La consigna del presidente Andrés Manuel López Obrador, de “abrazos, no balazos”, contra el narcotráfico, sigue teniendo consecuencias desastrosas para México. Ayer narcos sacaron de un velorio a 17 personas que terminaron ejecutadas.

Formadas en fila, con las manos en la nuca y contra una pared, 17 personas fueron fusiladas por narcotraficantes en la localidad de San José de Gracia, Michoacán, a plena luz del día, según se muestra en un video que circula en redes. Se especula que los narcos son parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

El comando de narcos llegó en camionetas llenas de hombres con armas largas a un velorio de donde sacaron a quienes serían asesinados minutos luego. Ni las autoridades de Seguridad de Michoacán ni la Guardia Nacional lograron capturar a nadie. Algo que es muy común tras las tropelías de los narcos.

Esta nueva masacre evidencia un Estado fallido y sin garantías de seguridad para los ciudadanos mexicanos, y se suma a la impunidad por la toma de la ciudad de Caborca, Sonora, donde por más de 6 horas un comando de narcos aterrorizó la ciudad con balaceras y secuestros sin que ninguna autoridad interviniera, hasta que los sicarios de los hijos de El Chapo Guzmán abandonaron la ciudad tranquilamente.

Desde ese día en Caborca aplica el toque de queda. Lo mismo que en la ciudad de Colima donde la primera semana del mes de febrero también los narcos provocaron un caos con balaceras y un saldo de 24 muertos durante varios días de refriega en los municipios de Colima, Villa de Álvarez, Coquimatlán y Manzanillo, con daños además a vehículos y casas.

En México la violencia del narco se ha incrementado bajo el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, que no hace nada al respeto, acumulándose en sus tres años de gobierno más de 100 mil asesinatos, el periodo más violento desde la Revolución

La matanza provocada por los narcotráficantes sigue impune en México, al que se considera un narcoestado.

Este mes en Zacatecas, estado también gobernado por Morena como Michoacán, donde la violencia es persistente con balaceras, cuerpos arrojados a las calles y colgados en puentes, vivió un último escenario de terror el sábado 12 de febrero cuando seis jóvenes -tres mujeres y tres hombres- fueron secuestrados por narcos al salir de una discoteca. Una joven escapó y dio aviso a las autoridades.

La matanza de los jóvenes -una de ellas mutilada- provocó una protesta multitudinaria en Zacatecas. Hasta el momento no hay responsables.

También a principios de mes en la comunidad de Aguililla, Michoacán -en la sierra- se descubrió un nuevo escenario de horror. Los narcos ahora usan minas caseras antipersonas para asesinar. Ya hay un muerto y dos heridos por estos artefactos.

Ante todos estos hechos recientes, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha guardado silencio absoluto.

Ya desde el año 2019 tras la liberación de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, en el tristemente célebre ‘Cualiacanazo‘, la prestigiosa periodista Anabel Hernández -exiliada en Alemania por amenazas y ataques del narco- lo decía con claridad.

La verdad es que, hasta ahora, el gobierno de AMLO no usa la fuerza violenta ni no violenta del Estado para combatir a los carteles de la droga que operan en todo el país. Para desmantelar la corrupción y las empresas que lavan dinero no se necesita ninguna bala, o poner en riesgo a la población, solo la inteligencia y voluntad. Pero esto tampoco lo ha hecho hasta ahora”, criticaba desde entonces la periodista de la DW en una columna sobre el ‘Culiacanazo’, respecto de las mentiras del gobierno de AMLO y su pasividad ante la violencia desatada por el narco.