Cuando ya creíamos que los ánimos expansionistas de las naciones poderosas eran cosa del pasado, han vuelto a resurgir figuras como Vladímir Putin y su aspiraciones de un nuevo Imperio ruso que incluye a Ucrania y otras ex repúblicas soviéticas. Y últimamente Donald Trump y su MAGA que, según él, le da derecho a tomar lo que haga falta para garantizar los intereses y la seguridad de los Estados Unidos. Panamá, Groenlandia, Canadá… todo lo que sirva para hacer a América “great again”. Pero, ¿qué hay de la seguridad y los intereses del resto del mundo?
Cuando ya suponíamos que estas cosas habían concluido con el fin de la Guerra Fría —con el “fin de la Historia”— nos encontramos con que el flamante presidente gringo parece estar desempolvando la vieja Doctrina Monroe, amenazando al mundo con llevarla de nuevo a la práctica.
En América Latina hay, por desgracia, bastante experiencia con esta doctrina. La historia del Canal de Panamá es un buen ejemplo. A comienzos del año 1903, Panamá, o el Istmo de Panamá como se lo conocía en ese entonces, era todavía un departamento de Colombia
Aprovechando el descontento de los rebeldes panameños hacia el gobierno central de Colombia, el gobierno estadounidense de Theodore Roosevelt, que había encontrado problemas para negociar la construcción del Canal con los colombianos, azuzó los ánimos de los panameños, y les prometió el apoyo de la Armada de los Estados Unidos para ayudarlos en la causa de la independencia. Con éxito, como bien se sabe. ¡Cómo se iban a enfrentar los pobres colombianos a la Armada de los EE.UU.!
Entonces, en 1903 Panamá proclamó su independencia, mientras el USS Nashville, un poderoso barco de guerra estadounidense fondeado en aguas del Caribe, se encargaba de impedir el ataque de las tropas colombianas, que se retiraron derrotadas perdiendo un buen trozo de su territorio nacional.
Así, Estados Unidos puso una vez más en práctica lo que se conoció como la ‘diplomacia de cañonero‘. Una estrategia que consiste “en presionar a un país menos desarrollado o poderoso para aceptar un tratado desigual, obviamente favorable al país que presiona; en caso de negativa, se envía un cañonero al mar de dicho país, para bombardear sus puertos y obligarle a aceptar sus condiciones”.
Estados Unidos se ha servido en el pasado lejano y reciente con bastante frecuencia de esta política. Ahora Donald Trump podría estar amenazando con echar mano nuevamente de sus cañones
En su discurso de posesión el pasado 20 de enero, Trump se definió como un ‘Presidente de paz’. ¿Cómo piensa entonces recuperar el Canal de Panamá? Porque que se sepa, los panameños no están muy dispuestos a cedérselo por las buenas. ¿Qué espejitos de oro va a ofrecerles a cambio? Bueno, cualquier cosa que se diga para intentar responder esta pregunta sería por ahora mera especulación.
Pero las palabras del famoso Presidente están como para sacar ampollas no solo a Panamá sino a todos los países de la región. Sobre todo si constatamos que la ‘paz’ que debía hacerse en Ucrania en 24 horas, aún no se ha manifestado. Y la paz trumpista en Gaza pasa por la expulsión de los palestinos de su territorio y reubicación en los países vecinos. ¡Vaya paz!
Por el lado de Groenlandia, otra de las ambiciones expansionistas del flamante Presidente, el asunto podría ser más inminente y peligroso. Hay bastantes posibilidades de que veamos una repetición de lo sucedido en Panamá en 1903.
Independencia de Dinamarca con el apoyo de Estados Unidos. No porque a Trump le den pena los groenlandeses colonizados por el reino de Dinamarca, sino por el potencial de minerales de ese país que quedará, naturalmente, en manos de compañías estadounidenses. Ya estuvo hace unos días allí Trumpy Jr reconociendo el terreno.
La pregunta es, ¿aplicará EE.UU. su diplomacia cañonera en Groenlandia, o se limitará a seducir (y a dividir) a la población local inuit, a la que no le faltan razones para querer desprenderse del dominio danés?
¡Qué poco ha cambiado el mundo en tantos años de historia!
- Ilustración: Magazine Puck