No podemos hablar de las edades
que nos precedieron sino a partir
de los testigos.
(Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio de historiador)
Dentro de la historia de la humanidad el epíteto magno lo han ostentado algunas personas singulares, por mencionar algunos, entiéndase a: Alejandro Magno, Cneo Pompeyo Magno, San Gregorio Magno, San León Magno, San Alberto Magno y, desde luego, Carlomagno, entre otros. Todos estos hombres tienen peculiaridades que han sido reconocidas por la historia y de ahí el título de la magnificencia. Entiéndase, también, el texto Annales de gestis Caroli magni imperatoris libri quinque del llamado poeta Saxo (poeta sajón), que fue quien dio el título de magno al Pater Europae (Fundación Juan March, 2021, 50s).
Carlomagno y la época carolingia han sido y serán considerado, como una de las etapas más importantes después del decaído Imperio romano de Occidente. Quizá, Carlos el Grande, será quien, en una pretensión propia de un padre, indirectamente, busque resucitar la gloria del Imperio, aunque, con sus estilos y singularidades propias. Es menester preguntarse: ¿Cuáles son los elementos más importantes que permitieron el ascenso y descenso de Carlomagno y su dinastía carolingia?
Uno elementos para entender el ascenso y descenso de Carlomagno y la dinastía carolingia es comprender los orígenes y la llegada de dicha familia al poder. Un segundo conjunto de elementos son las guerras de expansión que conllevó a la unidad, la coronación de Carlomagno como emperador y el renacimiento carolingio. Un tercer elemento serán los intereses particulares de los herederos de Carlomagno, que llevarán a la disgregación de la unidad del imperio.
Para abordar el presente ensayo, primeramente, se atenderá a los francos, así como algunos elementos de los merovingios hasta llegar a la dinastía carolingia, esto para tener contexto del desarrollo y poder de Carlomagno. Acto seguido se abordarán los elementos que permitieron la llegada, conquista, expansión y florecimiento del Carlomagno y su imperio. Para culminar con los elementos que precipitaron la ruptura de la unidad por parte de los herederos del emperador, con el afán de comprender de una manera global el ascenso y descenso de Carlomagno y su dinastía.
Orígenes de una familia real
La llegada de la dinastía carolingia presupone, la existencia de los merovingios, ambas, pertenecientes a los francos germánicos, una de las tantas tribus que llegaron al Imperio de Occidente (Erich, 2015, p. 122). Los francos comenzaron a reinar en los territorios de la Galia, primeramente, con los merovingios que reinaron desde el siglo V hasta el 751, posterior a ello, reinará la dinastía de los carolingios a partir del 751 hasta la llegada de los Capetos. Estas dos familias formaron la monarquía franca, y junto al Imperio bizantino, serían los grandes Estados que persistieron en fuerza y poder en Europa (Espinar, 2020, p. 5).
La llegada de los merovingios al poder supuso la expansión y apropiación de las tierras conquistadas, de todos los reyes de esta dinastía, Clodoveo será considerado como el de mayor relevancia, al punto de recibir la fama de “rey inspirado por Dios” (Erich, 2015, p. 124). Tras la muerte de este personaje en el 511, su reino se dividirá entre sus hijos (Teodorico, Clodomiro, Childeberto y Clotario), según la Ley Sálica o el derecho franco. Esta división causará grandes conflictos, dado que tras la muerte de Clodomiro en el 524 “los tres reinos de Austrasia, Neustria y Borgoña se unieron con Clotario II (613-629)” (Espinar, 2020, p. 5).
