Es el año de 1923 y dos amigos acostumbran beber de manera cotidiana una cerveza en la taberna de Inisherin, una isla de Irlanda. Un día, Colm, el mayor de ellos, le dice a Pádraic que no quiere más su amistad. Desconcertado le pregunta la razón de tan abrupta decisión. Colm está aburrido de Páidrac por pedestre, por simplón, por ser un hombre sin mayores ambiciones en la vida. No hay mayores motivos que avalen la sentencia de Colm. El tedio que ve en su amigo ha terminado por hartarlo.

Bajo esa simple premisa argumental, el director británico Martin McDonagh ha construido una película perfecta, una obra maestra que lo consagra como el superlativo director que ya se revelaba desde In Bruges (2009) su ópera prima y ahora, con The Banshees of Inisherin (2022), reconfirma el genio creador de un cineasta quien, además, es también un exitoso dramaturgo.

No es tarea sencilla lograr una historia capaz de generar en el espectador una mezcla de reacciones tan dispares como la sonrisa, la carcajada y la tristeza en el retrato de dos amigos dolidos y frustrados por el derrotero que toman sus vidas cuando la amistad ha cerrado su ciclo.

Colm (Brendan Gleeson) y Pádraic (Colin Farrell) son dos personajes tan profundamente conmovedores que te dan ganas de abrazarlos y entender sus circunstancias. En la parsimonia de la isla en la que viven y en donde todos sus habitantes se conocen entre sí, ambos protagonistas, sin embargo, están llenos de matices y de una riqueza de elementos narrativos que terminan por quedarse en la memoria mucho tiempo después de abandonar la sala de cine.

The Banshees of Inisherin apuesta por la reflexión sobre lo que significa la soledad, la amistad, el deseo de ir más allá en la vida, la muerte y el concepto del aburrimiento como una condición existencial que nos lleva a preguntarnos por el sentido de vivir o por el absurdo de esto mismo

Los dos amigos en la cinta de McDonagh representan esas concepciones filosóficas e insertan en el espectador la duda manifiesta de pensar la existencia como la elección entre una vida de emociones y excitación permanente o la mesura y la calma que da un tiempo y espacios netamente bucólicos.

Dentro de la concepción de la amistad se dice que tal condición obliga a dar el amor de manera categórica y llevar el camino hasta las últimas consecuencias en aras de cumplir con el precepto de la lealtad. Pero Colm hará justamente la contraparte cuando ya desesperado por la insistencia de Pádraic, le asegura que por cada vez que lo moleste, se mutilará un dedo para hacerle entender así el hartazgo de su presencia. Colm cumple su amenaza y de manera simbólica reafirma el fin de una relación que se presumía inquebrantable.

Pádraic es inocente, es bueno, es un tipo bonachón que aún en la evidencia total de la decisión de Colm, no acaba de entender por qué no puede seguir gozando de una amistad que en buena medida le daba un significado pleno a su árida vida.

Por su parte, Colm es violinista -condición que acentúa aún más su despiadada automutilación- y quiere vivir, sabe que el tiempo se le acaba y no va a perder las horas escuchando a su examigo en charlas estériles como cuando Pádraic le dice lo que encontró en el estiércol de su burra Jenny.

Llamada en español como Los espíritus de la isla, respetamos mejor el título original en inglés para enfatizar la palabra Banshee que en la tradición del folclore irlandés, significa la figura femenina de un espíritu que anuncia la muerte. En la cinta de McDonagh la posibilidad de morir se manifiesta en una anciana de perturbadora presencia que habita la isla.

De manera inexplicable el drama particular de dos hombres permea la dinámica de Inisherin y espejea a la muerte. La risa que en ocasiones provocan los diálogos de los personajes se torna luego en obscuridad para luego devenir en una sensación de tristeza por un destino que sabemos marcará a Colm y Pádraic y firmará sus circunstancias.

The Banshees of Inisherin es también una analogía de los conflictos bélicos. Irlanda sufrió una guerra civil que se extendió de junio de 1922 a mayo de 1923

No es casual que Pádraic, convertido en un hombre profundamente resentido contra Colm, le diga en cierto momento de la historia que nada ha acabado entre ellos, que tarde o temprano volverá el conflicto recrudecido por el resentimiento y la culpa. Y Pádraic tiene razón, las luchas intestinas o en contra de cualquier foráneo son así, una calma que llega presagiando nuevas desgracias.

Los personajes de esta cinta viven su propia batalla interna: Siobhán, la hermana de Pádraic quien al igual que Colm, no quiere que el paso del tiempo la alcance en la inacción para el cumplimiento de sus deseos; Dominic, joven conflictivo de la isla, pero consciente de su necesidad de amar y ser amado; el policía de Inisherin y padre de Dominic, el sacerdote, la tendera, todas y todos conforman un escenario coral que es alcanzado por la desgracia o la conciencia previa de esta.

Pocas películas pueden lograr una expresión tan simple como el decir que nada le falta y nada le sobra, los espíritus de la isla ficticia de McDonagh es una obra perfecta, uno de esos films que el paso del tiempo habrá de encumbrar por la genialidad de un director para contarnos algo tan simple y complejo como la muerte de la amistad.

Colin Farrell y Brendan Gleeson

Martin McDonagh ha recurrido nuevamente a la dupla Farrell-Gleeson para la filmación de The Banshees of Inisherin. Ambos actores protagonizaron In Bruges, la ópera prima del director británico.

En In Bruges, Gleeson y Farrell interpretan a dos asesinos a sueldo que luego de una fallida operación, son enviados por su jefe a esconderse en la ciudad belga de Brujas.

Farrell, con su presencia en la nueva obra de McDonagh, protagoniza el papel de su vida actoral, cualquier premio otorgado al actor irlandés será bien ganado, una decisión contraria no se entendería. Pádraic, en las manos de Farrell es absolutamente convincente, le imprime una poderosa caracterización para convertirlo en un personaje inolvidable en la historia del cine. Tiempo al tiempo.

Por su parte, Gleeson reconfirma su capacidad histriónica y la eficiente mancuerna que hace con McDonagh desde Six Shooter (2004), el premiado cortometraje con el que el cineasta daba sus primeros avisos de calidad narrativa y empezaba a llamar la atención de la crítica.

The Banshees of Inisherin es candidata a nueve premios Oscar entre ellos mejor película y mejor director.

  • Fotograma: The Banshees of Inisherin