“Una frontera existe justamente para ser cruzada”. (Achile Membembe)
En primer lugar, me gustaría dejar en claro que todavía espero que Mwalimu Ngugi Wa Thiong’o, autor del libro Matigari (todavía disponible en las librerías de Mozambique) sea el ganador del Premio Nobel de Literatura. Sería una gran injusticia si esto no sucediera. Sin embargo, el hecho de que el Nobel de Literatura fuera atribuido a un escritor poco conocido suscita grandes debates y posiciones, por un lado, por su imprevisibilidad y por otro, porque hay un esfuerzo creciente por distanciarlo de sus orígenes.
Hace ocho años centré mi atención en el pensamiento africano. Básicamente, llevo el 70 por ciento de mis lecturas a autores africanos, lo que ha sido un momento de descubrimiento y reencuentro conmigo mismo. Hace dos años tuve la oportunidad de leer el libro Memory of Departure (Memoria de la partida) de Abdulrazak Gurnah en una casa de huéspedes en la isla de Mozambique.
Había muchos libros en la casa, pero este me despertó al ver en la biografía del autor que él era de Zanzíbar y vivía en Inglaterra donde era profesor en la Universidad de Kent. Leí el libro, registré al autor en mi base de datos y continué mi viaje. Hace un mes inicié una serie de conversaciones con autores que no son conocidos en Mozambique. Para el desarrollo de este trabajo conté con el apoyo de Manuel Matola quien me compró los libros The eternal audience of one de Remy Ngamije, Uburu dead with song de Mukoma Wa Ngugi y Gravel Heart de Abdulrazak Gurnah.
Leí el primero y realicé un Ethale Talks con Remy. El programa se puede ver en el canal de YouTube Ethale Books con subtítulos en portugués (basta con hacer una búsqueda con el título Being an African Writer). Ahora estoy leyendo Mukoma Wa Ngugi (también estoy leyendo el “mapeador de ausencias” de Mia Couto) y estoy viajando entre Nairobi y Etiopía siguiendo la trayectoria de sus personajes (como me veo en un hotel en Beira de Mia Couto intercambiando cartas con Liana) que quieren ganar una competencia de blues etíope. Y el siguiente paso es leer Gravel Heart de Gurnah.
Sin embargo, Abdulrazak Gurnah fue anunciado esta semana (el 7 de octubre N. del E.) como el ganador del Nobel. Todos, incluido él mismo, se sorprendieron. Pero en medio de la celebración se provocó una gran discusión de identidad. De hecho, uno se pregunta si es africano o no
Aquí recuerdo la conversación que tuve con el escritor namibiano Remy Ngamije, quien definió lo que, desde su perspectiva, es un escritor africano.
Abdulrzak Gurnah, como muchos escritores africanos, no es conocido en el continente africano. De hecho, la carrera de un escritor africano se desarrolla básicamente fuera de África. Sin embargo, parece que se ha vuelto más fácil considerar a Gurnah como un escritor “no africano” porque su carrera se está haciendo fuera del continente, aunque lo mismo ocurre con autores como Ngugi, Mudimbe y Chimamanda (por citar algunos ejemplos), pero también porque abandonó su país a los 20 años cuando los ciudadanos árabes fueron perseguidos en la época de la revolución de Zanzíbar. Además, se agrega que no es negro, sino mestizo.
En el libro Memory of Departure, Gurnah cuenta la historia de un joven que crece en un pequeño pueblo y tiene la oportunidad de presenciar ciclos de violencia durante la revolución de Zanzíbar. El personaje de Gurnah, Hassan Omar, vive una vida turbulenta. Su padre es alcohólico, un dictador y dirige la familia a fuego y hierro, su hermana está perdida en la promiscuidad, su hermano mayor muere en un accidente y por supuesto, su madre vive de la tortura de su marido. Además de la violencia que se vivía en su aldea, existía violencia dentro de su propia casa. Hassan logra escapar para vivir con su tío en Nairobi donde descubre la posibilidad de un mundo mejor, por supuesto también cruel, pero donde al menos uno puede soñar y surge una decisión que convive con la ansiedad y el intento de migrar.
El libro de Gurnah puede contarnos un poco sobre sí mismo. Eso sí, a pesar de que las luchas por la independencia se nos vendan como un momento en el que todos pensaban de la misma manera, hay quienes no se identificaron con ella y decidieron salir en busca de lo que constituía sus ideas. Ese podría ser el caso de Gurnah. Además, muchos mozambiqueños abandonaron el país para probar la vida en otras latitudes y lugares, pero eso no los quita del estatus de ser identificados como mozambiqueños.
Para no explayarme más, dejo aquí aspectos importantes. La identidad es un concepto cuya realización debe provenir del individuo, es decir, así es como me veo yo y no como me ven los demás y Gurnah escribió en Twitter que desea este premio a todos los africanos, lo que presupone que se considera africano. De la misma manera colabora con SOAS (una maestra del departamento de Swahili con la que hablé ayer está saltando de arriba a abajo) y enseña “post colonial studies”, además de participar en conferencias y festivales.
Este año Gurnah es uno de los invitados al Festival Ake, además de sus historias que tienen lugar en África, con personajes, nombres y lugares africanos y sobre la condición de los africanos inmigrantes. Gurnah habla swahili y demuestra en el libro Memory of departure que es un buen conocedor de la cultura swahili (tengo el privilegio de ser Nahara lo que me permite identificarme un poco con la cultura swahili). Por eso no veo por qué no celebrar un nobel africano. Y para nosotros, los norteños de la costa de Nampula, tenemos más motivos para celebrar porque Zanzíbar está más cerca de Memba (mi distrito) que de Maputo (la capital de mi país).
Maputo, 9 de Octubre de 2021
(Traducción de Maribel Sánchez Roldán)
*Ruleta Rusa agradece a nuestro aliado editorial Taller Igitur las facilidades para la publicación de este texto.