Estas divisiones y uniones acarrearon grandes complejidades, principalmente al heredar el hijo de Clotario II, Dagoberto (629-639), quien redujo la importancia del rey a un título, y permitiendo que los austrasios, usurparan el poder, al ser nombrados y validados como mayordomos del palacio. El mayordomo de Dagoberto fue Pipino Landen, el cual se casará con Ansegis, hija de Arnulfo, obispo de Metz, con quienes nacerá la descendencia de los carolingios (Espinar, 2020, p. 5). Los mayordomos aconsejaban o en ocasiones dirigían expediciones, así mismo generaban nuevas conquistas y adquiriendo con ello, grande fama. Tal es el caso de la victoria de Pipino II el Joven, también llamado, Pipino Heristal que ganó la batalla en Tetry contra los neustrios en el 678 (Erich, 2015, p. 124). La victoria de Pipino el Joven conllevó a que quedará como único dueño de los reinos de Austrasia, Neustria y Borgoña.
Hecho Pipino Heristal con el poder se dará un levantamiento de frisones, turingios y sajones, así como la aparición de los musulmanes, donde Carlos Martel (714-741), hijo bastardo de Pipino, será quiénes salve el territorio y, por ende, se establecerá gobernante de los francos. Con Carlos, los merovingios quedan desterrados y un nuevo poder se levanta. Así, al morir Carlos Martel, según la tradición de los francos, dividirá su herencia entre sus dos hijos. A Carlomán le tocará: Austrasia, Suabi y Turingia; y a Pipino: Neustria, Borgoña y Provenza (Espinar, 2020, p. 6). Carlomán ingresará a un monasterio en el 747, lo cual propiciará que su hermano, Pipino, se convierta en heredero universal —haciendo encerrar en un monasterio a Childerico III— pasando a la historia bajo el apelativo de Pipino III el Breve (714-768). Pipino III tendrá una peculiar acción, se hará ungir emperador, al estilo del Antiguo Testamente, en el 751 en Soissons, en presencia del arzobispo Bonifacio, delegado del Papa Zacarías (741-742).
La cercanía de Pipino III el Breve con la Iglesia llevará a que el papado y Roma esté, de modo alguno, sometidos militarmente al rey de los francos, especialmente en la defensa contra los lombardos, así “la gratitud de los francos al papa queda expresada en la llamada donación pipiniana de territorio, lo que señala el nacimiento de los Estados Pontificios” (Erich, 2015, p. 124). Con esta donación y protección, Pipino recibirá el título de Patricio de los romanos. Conquistará Aquitania y expulsará a los musulmanes de la Septimania en el 759. “Su prestigio fue tan grande que el emperador de Bizancio y el califa de Bagdad le enviaron embajadas” (Espinar, 2020, p. 6). Tras la muerte de Pipino III el Breve, tal como la tradición franca lo exige, divide el reino entre sus hijos, dejando a Carlos: Neustria y Austrasia; y a Carlomán Borgoña y el Mediodía de Francia.
Con la llegada de los francos, los merovingios y los carolingios, teniendo en cuenta de Pipino Landen hasta Pipino III el Breve, es posible comprender cómo fue que Carlomagno pudo ascender al trono, ya que, al morir su padre, este le dejó como herencia Neustria y Austrasia. Con todo ello, este primer elemento comprueba que el ascenso de Carlomagno es resultado de la consolidación del poder de sus familiares, lo cual le permitirá desarrollar, desde luego con sus características personales, un nuevo poderío que revolucionará y llegará más allá que sus antecesores.
Carlomagno: De rey a emperador
Es imposible hablar de la dinastía carolingia sin mencionar a Carlomagno, ya que de este emperador procede el nombre con el que se conoce a sus antecesores y sucesores en el poder. Se piensa que Carlomagno pudo nacer en el 742, posiblemente en Aquisgrán o Lieja, Bélgica (History, Politycs and Society, 2021, 9m39s). Hijo de Pipino III el Breve y de nombre Carlos. Al morir Pipino, Carlomán y Carlos fueron coronados. Berta, la madre de Carlos y de Carlomán en un intento de pasificación, casará a los hermanos con las dos hijas de Desiderio, rey de los lombardos (Di Girolamo, 2015, p. 175).
