El autor de Neurosis Miami, Gastón Virkel (Argentina, 1972), nos invita a adentrarnos en los pliegues de una novela híbrida, construida desde la experiencia del desarraigo y la fascinación televisiva, pero también desde la lucidez crítica sobre el oficio de escribir y las máscaras culturales de la migración.
A través de un diálogo reflexivo y agudo, descubrimos cómo surgió Boris Finkelstein —un personaje atravesado por la impostura y la nostalgia—, el peso simbólico de Miami Vice, la potencia narrativa del huracán Wilma, y los desafíos de mezclar prosa, guion y crónica en un mismo artefacto literario.
Lejos de las fórmulas, el autor nos entrega una obra que se resiste a las categorías tradicionales, explorando los bordes entre la realidad y la ficción, lo latino y lo anglo, lo íntimo y lo pop.
¿Qué motivaciones personales o vivencias específicas inspiraron la creación del personaje de Boris Finkelstein y su narrativa de impostura y simulacro?
Yo mismo fui un redactor que llegó a Miami para trabajar en MTV y sufría esa sensación de impostura que creció durante las primeras épocas en ese nuevo rol. Yo venía de trabajar en un canal de cine en el que me pagaban por ver películas y redactar los trailers promocionales. Por otro lado, mi fuente de información en temas relacionados con bandas y rockstars, provenía de amistades que estudiaban y practicaban algún instrumento. Por todo eso, a mí no me sucedía los mismos que a otra gente para la que MTV representaba el oráculo de lo que pasaba en el mundo de la música. Más allá de eso, todo lo que le sucede al personaje es ficción pura.
Miami Vice aparece como una obsesión y una estructura simbólica para toda la obra. ¿Por qué esa serie, en particular, se convirtió en el corazón de esta historia?
Yo miraba mucha tele. Me encantaban las series. Y cuando era chico, Miami Vice resultó la pérdida de la inocencia. Los buenos no siempre ganaban como en los otros productos de corte hollywoodense. Así que, cuando llegué a Miami, tuve la revelación de escribir algo relacionado con ese show. De a poco me di cuenta de que no se trataba de una idea original: todo autor que pisaba suelo miamense tenía la misma idea. Por eso llegué a la conclusión de que, o abandonaba la tarea, o escribía algo gigante alrededor del tema. Meterse en la piel de un actor que fue eliminado del piloto del show y quedó fijado a esa época de su vida me resultó un buen disparador. Porque algo que tenemos los escritores, algo que forma parte de nuestra paga, consiste en la posibilidad de investigar a fondo sobre algún tema. Y yo tenía muchas ganas de conocer el behind the scenes de División Miami (como se llamó en Argentina).
La figura femenina de Wilma es compleja, contradictoria y poderosa. ¿Cómo fue su construcción y qué representa dentro del universo masculino de Boris y Sammy?
Wilma es el motor de la trama. Sin Wilma, nada sucede. Tanto en el pasado como en el presente de la historia, el aura de esta mujer, su magnetismo, mueve montañas. Hubo varios momentos que contribuyeron al crecimiento de ese personaje. Al principio, cuando trabajaba en los arcos dramáticos de Boris y de Samuel, notaba que a ese universo le faltaba un centro. Que esos personajes debían obtener la energía para hacer avanzar la historia de alguna fuente externa. A medida que fui desarrollando a Wilma, la iba disfrutando más. Construir un personaje distinto a uno mismo constituye una de las tareas más desafiantes y al mismo tiempo gratificantes de la escritura. Uno tiene que dedicarse a observar, imaginar la intimidad, asignarle una neurosis. Lo segundo que definió a Wilma fue un chiste. Yo suelo utilizar el humor, humor ácido principalmente, y el caos. Algo que brota del inconsciente, aunque parezca no tener mucho que ver con la historia, suele convertirse en un desafío que obliga a reescribir la historia. En este caso, —perdón por el spoiler—, cuando la trama los lleva a la Riviera Maya durante el paso del huracán Wilma, esa irrupción me reveló tanto el nombre del personaje como su personalidad. Los que alguna vez estuvimos haciendo refresh en el mapita para ver si nos mata un viento fuerte o tendremos unos días sin electricidad para terminar esa novela larga que nos ha atrapado, nos escapamos de la trayectoria de una mujer que viene hacia nosotros Categoría 5.
¿Qué desafíos implicó mezclar distintos registros narrativos (prosa, guion televisivo, crónica cultural) dentro de un solo libro? ¿Cómo pensó esa hibridez desde la escritura?
No creo que esa decisión haya sido muy pensada. Diría que fue algo que surgió naturalmente. Soy escritor y guionista, trabajo en la industria audiovisual desde que las plataformas eran canales de televisión. Siempre busco formas de unir estos dos mundos. El carácter híbrido tal vez esté en la identidad misma de lo que escribo. Pero en este caso en particular, me llamó mucho la atención el desafío de incluir un guion en un género literario como la novela. Primero porque todo lector ha visto películas. Pero la gran mayoría de ellos, nunca ha leído un guion. Y segundo porque se trata de un trabajo técnico cuya función no implica que sea publicado. No está pensado para ver la luz. Es más un manual del que se valen cada uno de los implicados en un contenido audiovisual para estar todos en la misma página. Información despojada de belleza, de estilo literario. Tarantino dice que la primera vez que leyó un guion de Walter Hill, entendió que debían escribirse para ser leídos, para ser disfrutados. Que no tenían por qué ser tediosos como la gran mayoría de los que llegaban a sus manos más allá de la historia que estuvieran contando. No hay metáfora ni ironía que no provenga de la acción. El estilo suele ausentarse. En Neurosis Miami, me tomé algunas licencias, pocas. Respeté su esencia pero a la vez intenté que fuera amable su lectura. Y otra característica, tal vez muy “meta”, tiene que ver con que mientras la parte novelada fue trabajada y afinada por años, el guion quedó mucho más raw. Más crudo. Porque tiene un carácter de work in progress, de algo vivo y a mitad de camino, y porque era el trabajo de un autor incipiente, alguien en los comienzos de su carrera.
Neurosis Miami parece escrita desde un lugar de desarraigo, pero también con una lucidez crítica sobre la pertenencia, la migración y la identidad cultural. ¿Cuál fue la búsqueda literaria e ideológica detrás de esta obra?
Qué buena pregunta. Lo primero que mencionaría es que yo no me siento a escribir una novela pensando en un tema o una ideología. Supongo que la escritura me lleva a abordarlos en el camino de simplemente querer contar la mejor historia posible. Se revelan. Lo que sí estaba claro tiene que ver con que muchos inmigrantes, un porcentaje muy alto llega a los Estados Unidos con mucho esfuerzo. En una ciudad como Miami, todos los días estamos a un grado de separación de alguna historia fascinante y dolorosa de migración. Empezando por el exilio cubano. Por mi lado, yo soy un privilegiado que llegó aquí en avión, con papeles, trabajo, algunos amigos. Pensaba que podía contar otra historia. Qué pasa cuando tienes resuelto lo básico. ¿Se acaban los obstáculos del inmigrante? Pues no: aún queda el choque cultural de despertarse cada día en otro país del que no se entienden muchas cosas. Todavía es un montón.
- Foto: Especial (portada del libro ‘Neurosis Miami’)