Maduro no se va a ir nunca por las buenas. Solo se irá por las malas. El problema es que “las malas” en este caso representa el uso de las armas de Donald Trump, el presidente más abominable de la historia estadounidense. ¿Qué significaría para un nuevo gobierno venezolano llegar al poder con este antecedente?

Cada vez que los periodistas en Oslo le preguntaban a María Corina Machado cómo ve una intervención estadounidense en Venezuela, ella se las arreglaba para evadir la pregunta. No es difícil imaginar porqué. Lo que más desea la nuevo Premio Nobel, y lo que más desean los venezolanos que votaron por su partido y que ganaron las pasadas elecciones es deshacerse del régimen de Maduro. Eso está claro. El problema está en, ¿a qué costo?

Por desgracia la Historia ha arrinconado a María Corina en un punto indeseable: el de tener que ponerse del lado de una de las figuras más detestable de la historia contemporánea del mundo occidental.

Un presidente al que le importa un bledo María Corina, la justicia y la democracia y todos los valores que esgrime la oposición en Venezuela, sus intereses geoestratégicos en la región son de otro carácter.

Ella no se ha atrevido a decirlo abiertamente pero llegado el momento lo más posible es que no le quede otra salida que dar abiertamente su apoyo a una intervención violenta

Pero si la oposición venezolana, que goza de la simpatía internacional, se alinea con los cañones de Donald Trump, si acceden al poder tras un derrocamiento sangriento de Maduro, probablemente otra imagen será la que se imponga en los países que hasta ahora la han apoyado.

En América Latina seguirá contando con el club de Milei, Bukele y otros pocos más, claro, pero al resto del continente, incluso los países a quienes Maduro no les simpatiza, no le hará gracia el rol de los yanquis, y después su presencia militar (porque no se van a ir) en esa importante región del continente.

Una intervención militar en Venezuela podría desencadenar en los más variados escenarios. Especulemos un poco:

-Maduro se asusta, se esconde en una choza, como hizo Sadam Hussein, y al fin lo pillan y se lo bajan. Ha habido muchos casos de ‘hombres fuertes’ que terminan haciéndose pis en los pantalones. Este sería mi escenario preferido, pero hum… lo dudo.

-Un ataque por aire y tierra (como han amenazado últimamente) que será repelido por el ejército venezolano y las famosas milicias armadas del chavismo. Va a morir mucha gente y el conflicto se va a extender a Colombia (que ya tiene bastante gente armada) generando más violencia, crisis humanitaria y económica, y, lo que más teme el señor Trump, una crisis migratoria.

-Las Fuerzas Armadas de Venezuela (que tanto han apoyado a Maduro pero de las que se dice que ya no son tan compactas a su favor) podrían abrirse generando dos bandos, los pro y los contra-Maduro, con el pueblo dividido entre uno y otro, propiciando una guerra civil.

-Ante un derrocamiento de Maduro, las milicias podrían convertirse en una guerrilla chavista contra la cual se verá enfrentado el nuevo gobierno.

Debe haber, por supuesto, otros escenarios, pero casi todos nefastos. Este es el dilema en el que se encuentra en estos momentos la líder de la oposición.

¿Puede una premio Nobel de la Paz mostrarse a favor de una intervención militar que arriesga tener consecuencia tan desastrosas para la paz? Y al mismo tiempo, si ella rechazara abiertamente la ayuda militar (como muchos en el continente preferiríamos) sabe que Maduro se queda. Al menos por un largo ahora

María Corina logró salir de su escondite en Venezuela a recibir el Premio Nobel en Oslo gracias a la sofisticada ayuda de los gringos. De ninguna otra manera hubiera podido salir.

Los Estados Unidos tienen el músculo, la tecnología, los recursos económicos y la inteligencia militar para obtener los resultados que se proponen. Si logran derribar el régimen de Maduro, con o sin sangre, si logran poner al partido de María Corina en el poder, que le guste o no a la oposición venezolana, pasarán a ser marionetas del trumpismo.

Estados Unidos no da nada gratis. Este sería un triste resultado para lo que hoy todavía percibimos como la causa justa de María Corina de hacer valer el resultado de las últimas elecciones.

  • Ilustración: Blas Bulnes Benscelli