y en México, la inseguridad, su deplorable sistema de justicia, la corrupción y la impunidad, son tópicos que parecen sempiternos, lacras que se adhieren al ser nacional, tinta indeleble y un posible y aterrador destino manifiesto.
Todo país colonizado conquista su independencia de manera traumática porque, ¿qué otra cosa puede ser el tener que derramar sangre para saberse libres en la propia casa?
México al igual que las personas con orígenes violentos, es víctima de un trauma complejo, nació bajo el signo de la violencia para independizarse de España y bajo la violencia se deshizo de la dictadura de Porfirio Díaz y esa misma violencia es la que hoy reina bajo el manto del crimen organizado y la incompetencia de un gobierno y otro incapaces de frenar todo aquello que va contra la naturaleza de la dignidad humana.
Sobre estos temas charlé en línea, vía Meet, hace casi mes y medio con la periodista belga Emmanuelle Steels, pero el tiempo entre esta entrevista y su publicación no parece haber avanzado, pude haber platicado ayer, hace unas horas o el próximo año con ella y el paisaje sería el mismo: un México atribulado y vapuleado por la desesperanza y la incertidumbre.
Steels es una periodista en toda la extensión y autoridad de la palabra, si hay alguien que ha entendido el ser nacional es ella. Durante 16 años vivió y ejerció el periodismo en México siendo corresponsal de varios medios en Francia, Canadá, Bélgica y Suiza
Emmanuelle Steels es también la autora del libro, El teatro del engaño. Buscando a los Zodiaco, la banda de secuestradores que nunca existió (Grijalbo. 2017) y en él, la periodista belga ofrece una absoluta lección de periodismo porque desmonta con un sólido blindaje argumental y de investigación, la inocencia de Israel Vallarta, en su momento señalado como el líder de una banda de secuestradores que Steels comprueba, nunca existió.
En esa misma obra, Emmanuelle Steels destapa capa a capa la corrupción de las autoridades policíacas de México, las irregularidades que mantuvieron a Vallarta durante veinte años en la cárcel y no hay desperdicio, El teatro del engaño es un documento de investigación periodística que varios medios de comunicación y periodistas en México, pese a su solidez investigativa, se resistieron a darle su justo mérito… Para Ripley.
Emmanuelle ha regresado a Europa para vivir nuevas experiencias, pero en su memoria, México estará siempre presente, del país que la acogió durante 16 años charlamos hace ya varias semanas. Los claroscuros de México los ha conocido a profundidad y seguro los llevará en su ser por el resto de su vida. Emmanuelle habla.
¿Cómo describirías a México visto desde lejos?
Es una pregunta complicada, yo siento que no me he ido realmente, un año es muy poco tiempo. Yo me siento como muy conectada con mi experiencia, con mi vida en México y no la siento tan lejana. No tengo todavía esa distancia crítica.
Cuando regresaba a Bélgica a ver a mi familia, siempre experimentaba un poco lo mismo: se ve desde lejos como algo incompresible, como una gran confusión. Sobresale por supuesto la violencia que hay, pero también las injusticias sociales y lo que resaltaría es lo difícil que es la vida ahí y esa es la sensación que hay desde lejos cuando uno está afuera. Cuando se regresa a México todo se vive con más naturalidad, a la vez es bueno y a la vez es malo, se asume cierto grado de violencia, se asume cierto grado de corrupción como si todo eso fuera normal.
Siempre se dice que México es el país donde no pasa nada porque por muy grave que algo pase, siempre se va a asimilar y a procesar, en realidad no se asume toda la violencia, hay mucha resistencia, la mayor parte de la población está en shock por lo que pasa, pero una vez que se está en medio de esta confusión no es más fácil, pero es más natural vivirlo así.
De lejos yo siempre tenía una sensación más espantosa, pero a la vez extraño, hay mucha añoranza de México, paisajes, música, comida, la gente, cuando se ven las noticias hay una sensación muy desgarradora y cuando se está ahí también, pero ahí se está como en medio de toda esta locura y hay que sobrevivir y hay que ver las cosas felices también. Es más difícil desde fuera.
Yo recuerdo que estaba fuera de México cuando pasó lo de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y es algo que no sé cómo describir, no lograba asimilar lo que estaba pasando. No es que fuera más lógico cuando estaba ahí, pero por lo menos se entiende más. Es muy difícil ver México desde lejos.
Para las personas que hemos vivido siempre en México, es tanto lo que vemos en términos de violencia que nos rebasa la consciencia, terminamos por ya no atender, por normalizar lo que se ve a diario.
Terminamos por normalizar y muchas veces se dice que hay mucha indiferencia en la sociedad hacia la violencia y yo creo que no es indiferencia, es más bien un reflejo de supervivencia, la manera que cada uno encuentra de procesar y sobrevivir en medio de esto.
Nadie es indiferente en México a lo que pasa y sobre todo porque cada familia ha vivido de lejos o de cerca una tragedia y entonces nadie es realmente indiferente, lo normalizamos y entonces desde lejos se ve como inimaginable, lo de los 43 estudiantes se veía como algo imposible, y en México, como que todo es posible.
