La libertad de expresión en México cada día implica más riesgo. Y ejercer el periodismo es casi una condena de muerte. Aún más con el presidente Andrés Manuel López Obrador azuzando contra los medios de comunicación críticos a su gobierno.

El avance en la matanza contra periodistas es grotesco. La semana pasada asesinaron a tres más. Con AMLO la protección a periodistas ha sido peor que bajo el mandato de Enrique Peña Nieto. En ocho meses van 12 asesinatos, por ello la CIDH volvió a llamar ayer la atención del gobierno federal que sigue haciendo oídos sordos al problema.

La Relatoría Especial insta al gobierno federal a adoptar pasos decisivos para reforzar el Mecanismo Federal de Protección para personas defensoras y periodistas e incrementar de modo urgente la coordinación con los Estados para tal fin, así como dotar de recursos y dar prioridad a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Contra la Libertad de Expresión (FEADLE), de acuerdo a las recomendaciones realizadas en el Informe Especial sobre la Situación de la Libertad de Expresión en México 2018, producto de la visita conjunta de las Relatorías Especiales de la CIDH y para la Libertad de Expresión y Opinión de Naciones Unidas (ONU).

Esta oficina ha contabilizado 10 asesinatos contra periodistas que podrían estar vinculados con su labor en lo que va del primer semestre del 2019, pérdidas que se dirigen a silenciar a quienes son más indispensables para dar a conocer la situación de conflicto e inseguridad, corrupción y criminalidad de algunos Estados de México. También observa con preocupación el  incremento de ataques contra las empresas de medios de comunicación en el país, lo que evidencia que la crisis de violencia contra periodistas en México persiste”, le recuerda a AMLO la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tras recomendar, nuevamente, que refuerce los mecanismos de protección.

La semana pasada ha sido la más crítica, durante el mandato de AMLO, para el sector periodístico pues se registraron tres asesinatos y el ataque a las instalaciones de un medio de comunicación que ha optado por cerrar su edición impresa

Los últimos rostros de la matanza de periodistas en México. (de izq. a der.) Rogelio Barragán, Edgar Nava y Jorge Celestino.

Los asesinatos de Rogelio Barragán, director del medio de comunicación ‘Guerrero al instante’ (Morelos), Edgar Alberto Nava, director del portal de noticias ‘La verdad de Zihuatanejo’ (Guerrero) y Jorge Celestino Ruiz, del diario ‘Gráfico de Xalapa’ (Veracruz), además del ataque con bombas ‘molotov’ a las instalaciones del periódico ‘El Monitor del Parral’, en Chihuahua, hablan del riesgo que implica hoy hacer periodismo en México, ahora que ya no gobiernan ni el PAN ni el PRI.

Diversos organismos internacionales han reiterado a AMLO, desde que asumió el poder, la necesidad de reforzar los mecanismos de protección y erradicar la impunidad en los asesinatos de periodistas, pero el Presidente de México ha hecho oídos sordos.

Aún más, el Presidente López Obrador se ha mostrado aún más crítico contra la prensa que no atiende a sus intereses, o le aplaude, como desea. Su repudió público al diario Reforma, alcanza ahora al semanario Proceso, el Financial Times y hasta el portal Sin Embargo, uno de los medios más críticos en México. PAra AMLO todos los medios que no le aplauden son conservadores o fifís.

En junio pasado AMLO rechazó la invitación del Comité para la Defensa de Periodistas para hablar del impacto que están teniendo sus ataques en la inseguridad de los periodistas, según reveló la columnista internacional Dolia Estévez.

No es digno de la investidura presidencial estigmatizar a la prensa no zalamera. Ni tampoco es digno arrastrar el debate al desagüe. Actuar de esa manera vuelve más vulnerable a un gremio bajo fuego y daña la reputación del país. El tipo de críticas que AMLO lanza contra la prensa no son constructivas y pueden tener consecuencias potencialmente funestas”, escribió Estévez la semana pasada en el portal Sin Embargo.

Palabras que parecen profecía, pues las consecuencias de su actitud hostil están a la vista.