Sin embargo, la repentina muerte de Carlomán llevará a que Carlos, negando el derecho de sucesión de sus sobrinos, se apoderé del territorio de su hermano, enviando a la viuda e hijos de Carlomán, así como a su misma esposa, conocida como Emengarda, de regreso a la corte de Desiderio (Espinar, 2020, p. 8). Así, a partir del 771, Carlomagno “se coloca en su poder todo el regnum Fracorum. […] Desde 772, el rey condujo una política de expansión territorial y de pacificación” (Mussot-Goulard, 2022, p. 27). Esta expansión y pacificación llevará consigo un proceso de unificación que le hará ganador del apelativo Pater Europae.
Carlomagno, único monarca después de la muerte de su hermano, gobierna “un reino que comprendía casi toda la Francia moderna, los Países Bajos y parte de la Alemania occidental y meridional” (Espinar, 2020, p. 8). Empero, el nuevo rey tiene una amenaza que no sólo es una cuestión política, sino de honor: los lombardos. Estos amenazan a Roma y al Papa Adriano III. Carlomagno, fiel a la tradición de sus antepasados, entre el 773 y 774 se enfrenta con los lombardos, derrotando a Desiderio y los suyos, Carlomagno toma Pavía y se corona como rey de Lombardía en el 774, a su vez “hace nuevas concesiones territoriales al papado en Toscana y en los ducados de Espoleto y Benevento” (Di Girolamo, 2015, p. 175).
Las expediciones a partir del 772 comenzadas por Carlomagno, lo llevarán a cruentas batallas, por ejemplo: entre el 772 y el 804 enfrentará a los sajones para imponerles su dominio político y el cristianismo. Entre el 784 y 785 someterá Frisia; para el 788 incorporará a Baviera junto con Carintia y Austria; su poderío llegará hasta Bohemia y Moravia. En el 778 emprende una expedición a territorio ibérico para poner punto final a los musulmanes en España, pero al retorno será derrotado en el paso de Roncesvalles (Di Girolamo, 2015, p. 175). Esto demuestra que mucha de la unificación política de su reino será por las armas.
Otro hecho significativo, quizá el punto neurálgico por el que la unidad se alcanzará, fue la coronación de Carlomagno en la media noche del 24 de diciembre del 800. Para este momento se debe entender dos aspectos contextuales: 1) Carlomagno ostentaba el título de Patricio de los romanos, heredado de Pipino III el Breve.; y 2) existía una conspiración contra el Papa el 799, el cual era acusado de adulterio y perjurio. De este modo, al ser protector de Roma y del Papa, viaja en noviembre del año 800, donde el Papa León III, el acusado, es exonerado por Carlomagno (Espinar, 2020, p. 8).
A modo de leyenda, prestada a la imaginación, se menciona que Carlomagno no sabía nada de la coronación y que, asistía a las ceremonias religiosas como era costumbre por la fecha. Otros mencionan que Carlomagno sí sabía (History, Politycs and Society, 2021, 44m37s). La historia dice que en Carlomagno fue coronado emperador de los romanos en la basílica de San Pedro, en Roma, por el papa León III (795-816). A decir del testimonio del anónimo redactor de los Anales del imperio carolingio, una vez que el papa había impuesto la corona sobre la cabeza de Carlomagno, éste fue aclamado por el pueblo romano con la fórmula: “Carlos augusto, a Dios gracias coronado como magno y pacífico emperador de los romanos, ¡vida y victoria!” (Ríos, 2023, 58).
Esto convierte a la coronación, en un elemento simbólico e importantísimo, por el cual Carlomagno llega a la cúspide del poder, haciendo incluso que el Papa sea un súbdito de él en el plano político, pareciera que aquí se cumple la Teoría de las dos espadas, que promueve San Agustín, donde el poder espiritual valida al poder temporal, y este último, defiende al primero. Bajo esta razón, Carlomagno consolida su poder y la estabilidad de su Imperio.
