Al momento de escribir este prólogo, cuando el Cerro de Xochitepec se asoma por la ventana, verde y cercano, se anuncia que la variante Ómicron del virus ha llegado a México.
A pesar de ello, el ánimo de las festividades de fin de año y la necesidad de abrazarnos nos lleva a reunirnos, a salir a las calles y seguir adelante. El mundo ha cambiado desde el 2019 de una forma vertiginosa en comparación con otros tiempos y esos cambios son integrados en el arte.
El campo teatral, haciendo gala de la fuerza de más de tres mil años, incorpora la tecnología y otras formas de buscar al público y resurge de la pausa para volver a los escenarios; en la dramaturgia, observo una fuerza para la resistencia y la renovación, con temas diversos, además de obras que tocan las situaciones, emociones y sentires actuales.
A pesar de la pandemia, de las pérdidas, de los vacíos, de las violencias; a pesar de la vacilación y de la perplejidad, escribimos para la escena, con todo eso y lo que nos deja la experiencia, lo que remueve nuestro interior para dejar al descubierto entre los resabios de emociones nuestro ser verdadero.
Juan Manuel García Belmonte reúne cuatro textos para la escena bajo el título Escribir desde el incendio, cada uno de los cuales devela mundos posibles e inciertos
El sistema dramatúrgico mexicano actual no puede sustraerse al entorno caótico, mutante y contingente, así como en otros tiempos tampoco pudo quedar ajeno al contexto de violencia. En estas obras, Juan Manuel intersecta diferentes niveles de realidad y de ficción, imagina universos y propone situaciones inquietantes, apostado en la butaca de la incertidumbre y alumbrado por un fuego interno que se transforma en un incendio de imágenes y palabras. ¿Y cómo escribir si no es desde lo incierto, lo improbable y lo contingente cuando lo que pensábamos estable, fijo, constante se ha vuelto permeable, variable y precario? Así, en estos cuatro textos entraremos en mundos que exploran las relaciones humanas al límite, con el futuro clausurado como combustible del fuego que los alienta.
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En El inicio de las cosas, García Belmonte urde una trama en que se cruzan las coordenadas temporales dentro de un contexto distópico -una constante en los otros tres textos- mientras la noche se desliza en cada escena para revelar el caos del mundo, el origen de la violencia, de las desapariciones, de la enfermedad y de la muerte. Un mundo apocalíptico que se decanta en ataúdes de madera, de cartón, de cuerpos en fosa común hasta cuerpos en bolsas de basura.
El autor propone imágenes que dialogan con los tiempos pandémicos actuales, entramadas en una estructura no lineal que, también, entrevera investigación científica, sueños, deseos para conformar un relato dramático pleno de suspenso en que los personajes buscan una salida para aquello que los abruma en medio del caos. El profeta dice que esta es una peste como otras tantas, y que los rezos y la fe ayudarán a salir del desconcierto, mientras otro personaje teme a la normalidad, algo que antes no se ponía en cuestión.
El inicio de las cosas es un texto pleno de referencias culturales y científicas entreveradas con el drama de los personajes, y planeta el hecho de que la humanidad ha fracasado como especie, pero deja abierta una puerta a la esperanza precisamente porque, a hablar del origen de todo, se puede ver con más claridad el horizonte
Esta obra está construida con una mezcla de realidad y de la escena, amasada con la imaginación dramatúrgica del autor, pues el dramaturgo conoce la materia de la escena y la creación de personajes que han de habitar la escena, y nos deja un sabor de esperanza amarga o de fatalidad agridulce al remontarnos a El inicio de las cosas para tratar de comprender las situaciones actuales.
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En El frío de las ovejas, Juan Manuel se aventura a construir un puente dramatúrgico entre México y Argentina a través de una trama compleja en la que una maleta contiene el enigma de la historia, en un tejido espacio temporal no lineal y con escenas simultáneas que colocan al espectador en mundos distantes geográficamente y contiguos en la escena.
El ritmo de la obra no da tregua y avanza hasta llegar a un final impactante, después de que la incertidumbre y la confusión penetran todos los resquicios de la realidad: la cárcel, el departamento, la situación de los cárteles de droga, el tráfico de órganos, de cocaína y efedrina, y el ámbito de la corrupción. Estos son los hilos que tejen la trama, y la enredan para complicarla, y, para desenredarla Juan Manuel propone una estructura dinámica con imágenes y situaciones poderosas.
