Rea Papadopoulou es una neocartógrafa de las emociones y el entorno decadente donde otrora florecieron esplendores hoy rotos por la posmodernidad, por el avance fagocitante de la industrialización.
Papadopoulou (Atenas, Grecia) hace una oda figurativa de los oscuros árboles que aún permanecen de pie, altivos, ante el avance irrefrenable del ‘progreso’ grosero que devora la naturaleza a su paso, aunque no logra aún vencer el orgullo de los dioses caídos.
“Hoy en día, en ese barrio de Atenas, sólo crecen la maleza urbana y árboles invasores (…) cualquier rastro que pudiera quedar de la topografía del pasado se pierde bajo el polvo y el ruido del día. Por la noche, sin embargo, la escena se transforma. El horizonte lejano se desvanece y de la oscuridad surgen sombras de exuberante vegetación antigua y nueva, de almacenes de piedra y pequeños islotes de moradas y viviendas en medio del desordenado paisaje industrial”, ha dicho Papadopoulou sobre esta melancólica serie.
Ruleta Rusa te sugiere escuchar, mientras observas las imágenes y lees, la sonoridad nebulosa de Manet y la poesía lacerante de Elizabeth Barrett Browning.
Mi corazón y yo
I.
¡Basta!, estamos exhaustos, mi corazón y yo,
Reposamos ambos al costado de esta lápida
Y deseamos que fuera nuestra esa inscripción.
El musgo reimprime tiernamente del masón
Y su cuchillo las rígidas tipografías,
cual el dulce azur que a la vida de aquí renueva;
esa vida que agotó a mi corazón y yo.
II.
Ve lo exhaustos que estamos, mi corazón y yo
Hemos confiado en los hombres, lidiado con libros,
Y la pluma en toda nuestra sangre se ha empapado
Como si esos colores no pudieran volar.
Hemos ido en línea recta hacia la fortuna,
Hemos dado tanto para conservar amigos
Que ya nos agotamos, mi corazón y yo.
III.
¡Cuán cansados estamos mi corazón y yo!
Parecemos en desuso para todo el mundo;
Las fantasías penden grises, desbaratadas
Ante los ojos indiferentes de los hombres;
Pero esta voz nuestra, que también a ti te aturde,
Te dejará dormir; tan sólo es humedad nuestro
Llanto: ¿Qué hacemos aquí… mi corazón y yo?
IV.
¡Exhaustos, tan exhaustos mi corazón y yo!
Así no sucedía en aquel tiempo de antaño
Cuando Ralph* se sentaba conmigo junto al tilo
A ver el crepúsculo posarse sobre el cielo:
“-Querida, luces muy agotada” -Me decía…;
Hoy sonrío y le niego con la cabeza: “-Ahora
“es cuando estamos hartos, mi corazón y yo”
V.
¡Exhaustos, tan exhaustos mi corazón y yo!
Ya no tengo a nadie que me tome con su brazo
Y me oville para cálidamente besarme ,
Hasta que el aliento se consuma en un suspiro
De alegre languidez. Ahora que estamos solos,
Desolados, sin besar…mi corazón y yo.
VI.
Fulminados estamos, mi corazón y yo.
¿Es verdad que el mundo trae consigo diademas
Para tentarnos, incrustadas con varias gemas
De poderes y placeres? Vamos a probarlo.
Nosotros rara vez prestamos nuestra atención
A un niño hermoso, o a Dios y su cielo tan azul…
Estamos tan exhaustos, mi corazón y yo.
VII.
¿Alguien se queja? ¿Será mi corazón y yo?
En este planeta abundante no cabe duda
Hay poco espacio para las cosas desgastadas:
Desdéñalas, rómpelas y lejos luego arrójalas…
y si antes de los días grises fuimos amados
o solíamos serlo…bueno, pues suficiente
creo que hemos tenido, mi corazón y yo.
Elizabeth Barrett Browning
Traducción de Luis Vargas Tapia









