Los familiares de Acapulco me dicen que los abuelos lo bautizaron como Aniceto, razón por la cual le decían “Cheto”. El apelativo nunca le gustó, por eso lo cambió por Moisés.
Nació en Arcelia, Guerrero y murió en Escárcega, Campeche. Tuvo más de 20 hijos. Amaba el arte, la música, la composición, la creación; fue un artista, un soñador. Muchas veces se equivocó, pero quién no sucumbe en los caminos de la vida. Su mayor legado está en sus vástagos. Todos sus hijos estamos conectados a la misma raíz, a la misma energía. No somos él, pero tenemos partes de él.
Durante la Semana Santa del 2025 estuve en Campeche. En el marco de mi visita a Escárcega, conversé con Rigoberto Cisneros Arredondo y con una fuente oral de apellido Briseño. Los dos fueron perseguidos políticos y compañeros de lucha de Moisés Montoya Mondragón. Cisneros Arredondo fue preso y torturado en el penal de Campeche, mientras que Briseño logró escaparse al puerto de Veracruz.
Moisés Montoya Mondragón, miembro de Partido Verde, fundado en 1986, lideraba a un grupo de luchadores sociales en Escárcega, Campeche. Este colectivo se consolidó en 1988 durante las elecciones presidenciales. Eran de izquierda y apoyaron a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano durante las elecciones de aquel año
El PRI era una maquinaria de guerra. Sucios, corruptos, perniciosos y asesinos. El PRI de aquella época era nauseabundo. Operador de fraudes electorales, embusteros y delincuentes confesos. El PRI de 1980-1990 cometió atrocidades. El PRI torturaba, vejaba, fabricaba delitos, desaparecía, eliminaba, inculpaba.
“Escárcega fue el bastión de la izquierda en 1988. Aquí fue en donde Cuauhtémoc Cárdenas inició su gira porque había un movimiento de 6 mil gentes”. “Nos gustaba la gestión, armar movimientos, hacer paros en la carretera. Éramos compas que, ante un llamado, nos reuníamos todos. Era para actuar. No nos vendíamos. luchábamos por la gente. Se formaban pliegos petitorios”. Afirmaciones de Rigoberto Cisneros Arredondo, uno de los dos sobrevivientes del grupo de Montoya.
“Estuvimos en la lucha y queríamos un cambio real. No éramos mercenarios del gobierno. De aquella lucha y de aquellos compañeros, ninguno se coló en la 4T. Somos de la generación de Pablo Gómez, Alejandro Encinas, Leonel Godoy, Cristóbal Arias, Félix Salgado Macedonio, Héctor Sánchez López, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez”. La izquierda moderna es Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo con Rigoberto Cisneros Arredondo.
Escárcega, Campeche fue elevado a rango de Municipio en 1991. Al respecto, Humberto Manuel Cahuich Jesús, quien se desempeñó como presidente municipal de Escárcega entre 1995 y 1997, me compartió en una entrevista que:
“Escárcega, por su situación geográfica y por su número de habitantes, merecía elevarse de rango. Se formó un comité cívico pro-municipalización. Se hicieron los trámites, se entregaron los requisitos. En una visita que hizo Salinas de Gortari como presidente de México, dio la indicación al gobernador de Campeche, Abelardo Carrillo Zavala, para que realizara las gestiones. Escárcega fue elevado a Municipio Libre. Se nombró un comité municipal para que gobernara el primer año. Ya como Municipio Libre, Mauro González Luna fue el primer presidente municipal”.
Escárcega está integrado por 42 ejidos. Al entrar en vigor el Municipio Libre, comenzó el despegue económico. A partir de 1991 Escárcega empezó a recibir una fuerte migración del centro y norte del país. Abrazado a la figura jurídica del Municipio Libre, Escárcega recibió más recursos económicos. En donde hay dinero, hay flujo migratorio, oportunidades de crecimiento, sueños, proyectos. El propio Moisés Montoya Mondragón, era originario de Arcelia, Guerrero, México.
