El nuevo escándalo por abusos sexuales a menores por más de 300 sacerdotes e integrantes de la Iglesia Católica en Pensilvania, Estados Unidos ha generado un repudio internacional y una petición directa al Vaticano de asumir responsabilidad.

Desde dentro de la iglesia las voces críticas han sido directas en señalar que no basta pedir perdón.

No basta con pedir perdón. Las estructuras que permitieron o facilitaron los abusos deben ser aniquiladas, y aniquiladas para siempre (…) Los escándalos de abusos en la Iglesia han provocado un arraigado resentimiento entre los creyentes. No es solo rabia ante el horror de estos abusos, sino rabia por el papel desempeñado por la jerarquía eclesiástica al agravar el sufrimiento de tantos seres, en instituciones para niños, para madres solteras o para mujeres vulnerables“, dijo en su homilía dominical el arzobispo de Dublín, Irlanda, Diarmuid Martin.

Algo en lo que coincide el fiscal general de Pensilvania, Josh Shapiro, para quien es necesario que el Vaticano colabore aceptando las recomendaciones que el gran jurado hará sobre el tema que ha causado conmoción mundial.

Luego de dos años de investigación fue publicado en días pasados un informe que da cuenta de abusos sexuales a cerca de mil menores de edad, desde 1943 en Pensilvania con el encubrimiento de obispos y cardenales. El Vaticano supo de los primeros casos en 1963 y no hizo nada

Este fin de semana el Vaticano hizo público un comunicado en el que manifiesta “dolor y vergüenza” por los hallazgos del jurado investigador. Aunque el Papa Francisco no ha fijado una postura directa sobre el castigo a los abusadores. Ni tampoco sobre la actuación determinante del cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Pittsburgh (Pensilvania) durante 18 años, ahora en el arzobispado de Washington, principal encubridor de los abusos.

Los abusos descritos en el informe son reprobables, criminal y moralmente“, ha dicho Greg Burke, director de la oficina de prensa del Vaticano, según reporta la CNN.

Los horrores de este nuevo episodio incluyen, según lo publicado por el Tribunal Supremo de Pensilvania, casos como la violación de una niña de siete años, el un sacerdote que obligaba a los menores a confesarse tras abusar sexualmente de ellos, el caso de una niña que fue obligada a abortar, o la de un cura que coleccionaba orina, vello púbico y sangre menstrual de las menores que abusaba.

Los sacerdotes violaban a niños y niñas pequeños, los hombres de Dios fueron responsables no sólo de no hacer nada, sino de esconderlo. Durante décadas. Monseñores, ayudantes de obispos, obispos, arzobispos, cardenales fueron protegidos. Algunos ascendidos“, se expone en el informe del Tribunal Supremo de