“Las sombras mirándome grave…”
C.R.O.
Bueno, primero, hacemos un café, bien cargado, espeso, sin azúcar, amargo, como nuestros días. Es otoño austral, las hojas de los árboles de diferentes colores contrastando con nuestra existencia gris. El país cayéndose a pedazos. Las ojeras frente a la ventana. La luz del comedor apuntando a la capucha verde. Empezamos a ver cómo la sangre nos reconforta, circulando.
Segundo, Francia. Escribimos un párrafo y lo analizamos. Pero sin analizarlo, hacemos cómo qué lo analizamos, hacemos como que nos importa. Como el presidente.
Tercero, pensamos en qué pasaría si escribieran otros lo que escribimos, si eso nos daría fama, reconocimiento, poder. Nos damos cuenta que no somos como el presidente. Porque nadie nos escribe los discursos. Tampoco tenemos altas pretensiones. Tampoco somos antipatria. Tampoco nos copa eso del incesto. Tampoco nos maquillamos. Tampoco entregamos el culo a Estados Unidos.
Cuarto, hay que ir al cuarto y clavarse una paja. Una vez que estamos vacíos, contemplamos el vacío. Nos lavamos las manos, porque eso sí, somos higiénicos. Intentamos no desvariar. Tarde, siempre tarde, ya estamos en el limbo hace rato. Si no mirá a nuestro candidato.
Quinto. Ponemos quinta. Prendemos un cigarro. Subimos la música. Pensamos. Cómo. Bueno. Miramos por la ventana. Sacamos una foto a la luna. Sacamos una foto al café.
Sexto. Tenemos sexo. Nunca pagamos por sexo. Porque somos pobres. Pero también tenemos con qué. Entonces. Nada. ¿Cómo explicártelo?
Siete. Telo. Te lo resumo así nomás. Te la dejaba adentro. ¿Es tejidito?
Ocho. El infinito. Comemos una hamburguesa. Si es la de tu señora mejor, dirá alguno. Allá le están comiendo la hamburguesa. En fin. Esas cosas.
Noveno. Hablamos con turistas. En inglés. De Michigan. De por ahí. De esas zonas. Nada de política. No, no. De fotografía. De las universidades.
Décimo. Decimos los emos se extinguieron. Dicen: podrían ser tus psicólogos. Son tus psicólogos.
Onceavo. No te hagas el coco, rey, reina, reine. En el reino del revés, dice María Elena Walsh. Entonces vamos a un concierto de Paco Amoroso y Catriel. #tetas.
Doceavo. Miramos algún reel de Davo. Alguna charla de por ahí. Fumamos una naturaleza. Algo de eso, ¿no?
Treceavo. Miramos una serie en Netflix o Cuevana. No pensamos en nada. Vemos Chernóbil de vuelta. Vemos Ozark again. Vemos Peaky Blinders, True Detective, Eric, Marcella, The Killing, River (serie inglesa), Mistic River, etc.
Catorceavo. Anoten estos consejos. Lean los libros que hayan escrito y que no publicaron y bórrenlos a la mierda. Empiecen de vuelta. Pero sin esa carga emocional que pusieron a todos esos escritos de cuatro años de andar yugando a qué. A hacerse los piolas. Lean los cuentos de Borges. Y amárguense.
Quinceavo. Lean a Lovecraft y amárguense porque la traductora mexicana (que dios la tenga en la gloria) que es una excelente escritora y demás. Pero no nos pone la tilde en período. Nos pone periodo. Entonces vemos sangre. Decimos. Claro, vamos por otro lado. Hoy toca potrero.
Dieciseisavo. Respiren. No se olviden de tomar consciencia de que están respirando. De su calvicie. De sus caries. De sus cuadernos apilados. De sus dibujos. De los tatuajes que les faltan. De todas las veces que putearon en el día. Con todo eso hagan un mandala y métanselo en el culo.
Diecisieteavo. Prendan fuego el mandala. Piensen en Nelson Mandela. Piensen en Rayuela. Piensen en su abuela que está en el cielo y cómo puteaba a los noticieros. Piensen en los jubilados. Piensen en el vecino de al lado. Piensen en la película también. Piensen en un tren de carga del norte. Piensen en una mina, abandonada y llena de carbón. Piensen en la minería también.
Dieciochoavo. Respiren. Hagan yoga. Miren una película noruega. Lávense la cara. Sepan que no controlan nada. Sepan que la mujer que te gusta, gusta de otros y que la que gusta de vos no te lo va a decir. Sepan que las mujeres que tienen novio piensan en vos y que vos que tenés novia pensás en otra. Y así.
Diecinueveavo. Piensen en hacer un rompecabezas. Piensen en sacarse las muelas de juicio. Dibujen un árbol. Acaricien un gato. Meen el pasto. Vuelvan a mirar la luna. Ayuno intermitente. Cigarrillo en mano.
Veinteavo. Escriban como si fueran a empezar la primaria de vuelta. Escriban como si estuvieran de vuelta de todo. Escriban como si el amor estuviera a la vuelta de la esquina. Escriban como si el otoño no tuviera una esquina rota. Escriban por la derrota. Escriban por lo que viene. Escriban por si mueren. Escriban por las dudas. Duden siempre. Pero escriban. Piensen en sus seres queridos. Inventen su suerte. Y vuélvanse a mirar en el reflejo de la ventana. Y vuelvan a hacerse un café. Y ahora sí. Agarren el primer libro. Manden ese mensaje. Báñense. Córtense el pelo. Aféitense. Y ahora sí. Escriban ese ensayo.
21. Blackjack.
22. “Ya no duermo con armas”.
23. Ya saben quién.
- Pintura: Leonid Pasternak