Pasaron dos años para tener de nuevo una producción presencial y “Don Giovanni” llegó al Teatro del Bicentenario; la última de las cuatro funciones será en el Juárez.
La ópera volvió, volvió arrebatada y libérrima como no lo había hecho. Luego de casi dos años de ausencia por la pandemia, Don Giovanni se plantó en el Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña y lo hizo con estrépito, sin miramientos.
Una versión contemporánea de la pieza mozartiana alborotó los ánimos de la concurrencia que se bebió las tres horas de duración del montaje en su primera función.
En coproducción con el Teatro Principal de Palma de Mallorca y el Instituto Estatal de la Cultura (IEC), además de la colaboración de la Universidad de Guanajuato (UG), la puesta con dirección de escena y escenografía del español Paco Azorín, cumplió bien su cometido en estas tierras.
La historia del célebre libertino que ha sido elevado a la categoría de adjetivo común y mito, se descifró en una clave actual donde el vestuario fosforescente, la motocicleta roja, las bicicletas, la cámara en tiempo real y algunas proyecciones a lo kitsch, fueron la constante.
Con un vértigo y bien plantado equipo de solistas, una de las más célebres óperas de Mozart ganó los aplausos de pie de un público embelesado

Son dos actos donde se conocen las estratagemas de este seductor para enamorar a cuanta mujer encuentre a su paso, “más de mil tan sólo en España”, se cantaría en algún momento.
A partir del asesinato del Comendador, padre de Donna Anna, quien muere a manos del libertino para impedir que este deshonre a su hija, se deshilvana todo el entramado que lleva al protagonista a urdir engaños, tejer enredos incluso en la boda de dos jóvenes campesinos y justificar una y otra vez su comportamiento ante los otros.
Hábil y escurridizo, Don Giovanni sabrá esconderse, tener protección, ganarse el amor de las mujeres e ir sorteando cada dificultad ya en asomos de comedia, ya en embates de melodrama o con visos trágicos.

Armando Piña ofrece un destacado Don Giovanni, que luce en cada interpretación y hace una mancuerna excelente con Sarah Traubel, la espectacular soprano alemana reclutada al montaje y que fue de lo mejor de la puesta.
No sin menor fulgor, Leonardo Sánchez, Marcela Chacón, Rodrigo Urrutia, José Luis Reynoso, Esteban Baltazar y Carolina Torres complementan un muy destacado ensamble belcantista que muestra la casta, una energía intensa para mantener una ópera difícil en su interpretación.
La escenografía se sirve preponderantemente de una enorme estructura móvil compuesta por diferentes alturas que sugieren algunos de los múltiples espacios escénicos de la acción que se desarrolla en Sevilla a mediados del siglo XVI.
Paco Azorín opta por las proyecciones, que el grupo de figurantes mueva la escenografía, que ellos sean una presencia constante, casi sin desaparecer en toda la obra y en otros casos, sirvan como compañía de los protagonistas

Con libreto del italiano Lorenzo da Ponte, basado a su vez en El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de Tirso de Molina, esta versión de Don Giovanni (el estreno fue en Praga en 1787) es un ejercicio desenfadado, gozoso para cautivar a un gran espectro de audiencias.
En la dirección musical, el titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), Roberto Beltrán Zavala, logra una confabulación acertada y sus músicos destacan en todo lo alto.
Acompañando a Paco Azorín, el equipo creativo que desembarcó para armar la puesta lo conforman Carlos Martos en la coreografía y movimiento escénico, Ana Garay como diseñadora de vestuario, Pedro Yagüe en iluminación, Pedro Chamizo firma el diseño audiovisual, mientras que Carles Capdet asumió la coordinación técnica.
Además del Teatro del Bicentenario que agotó los boletos del espectáculo casi a las dos semanas de haberse anunciado, la ópera tendrá una última función en el Teatro Juárez este 14 de noviembre.
- Fotos: Teatro del Bicentenario