Ahora, la coronación de Carlomagno fue vista de mal modo, al principio, por Bizancio. Pero, para el 812 será Bizancio quién envíe una embajada al Imperio de Carlomagno, por su parte, el monarca devolverá “al emperador Migue Rangabé los territorios de Venecia, Istria y Dalmacia […], pues sin cumplir esta condición no le aceptaría como ‘basileus’ de Occidente” (Espinar, 2020, p. 10). Así, el emperador y guerrero fue, también, un gran legislador, testigo de ellos son las Capitulares que tratan sobre los detalles del gobierno, “tenían por objeto el manteamiento del orden y establecer una civilización basada en el cristianismo” (Espinar, 2020, p. 11).
Las legislaciones y el poder de Carlomagno dieron paso a una de sus obras, posiblemente la más grande, que los historiadores han llamado el renacimiento carolingio. Este renacimiento tiene dos fases: la primera se da durante el período de vida del emperador; y la segunda fase se dará de la muerte de Carlomagno hasta la muerte de Carlos el Calvo (Grandes Civilizaciones de la Historia, 2008). Respecto a la primera fase, Alcuino de York será considerado como uno de los grandes participes de este proceso. Según la Vita Alcuini en el 781, en Parma, el rey Carlos el Grande conoce a este hombre de ciencias. También, Carlomagno comienza a reclutar a otros hombres eruditos: Pablo el Diácono y Pedro de Pisa (Stella, 2015, p. 538). Para la segunda fase o período del renacimiento Carolingio aparecerán intelectuales como Eginhardo, quien en el 792 se incorpora a la Academia Palatina, y será quien escriba la Vita Karoli, la primera biografía de Carlomagno. También, se encontrará entre los hombres de ciencia el monje benedictino Rabano Mauro, así como Walafrido Estrabón —preceptor de Carlos, hijo de Luis el Piadoso—, Sedulio Escoto en Aquisgrán y Juan Escoto Eriúgena en Lieja (Grandes Civilizaciones de la Historia, 2008).
Dentro de los grandes aportes del renacimiento carolingio se encuentra la creación de la Academia Palatina o Schola Palatina, lugar, donde el saber se concentraba, de tal modo que “en vida de Carlomagno […], la corte carolingia, en sus sedes móviles (como Aquisgrán o Compiègne), es una especie de academia internacional” (Stella, 2015, p. 538). De tal modo, que en la Escuela Palatina se reunían filósofos, literatos, artistas, músicos, escribas y demás. En este ambiente se formula “la política de la ‘renovatio’ [que] logra impulsar una ingente actividad de lectura, intercambio y transcripción de textos” (Stella, 2015, p. 539), con justa razón, en este ambiente Alcuino desarrollará bases de la gramática latina y de la mano con Paulino de Aquilea, formularán la base del pensamiento teológico que serán de gran utilidad contra la herejía del adopcionismo (Stella, 2015, p. 539).
Más aún, en la Schola Palatina se desarrolló el uso de la tipografía, iniciando con la minúscula carolingia o minúscula carolina que evolucionará a la minúscula gótica, siendo estas antecesoras de la tipografía conocida como Time New Roman. No se puede dejar de lado que, en este periodo de Carlomagno aparecieron los libros a color y, sobre todo, la iluminación de dichos libros. También, ven la luz las letras capitales que sirvieron para separar los párrafos. Es en esta época de grandes luces, quizá sea la ilustración medieval o enciclopedismo medieval, donde aparecen los espacios y los signos de puntuación en los textos. Es menester mencionar, el papel de los copistas de esta época, cuya labor se dio en los monasterios que el mismo Carlomagno mandó a construir. Pero, no se ha de pasar de largo sin que mencioné la gran obra artística del arte carolingio: la Capilla Palatina, en Aquisgrán.
