En Siria, la muerte por causa de la guerra es cotidiana como la lluvia por la tarde en la selva ecuatorial. La guerra tiene unas normas que no cumplen ni quienes pueden ganarla con el reglamento en la mano. Cuando  la guerra termina, la historia justifica al ganador.

Recientemente atentaron contra autobuses de refugiados, antes se usó gas sarín y se cometen toda clase de atrocidades. Las armas químicas están prohibidas, en Siria se han usado y los muertos producidos estuvieron matados mal. Eso no puede permitirse. El crimen de guerra que se cometió primero fue matar civiles, el agravante haberlos matado mal. Lo segundo en este caso pareció más trascendente que lo primero.

Se sabe que matar a un hombre que ha sido reclutado para la guerra es del todo legal. La mayoría de esos hombres en edad de combatir no son asesinos per sé. Eran civiles a los que les han dado el derecho de matar a la vez que han concedido el mismo derecho a sus enemigos para que los maten a ellos. Los han convertido en soldados y su muerte no entristece ni a la madre que los parió.

Los soldados son civiles que obtienen el derecho para matar, pero también conceden el mismo derecho a sus enemigos para que los maten

Cuando Estados Unidos decide castigar al gobierno de Siria destruyendo una base aérea o arrojar la gran bomba sobre Afganistán ocasiona muerte, se sabe. Cuando el jefe del mundo manda matar a alguien se da por hecho que está bien hecho y que se ha hecho bien.

El ‘sheriff del mundo‘ arroja la bomba más grande que tiene. Es muy cara pero como es tan bueno la va a usar muy lejos de su casa, ya que va a ‘arreglar’ los problemas de Afganistán a bombazos. Debo de tener dificultades de comprensión, pero creo que es preferible emplear ese dinero en otras cosas.

El portavoz del gobierno norteamericano, un hombre de la guerra, dijo que los ciento y pico muertos ocasionados por la explosión eran animales. Eso si que no. Eso habla de maldad humana. Si quien tiene la bomba más grande del mundo, la tira y después dice que ha matado animales  y no personas es que está loco.

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Megabomba arrojada sobre Afganistán por orden de Trump.

Un loco con una bomba es el ejemplo que se usa para advertir de un peligro. El caso es que Trump está muy loco y tiene muchas, muchas bombas. Por eso mismo conviene llevarse bien con él, pero es mejor quitarle los artefactos e ingresarlo en un frenopático.

Es de anotar que el mundo está gobernado por locos con malas intenciones y que en un conflicto la primera victima es la verdad. Por eso suele ser mentira lo que nos cuenten sobre la guerra. No se debe olvidar eso nunca cuando se habla de ella.

En las primeras escenas de un western, el sheriff entra en la cantina, dispara a un forajido, sopla sobre el cañón humeante, gira el revolver y lo enfunda. Casi seguro que en esa película va a haber muchos tiros.

P.D.  Sugiero que escuchen la canción de Serrat, “Algo personal”. En algunas cosas qué poco ha cambiado el mundo.

 

  • Intervención fotográfica: Ruleta Rusa
  • Foto: Especial