Decepcionante partido del León ante un sobrio rival. El Tuca le ganó en la pizarra a Torrente con una faena de aliño. La Fiera casi nunca encontró el balón y Tigres, con Pizarro imperial y un gol de Gignac, se acerca a la final.  

     

En el fútbol no siempre gana el mejor. Ayer sí. Un León desdibujado y ausente apenas hizo cosquillas a un rival que a base de presión alta y control inofensivo del balón pudo dejar sentenciada la semifinal. Lo mejor, sin duda, fue el resultado. La Fiera está viva y pese a la siesta de anoche viaja con opciones al reino del Tuca.

El equipo de Torrente se deshizo rápido y por el medio. A los veinte minutos el naufragio del ‘Recodo’ y Leo López era evidente. Y pidieron auxilio. Pero a Montes y a Elías no les llegó el mensaje. Se los llevó la marea y apenas participaron del juego colectivo. Con el talento local inmóvil en la cal, Pizarro se dio un festín por el centro. Robó, tocó, pegó y mandó sin complicarse la vida. Con la ayuda de Dueñas, la movilidad de Damm y el posteo de Gignac (en la imagen, tras el gol) el partido se convirtió en un rondo amarillo.

Aún así, y en una de sus pocas salidas, el León tuvo tiempo de marcar un gol en claro fuera de juego. Fue un espejismo. El partido se hizo feo e impreciso. Y la figura de Pizarro siguió creciendo.

La pelota era amarilla y los jugadores del León se acercaban a la banda a pedir ayuda al entrenador. Un detalle que, por reincidente, no transmite buenas sensaciones

Con el dominio insulso de Tigres se llegó el descanso. Luego la cosa se puso un poquito peor. Sin reacción táctica y salvo un fogonazo de Cano, los locales no intentaron incendiar el partido hasta que Gignac dislocó la cintura de Novaretti. Doloroso golazo. Preciso envío de Sosa y movimiento de crack del francés. Reaccionó el León y la tuvo Boselli tras un delicioso servicio de Fernando Navarro, el más activo. Arriba y abajo.

Por el camino, Burdisso se disfrazó de Michael Phelp tras recibir un cabezazo del omnipresente Pizarro. La entrada de Maxi dio un poco de oxígeno cuando el equipo encontró el balón. Fueron pasajes cortos y sin convicción. La búsqueda incesante del penalti salió cara. La verbena defensiva del final, muy barata. Lo de nadar y guardar la ropa no va con este equipo. Por eso aún hay esperanza. Si recupera su esencia, la Fiera aún tiene algo que decir. Para eso necesitará concentrar todo su talento en el once titular del próximo sábado en el Volcán. Más dura fue la conquista de Tijuana.

 

  • Foto: Gesto de Gignac tras marcar el 0-1 / Federación Mexicana de Fútbol