Cada uno tiene su límite y yo sentí que no podía trabajar más con estos temas. Muchos periodistas han sido mucho más valientes, se han sumergido en el drama de los desaparecidos. Yo me he metido en otros temas, también he visto el tema de los desaparecidos, he ido a fosas, pero cuando llegó la noticia de los cuatro jóvenes secuestrados en Jalisco y salió el video donde se veía a unos que estaban obligados a golpear a otros, yo personalmente sentí que ese caso rebasaba mi límite, de lo que podía tratar como periodista desde el punto de vista humano.
Es demasiado y está bien que nos involucremos emocionalmente como periodistas, pero eso ya era demasiado.
¿Cómo definir el sistema de justicia de un país en donde se pueden dar casos como las de Israel Vallarta e Isabel Miranda de Wallace?
Con esos temas tocamos la parte tenebrosa de México porque México es un gran país con una gran democracia, es un Estado en algunos casos fallido, pero es un Estado fuerte en muchos aspectos y a nivel internacional tiene mucho prestigio como potencia cultural y económica.
Es un país con una historia increíble y digo esto como preámbulo porque no quiero ser la extranjera que critica porque siempre es muy delicado, pero cuando se trata de justicia, ahí llegamos al infierno puro y duro.
En otra entrevista me preguntaban si había situaciones comparables con otros países y creo que hay situaciones de injusticias, países en donde se practica la tortura , hay países donde se encarcela a personas inocentes, pero cuando se ven casos que combinan tantas facetas de corrupción, mal funcionamiento, irregularidades, indolencia, falta de responsabilidad, casos como el de Israel Vallarte e Isabel Miranda, son vistos desde fuera como inimaginables, impensables, los quisieras imaginar y no podrías escribir ese guion.
Este sistema de justicia es la gran deuda pendiente del Estado con la población. Hay tantísimos inocentes en las cárceles, tantísimos presos que están en prisión preventiva y tenemos un gobierno que se jacta de hacer prácticamente una revolución social y defiende la extensión de la prisión preventiva oficiosa que es un contrasentido, es llenar las cárceles de más personas sin juicio, muchas inocentes y, sin embargo, la justicia no llega, no alcanza a los criminales, a los verdaderos criminales. Dos grandes criminales de los últimos años, el Chapo Guzmán y Genaro García Luna fueron juzgados en Estados Unidos, ni siquiera México puede juzgar a sus propios criminales.
Es alucinante, es muy triste el sistema de justicia. No se puede vivir en paz con ese temor de ser detenido arbitrariamente, de ser torturado, de ser acusado en falso de algún delito, vas por la vida teniendo miedo de enemistarte con alguien poderoso porque sabes que te puede costar estar en la cárcel toda tu vida.
Es un sistema de injusticia tremendo, hay países en donde las condiciones pueden ser peores, pero este coctel tan poderoso de tantas plagas de tortura, manipulación, de expedientes, que no creo que haya un equivalente en otro país.
Es terrible la cantidad de casos que hay de torturas, de fabricación de culpables, es alucinante. A mí me escriben y se me rompe el corazón porque después de leer mi libro, me dicen: “tienes que investigar tal caso” y yo no puedo, no tengo los medios, la posibilidad de investigar todos esos casos, pero hay que investigarlos.

En tu estancia de tantos años en México, ¿cómo ves? ¿cómo viste el periodismo mexicano?
Para mí los periodistas en México, no todos, son mis superhéroes y no te puedo citar nombres porque van a ser muchos a nivel nacional, pero también a nivel local nunca he visto periodistas tan comprometidos con sus temas, con su trabajo, con sus reportajes, como abrazan una causa y eso me han enseñado mucho en México.
Para mí el periodismo mexicano es un modelo a través de todos estos individuos maravillosos, tan comprometidos, tan honestos, que prácticamente sacrifican su vida personal por dedicarse a este oficio, pero es triste también para ellos. Algunos no tienen vida porque es tan importante lo que están denunciando, el trabajo que están haciendo que ya se volvió su vida. Entonces distingo el periodismo de los medios, los medios es otra cosa, no hay muchos modelos de medios de comunicación que admire en México.
Cuando me cambié de país sentía ese temor de no reencontrarme con algo tan poderoso como los colegas comprometidos, con temas de vida o muerte, son asuntos vitales los que tratan los periodistas en México y por eso dan su vida. Temía encontrarme con una infraversión del periodismo. En México eran grandes desafíos, era apasionante y no quería hacerlo en otro lado, estaba segura de que no iba a encontrarme con estos superhéroes.
Y a la vez son tratados de manera injusta, siempre se culpa a los periodistas y AMLO (Andrés Manuel López Obrador) siempre estaba en contra de los periodistas porque nunca entendió eso de la prensa crítica.
Me sorprende mucho que periodistas como Ciro Gómez Leyva sigan haciendo hasta el último momento, una defensa a ultranza de Isabel Miranda de Wallace cuando él mismo habla de hacer labor de investigación, de entrar a las entrañas, pero no lo entiendo. ¿Qué opinión te merece?