Por tanto, con la llegada de Carlomagno al poder comienzan una serie de expediciones bélicas que darán como resultado un Imperio, el cual tendrá mayor relevancia cuando el Papa León III en la navidad del 800 corone a Carlomagno emperador, haciendo así, que la monarquía adquiera un valor de sacralidad. Más, todavía, el renacimiento carolingio será una fuerza cultural que consolidará la política del imperio. Este renacimiento atraerá hacía la corte palatina a un sequito de intelectuales que, aún hoy, siguen teniendo su importancia.
Un imperio disgregado
La familia, la expansión, la guerra, la coronación y el renacimiento carolingio, conllevó la unificación del vasto territorio que comprendiendo los actuales países de Francia, Suiza, Austria, Bélgica, Holanda Luxemburgo, parte de Alemania, Italia, Hungría República Checa, Eslovaquia y Croacia, crearon una unidad política, económica, cultural y religiosa. Esta unidad que durante la vida de Carlomagno tenía vivacidad, se irá apagando poco a poco. Parecía que el emperador, cercano a la Iglesia, no conocía el adagio bíblico que dice: “Todo reino divido contra sí mismo quedará asolado” (Biblia de Jerusalén, 2018, Mt 12:25).
Fiel a la tradición de los francos, Carlomagno dividió el imperio entre sus hijos, pero esto no fue posible, ya que la muerte asoló a la mayoría, salvo a uno Ludovico Pío (778-840) “que fue coronado por Estaban IV en Reims (816)” (Espinar, 2020, p. 15). Por fortuna el reino que recibió Ludovico I será indivisible, por el hecho de que no tenía competencia con hermano alguno. En el 813, Ludovico Pío será nombrado en Aquisgrán corregente junto a Carlomagno (Erich, 2015, p. 208), quien 28 de enero del 814 morirá, dando paso al reinado de su heredero.
Ludovico Pío o Luis el Piadoso, como también se le llamará, haciendo referencia a la gran cercanía de sus consejeros que en la mayoría eran clérigos, y quienes en el 817 aprobarán la Ordinatio Imperii en Aquisgrán (Espinar, 2020, p. 15), donde se aspira “al mantenimiento de un Estado indivisible” (Erich, 2015, p. 208). Luis el Piadoso pecará de débil, imponiendo el derecho germánico de división. Este emperador tendrá tres hijos con Ermengarda: Lotario (795-855), quien estaba destinado a ser su sucesor y mantener la unidad del imperio; Pipino de Aquitania (803-870) y Luis el Bávaro o Germánico (805-876). Para el 823, Ludovico Pío tuvo un hijo con su segunda esposa, Judit de Baviera, el cual será llamado Carlos, esto le llevo a crear un nuevo reino que comprendía Alemania, Retia, Alsacia y Borgona en el 829, lo que desencadenó en una ruptura territorial de los bienes de Lotario.
En el 830, Bernardo de Septimania, sustituyo a Wala, abad de Corbie, esto ocasionó una sublevación comandada por Pipino, de Aquitania, de la que se aprovechó Lotario. Para el 832, un nuevo levantamiento se dio, Ludovico será traicionado por su ejército en el campo de las mentiras o Lügenfeld, cerca del Colmar en el 833. Lotario saldrá triunfador y condenará a Luis el Piadoso a penitencia en San Medardo de Soissons (Erich, 2015, p. 209).
Más aún, movidos bajos la simpatía por su padre y por el temor que Lotario tomará más poder, Luis el Germánico y Pipino de Aquitania, iniciaron un movimiento que llevará a Ludovico a recuperar el trono en el 834 y gobernará hasta su muerte en el 840 (Espinar, 2020, p. 16). Cabe destacar lo mencionado por Espinar:
Muerto Pipino de Aquitania, el emperador [Luis el Piadoso] hizo un último reparto de su herencia, dejando a Lotario el título imperial con gran parte de los dominios paternos, excepto Baviera que la heredaba Luis, y la Aquitania, que quedaba para Carlos el Calvo [hijo con Judit de Baviera], con lo que quedaba completada la obra de disgregación del Imperio carolingio (2020, p. 16).