El texto está atravesado por la idea del trueque, tanto en su estructura como en la forma en que se gestó, lo cual amplía el alcance de la obra tanto en su contenido como en el sentido de su premisa y abre posibilidades vitales para los personajes, pues el pasado siempre regresa amenazante con lo que se intensifica la fuerza dramática del texto. Debido a las coordenadas espacio temporales de la obra, ésta se inserta en la complejidad de la dramaturgia mexicana contemporánea en la visión de un dramaturgo de hoy.
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Para Catálogo de lo incierto el autor se arriesga con la biografía según lo explicita él mismo, en consonancia con las propuestas dramatúrgicas presentes en los escenarios actuales. Es sabido que, si bien el punto de partida es la experiencia de vida del autor, al crear una obra artística, en este caso una obra de teatro, ésta deja de pertenecerle para ser parte de los otros, de los lectores y espectadores. Sin embargo, el hecho de que la fuente originaria sea la biografía confiere al texto una fuerza peculiar.
Desde el momento en que un autor crea un personaje femenino para darle voz en un texto biográfico, estamos frente a un texto desafiante y complejo, complejidad que se pone de manifiesto en la estructura a partir de piezas, que más que una obra biográfica se convierte en una dramaturgia de la sinceridad
Estas piezas, que podemos entender en su sentido de habitación también, nos invitan a momentos íntimos y, por su brevedad y contundencia, se convierten en suerte de poemas dramáticos.
En este Catálogo de lo incierto, Juan Manuel García Belmonte en cada una de las piezas integra la tecnología que amplifica el drama y hace de la trama un tejido sutil, mediante el video, la grabación, el teléfono, el internet, con lo cual se intensifica la incertidumbre. La obra cuestiona el tema de la edad y la vejez; la relación con el padre, con la madre; la crítica del matrimonio y la pareja; el suicidio, la violación.
Junto con la tecnología está también lo analógico como las fotografías que ayudan a limpiar el pasado o a ubicar las partes del cuerpo y las emociones como en una cartografía que cuenta historias íntimas.
Al igual que en otras obras de este volumen, el dramaturgo deja ver un universo de referencias literarias y científicas en una meta teatralidad significativa que enriquece y amplía la perspectiva de los textos. Así, entreteje breves textos de Alejandra Pizarnik, Oliver Sacks, de Anaïs Nin y del imaginario de películas como Dogville y Leyendas de pasión, lo cual confiere esa sensación de collage o de muestrario de emociones y situaciones. Cada una de las piezas se desarrolla al ritmo de la incertidumbre propia del vaivén en el trapecio inestable.
Esta, en resumen, es una obra metafórica y personal que nos devuelve al principio en esa tina llena de barro, el caldero primordial.
La nueva ciencia es una obra surgida en el contexto pandémico en que nos encontramos desde el año 2020, por lo que considero que tiene un valor de actualidad importante, además de que fue seleccionada en el programa de la UNAM llamado Conexión inestable
La obra plantea un nivel global mundial y otro nivel de lo cotidiano; una situación presencial y otra a distancia, en que se entreveran el principio del deber con el principio de placer, las relaciones amorosas complicadas, que dialogan con el campo científico a través de la voz del personaje que es epidemiólogo, además del campo del arte representado por la actriz, además del campo del activismo encarnado en la hija del epidemiólogo.
En el marco de un orden mundial violento, los personajes que viven en el encierro obligado por la pandemia revelan sus motivaciones e intenciones verdaderas en un encuentro a distancia a través de la plataforma Zoom, en una estructura que mantiene al lector en vilo y aumenta el interés a lo largo de la obra que, si bien, breve relata con agudeza el mundo contemporáneo. Juan Manuel García Belmonte muestra su capacidad y talento para proponer distintas propuestas dramatúrgicas desde la posición vacilante de la incertidumbre para plantear preguntas sustanciales e inquietantes.
Hablemos de dramaturgias en plural por la diversidad de propuestas y trabajos en este campo, más allá de cánones rígidos, y de reglas rígidas. En México, como en otras partes del mundo, la dramaturgia de texto es más permeable que nunca no sólo en relación con la escena, sino con respecto del entorno, del contexto, de otros campos como la economía, la política, la sociología, la literatura.
Tenemos así, la convivencia de dramaturgias más cercanas a estructuras convencionales con dramaturgias como el biodrama, el teatro y realidad, teatro de auto ficción y de alter ficción, entre la otras propuestas. Estas dramaturgias tienen en común ponderar la relevancia de la performatividad, de la escena, de la comunicación con los espectadores ya sea en el convivio que permite en teatro presencial como en el tecnovivio propiciado por las presentaciones dramáticas en las plataformas digitales.
- Fotografía: Ediciones E1