Hay que distinguir entre la indiscutible creación artística de Rusia y el apoyo a un solo líder que decidió iniciar la guerra contra Ucrania.

Ir a por ellos, parece la consigna, que se jodan, no más. El arte y la cultura rusa están en asedio desde el inicio de la guerra contra Ucrania.

Se confunden las decisiones de un individuo, Vladimir Putin, para demonizar la producción artística y a sus creadores.

Que se aniquile a los músicos, los arquitectos, los escritores, sus cineastas, actrices, bailarinas, sopranos, todo lo que huela a esa nación debe ser al menos motivo de sospecha o sanción.

La cargada contra las agrupaciones y creadores soviéticos está a la orden del día

Demos un repaso a las noticias del último mes y por doquier hay cancelaciones, exposiciones clausuradas, artistas que no llegaron a firmar el contrato u otros más fueron despedidos por declarar públicamente o no, su apoyo, rechazo o guardar silencio a las acciones de Putin.

Los ministros de Cultura de la Unión Europea han abolido cualquier tufo en sus países de todo aquello maloliente ruso.

Mas no queda en el boicot a los artistas contemporáneos, se ha puesto en el debate el colmo de la ignorancia, atentar contra la escritura de Dostoyevski y Tolstói. ¿En qué cabezas cabe tal locura?

Al demonio entonces con Chéjov, Gógol, quémese el cine de Tarkovski, las partituras de Tchaikovsky, que no se toque más nada. De paso hay que borrar a Kandinsky de la historia del arte.

Ante la barbarie de la guerra, la cultura es lo que permanecerá porque ésta es inmortal

La demencia no debe apoderarse de las élites del poder de la cultura, muchas de las cuales sin recato han abolido de tajo cualquier relación actual con la creación proveniente de Rusia. Se quiere castigar a un país y a un hombre dictatorial, claro está, mas todos los huevos se han puesto en la misma canasta sin distingo.

Cannes anunció que no recibiría a una delegación de Rusia si la invasión a Ucrania continúa, mientras que Venecia rechazó claramente proyectos oficialistas.

Algo inédito y que ha causado mucha controversia al menos en redes sociales es cuando -lean bien- catorce ciudades en el mundo anunciaron la suspensión de relaciones con editores rusos.

La Conferencia de Editores de Ferias Internacionales del Libro se aliaron a la condena internacional contra Rusia y las ferias que organizan cada año, entre las que se incluye la FIL de Guadalajara, firmaron un comunicado donde Bogotá, Bolonia, Bruselas, Budapest, Frankfurt, Gotemburgo, Guadalajara, Jerusalén, Leipzig, Praga, Sao Paulo, Seúl, Taipei y Varsovia toman la medida de reprimir a la Rusia de Putin.

¿Quién o quiénes aplican el rasero? Hay que tener mucho cuidado en no estigmatizar y tomar a cualquier artista ruso como portavoz de su Presidente

Cancelada pues, la representación de Rusia en la Bienal de Venecia de abril aunque muchos creadores también han condenado públicamente la guerra que ya lleva más de un mes en Ucrania: los directores de los teatros Bolshoi de Moscú y Alexandrinsky de San Petersburgo, Vladímir Urin y Valery Fokin, junto con artistas como el violinista Vladímir Spivakov o el actor Oleg Basilashvili firmaron un manifiesto.

En el álbum de las reacciones en el ámbito artístico se encuentra la de Elena Kovalskaya, quien dimitió como directora del teatro estatal Meyerhold de Moscú: “No se puede trabajar para un asesino y recibir un salario de él”, publicó en su cuenta de Facebook.

Caso contrario es el del director de orquesta Valery Gerguiev, cercano a Putin y que, ante la negativa de condenar públicamente el ataque, fue despedido de la Scala de Milán y como director de la Filarmónica de Mûnich.

La soprano Anna Netrebko, que sí publicó un mensaje de condena a la guerra, declaró que “obligar a los artistas y a cualquier figura pública a expresar públicamente sus opiniones políticas y condenar a su patria es inaceptable”.  A pesar de eso, la Ópera Estatal de Baviera canceló todos sus compromisos con la cantante.

Reino Unido paró en seco la gira que tenía el Ballet Estatal de Siberia; y la Royal Opera House de Londres ha anulado la temporada de danza del Bolshoi

Esta andanada contra el arte y la cultura rusas parece no tener fin porque la invasión a las ciudades ucranianas continúa.

Hay que peguntarse si la cultura es un precio que hay que pagar por los límites del poder o si condenar al descrédito y la indigencia a la cultura rusa fuera de su propio país es válido.

Algunos se preguntan si la tolerancia de los países occidentales a Putin fue solo por su enorme legado artístico, cultural y deportivo de ese país.

En tanto, en mis libreros atesoro con ahínco las ediciones de las novelas de Dostoyevski, las publicaciones en pasta dura de Guerra y Paz de Tolstói, la oferta que adquirí de Vida y destino, esa monumental elegía de Vasili Grossman, y sigo aprendiendo sin par de las obras dramáticas de Chéjov. Me declaro también fan del cine y teatro rusos, aunque las tropas de Putin han bombardeado sin recato dos teatros maravillosos en dos ciudades distintas de Ucrania.

De las cenizas surge la belleza y en esos teatros, al menos en uno de ellos, la compañía sigue con sus ensayos, ha cubierto con libros las ventanas y las teclas de un piano sustituyen a los sonidos de las sirenas de alarma al tiempo que dos actores se encuentran cara a cara y dicen sus textos… porque la esperanza del estreno no cesa así sucedan mil tragedias.

  • Ilustración: Lila Brick