Las tensiones políticas de la Unión Europea con Bielorrusia y Rusia han orillado esta semana a una revisión del Código de Fronteras Schengen para frenar la ‘ola migrante’.

La Comisión Europea determinó un cierre de fronteras más estricto ante lo que considera una amenaza por el uso de migrantes como “arma política”, luego del conflicto entre Polonia y Bielorrusia.

La propuesta planteada en Bruselas, sede política de la Unión Europea (UE), considera que los 27 estados miembros deben tener una “mayor coordinación”, en el control de las fronteras.

Fortaleceremos esta joya de la corona tan emblemática de nuestro estilo de vida“, aseguró en rueda de prensa el vicepresidente comunitario Margaritis Schinas, según registra el diario La Vanguardia.

El Código de Fronteras Schengen -instaurado en 2006-, es uno de los mayores logros de la UE para garantizar un tráfico libre comunitario, se verá modificado ante la nueva situación que supone la ‘ola migrante’ que empuja Bielorrusia, apoyada por Rusia

La frontera de Polonia con Bielorrusia se ha convertido en un ‘polvorín’ ante la actitud de Bielorrusia para dar paso libre a migrantes de Medio Oriente rumbo a la UE.

La UE matiza la nueva postura justificando que la medida tiene más origen en las condiciones sanitarias por la pandemia a fin de “hacer frente a las amenazas en el ámbito de la salud”.

Grosso modo la medida de cierre de fronteras establece restricciones temporales de viaje, sin afectar a los ciudadanos de los estados miembros de la UE, y “viajeros esenciales”.

La reforma al Código de Fronteras Schengen plantea un nuevo mecanismo de salvaguardia común en todas las fronteras de la UE, lo que significa un control más férreo en el ingreso de visitantes. Un eufemismo para dar carta abierta a controles policiacos selectivos durante al menos dos años.

Ahora los estados miembros de la UE podrán responder a “los movimientos no autorizados dentro del espacio Schengen” con el uso de la fuerza para replegar las ‘olas migrantes’.

Las reformas planteadas aún deberán ser aprobadas por el Parlamento Europeo, algo que supone un mero trámite ante las tensiones geopolíticas que se han reactivado con las dinámicas de Bielorrusia y Rusia -que amenaza con una invasión militar a Ucrania-.