Lotario, ávido de poder, rechaza lo impuesto por Ludovico, de tal modo que terminará imponiéndose a sus hermanos, pero será derrotado en el 841. La unidad fundada por Carlomagno, ahora estaba divida en bloques: en la parte occidental regentaba Carlos el Calvo; en la parte oriental reinaba Luis el Germánico; y la parte central, pertenecía a Lotario. En el 842, la parte de oriente y occidente se juramentaron, hecho conocido como los Juramentos de Estrasburgo. Este paso abrió el camino para que en el 843 se firmara el Tratado de Verdún con el que se pone fin a las disputas respecto a las herencias. Con este tratado se limitó los espacios geográficos de los nietos de Carlomagno: “Luis recibía la Germania y las marcas orientales, Carlos lo que se denominó Francia, y Lotario el título imperial y una franja de territorios desde el mar del Norte a Italia” (Espinar, 2020, p. 16).
Las divisiones no se limitaron, pues, tras la muerte Lotario en el 855, su reino se repartió entre sus tres hijos, lo que produjo rencillas con sus tíos. Para el 870, tras la muerte de Lotario II, que poco disfrutó de lo heredado, mediante el Tratado de Mersen, Carlos el Calvo y Luis II el Germánico, se reparten la Lotaringia. El gusto, también, les dura poco, dado que el 880 con el Tratado de Ribemont, esta zona en disputa se reintegrará al imperio oriental (Erich, 2015, p. 210). Estas luchas fraccionaron el imperio, hubo por parte de Carlos el Calvo un intentó por reconstruir la unidad haciéndose coronar como emperador por el Papa Juan VII, pero será fallido.
Con el reino divido, y tras las invasiones normandas escandinavas, el debilitamiento se hace mayor. Pocas victorias tendrá Luis III (822-882), y tras la muerte de Luis IV el Niño (893-911) se extingue la parte oriental de los Carolingios (Erich, 2015, p. 211). En el 881, tras expediciones entre el 876 y 877 de Carlos el Calvo con el fin de adjudicarse territorio de Luis el Germánico, Carlos el Gordo, hijo de Luis, logra la unión de la parte oriental y occidental, pero será depuesto por los príncipes alemanes, y en el 896 eligen a un nuevo emperador “de la línea franco-oriental de Baviera, Arnulfo de Carintia” (Erich, 2015, p. 211), hijo de Carlomán de Baviera hermano de Carlos el Gordo. Hasta este momento trágico, el gran imperio de Carlomagno, ya disgregado por fuerzas centrífugas y centrípetas, fenece en el letargo de la historia.
En conclusión, cuando se habla de ascenso y descenso de Carlomagno y del imperio carolingio, se deben entender elementos importantes que ayudan a comprender este proceso. Primeramente, la familia de carolingia que nacerá con Pipino Landen y llegará hasta Arnulfo Carintia, desde luego, pasando por el gran puente que es Carlomagno.
Otro elemento, que sustenta el ascenso y descenso son la idea de expansión del emperador Carlos el Grande, así, como la coronación, que de modo alguno será un símbolo de unificación y poderío. También, la llegada, ascenso y florecimiento de la cultura será un elemento que solidificará el ideario de Carlomagno, al punto que se le denomina a este período el renacimiento carolingio. Un último elemento serán la serie de divisiones que sucederán tras la muerte de Luis el Piadoso, quién tras repartir la herencia se harán guerras entre él y sus hijos, remediando en algunos puntos con los juramente y tratados, remedios que no sanarán la herida y conducirán al fin de la era carolingia.
Bibliografía
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The History Channel. [History, Politycs and Society]. (21 de febrero de 2021). Dinastia-Carlomagno y el Sacro Imperio Romano Capítulo 5. [Archivo de video]. https://www.youtube.com/watch?v=BmbDozlmIMQ&t=2681s
- Pintura: Alberto Durero (detalle)