Prefiero esa congruencia y esa lealtad, aunque fuera ciega, a la mentira y a la hipocresía. Hay muchos periodistas que no son los que respeto, muchos medios que en su conjunto han ido cambiando sus versiones a medida de cuál era la versión más políticamente aceptable, entonces hay muchos medios que han reescrito su historia, en realidad han sido parte del coro que estuvo durante años llamando a Israel Vallarta el líder de la banda de secuestradores de los Zodiaco y ahora hacen como si nada: “nosotros no tuvimos nada qué ver, siempre dijimos que había incoherencias”. Yo prefiero la congruencia y esa lealtad a Isabel Miranda de Wallace, prefiero a un Ciro Gómez Leyva que por ejemplo a un Loret de Mola que dice: “yo no sabía que era un montaje”.
¿Creen que la gente es tonta? Todos han escuchado durante años esta insistencia, maquillando todo el tiempo: el secuestrador Israel Vallarta. Pasó veinte años en prisión preventiva con la complicidad, con la anuencia de los medios de comunicación que nunca se tomaron la molestia de denunciar su situación. Tuvimos que empezar a hacerlo tres periodistas extranjeras y luego yo seguí con la investigación. El libro de mi amigo Pepe Reveles (El Affair Cassez. Una historia de novela), fue uno de los primeros libros sobre el caso que desgraciadamente tuvo poca repercusión y luego llegó el libro de (Jorge) Volpi y una serie de Netflix para que muchos quisieran abrir los ojos, pero no querían escuchar porque lo decía una periodista extranjera que era yo.
Mi palabra no tenía ningún valor hasta que Netflix llega y no, toda esa hipocresía a mí me da nauseas, ese nivel de hipocresía, de mentira, de decir “yo siempre supe que había algo raro”. ¿Y por qué no dijiste nada en veinte años? Son pocos realmente los que han denunciado.
¿México tiene esperanza?
Por supuesto que hay esperanza, las cosas cambian, en cuanto al sistema de justicia ha habido ya reformas, algunas buenas, algunas malas, yo no creo que la elección directa de los jueces sea una reforma que vaya a cambiar o profesionalizar más el ámbito judicial, pero ha habido reformas en el buen sentido, pero en el caso de México es que no depende sólo de sí mismo (ningún país del mundo), pero es muy llamativo cuando se ve llegar al poder a un personaje como López Obrador que siempre concibió a México como un país aislado del resto del mundo, él no viajaba, no le interesaba mucho el tema de las relaciones internacionales y hablaba de todos los temas relativos a México como si México fuera una entidad flotando en el aire que no depende de nada más.
El gran problema para México es esta cercanía con Estados Unidos en cuanto al tema del narcotráfico. Todas las políticas interiores en Estados Unidos en cuanto a la regulación de las drogas van a impactar necesariamente en lo que pasa en México. Es cierto lo que se dice: ellos ponen las armas y México pone los muertos.
Sí hay esperanza, pero todo está muy ralentizado por las políticas que se adoptan en el norte y ahora vamos por un muy mal camino con la extrema derecha en el poder en Estados Unidos, con una nueva guerra contra las drogas que no tiene ni pies ni cabeza y entonces mientras no haya una política coordinada, pactada de Estados Unidos con México y Latinoamérica, no va haber menos violencia, va a seguir siendo un mercado jugoso que se van a disputar los cárteles y no hay ninguna política que se pueda adoptar de manera nacional que vaya a cambiar mucho eso.
¿Volverías a vivir en México?
Sí, por supuesto. Mi salida de México no es darle la espalda o irme disgustada. Lo que me apasionaba hacer era ser corresponsal, pero ya se me hacía muy difícil hacerlo porque me implicaba demasiado en las historias y también porque ese caso que investigué y con el libro empecé a recibir amenazas y en ese momento yo estaba embarazada y luego tuve una hija y con todo lo que se lee de historias tan duras, no quería que mi hija creciera en México y además me sentía lejos de mi familia. Quiero vivir otras experiencias enriquecedoras, pero por supuesto que podría regresar a vivir a México.
El infierno puro y duro
Apunté líneas arriba lo que Steels describía como el infierno puro y duro que México representa en su sistema de justicia y entre la charla sostenida con la periodista belga y su publicación en Ruleta Rusa, dos hechos espantosos reconfirman las palabras de Emmanuelle:
La noche del 1 de noviembre y en plena celebración del Día de Muertos, Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan en el Estado de Michoacán, fue asesinado a balazos. El homicidio de Manzo causó entre la población mexicana una ola de indignación que generó luego una marcha organizada (presuntamente) por jóvenes de la llamada Generación Z. El infierno seguiría.
El pasado 6 de diciembre un coche bomba estalló frente a las instalaciones de la Policía Comunitaria en Coahuayana, también en Michoacán. El saldo fue de cinco personas muertas y 12 heridas, un acto al que bien puede acreditársele el adjetivo de terrorismo, esa lacra que es el mismo infierno puro y duro. ¿Dudas?
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