El 12 de octubre de 1995, el huracán Roxana pegó en las tierras de Campeche. Resultó catastrófico. Fue devastador. Escárcega quedó en ruinas. En aquel contexto de caos, hambre y sufrimiento, el grupo político de Moisés Montoya Mondragón tomó una determinación que cambió el rumbo de sus vidas
Los habitantes de Escárcega argumentaron que el DIF resguardaba alimentos y bebidas en sus instalaciones. El gobierno municipal de origen priista hizo un manejo político de la situación. Tenían la comida embodegada, mientras las personas sufrían. El grupo de Montoya Mondragón decidió organizar a la gente. Aquello acabó en el saqueo y en la quema de las instalaciones del DIF municipal de Escárcega.
Las personas de Escárcega pudieron alimentar a sus hijos y sobrevivir. Moisés Montoya y su grupo político acabaron en la cárcel de Campeche. Con base en la información proporcionada por Henry Javier Chong Keb, periodista de Escárcega, los encarcelados confirmados fueron: Ramón Rebolledo Góngora y su esposa, Guillermina Arecha Soler; Regino Carvajal Ramírez, Rigoberto Cisneros Arredondo y Moisés Montoya Mondragón. En la entrevista que realicé a Rigoberto Cisneros Arredondo se mencionaron tres nombres más. A saber: Celestino o Cristino Valdovino o Valdovinos, Ricardo Moreno y el Maestro Víctor. La memoria de la fuente oral consultada es endeble por la edad y por las enfermedades.
Un hombre de apellido Briseño logró huir y refugiarse en Veracruz. Siete fueron los encarcelados y torturados.
Claro que los implicados participaron de un delito. No lo cuestiono. Lo hicieron porque tenían convicciones sociales. Cruzaron la línea porque su compromiso con el oprimido era desbordante. Fueron un grupo de ciudadanos politizados, combativos, con conciencia de clase. Montoya Mondragón pertenecía al Partido Verde y el resto al PRD. Lucharon por sus ideales y defendieron a la gente.
Cruzaron la línea, pero fue para servir al oprimido, al desvalido. Fueron hombres que, desde su honestidad, pureza y valentía, pagaron con cárcel su osadía
Visité a Briseño en su casa. Platiqué con él por espacio de 40 minutos. Su visión es interesante. Además de quejarse de sus enfermedades y de la pobreza en la que vive, Briseño me contó que las órdenes de aprehensión se giraron horas antes de que el saqueo del DIF ocurriera, porque el movimiento estaba infiltrado. No fue la gente de Escárcega quien quemó las instalaciones el DIF, sino los operadores del gobierno. De esta forma, reventaron el movimiento, desacreditaron a los movilizantes y metieron presos a los líderes. Estrategias sucias del priismo.
Es verdad que cometieron un delito, pero también lo es que el PRI era un nido de delincuentes, violadores de derechos humanos. El PRI nunca fue ejemplo de dignidad, ética, respeto y humanismo. El PRI encarna lo más podrido de la nación mexicana. El PRI mandó asesinar a los estudiantes en 1968, por citar un ejemplo.
Los metieron a la cárcel no sólo por lo ocurrido en el DIF, sino porque eran un dolor de cabeza para el PRI. Con la cárcel, pretendían desarticular un movimiento político. Los siete presos eran líderes sociales, luchadores comunitarios. Está claro que el PRI fracasó y que, gracias al sufrimiento de personas como Montoya y su grupo político, Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia de México.
Algunas fuentes consultadas me dijeron que estuvieron seis meses presos, otros que cerca de ocho. Lo cierto es que, durante los meses que permanecieron recluidos, fueron torturados. Llenaban sus celdas de agua y luego les daban toques en sus testículos y penes. El castigo que sufrieron los siete detenidos fue innombrable. Es una historia que retrata de cuerpo entero al PRI. Eso es el PRI.
Los políticamente correctos dirán que fueron presos y torturados por haber orquestado el saqueo del DIF en Escárcega, en 1995. Los intelectuales, los historiadores, los pensadores, los analistas, sabemos cómo funciona el poder. A nosotros no nos van a engañar. Eran prácticas recurrentes cuando el PRI fue gobierno. Se les castigó por cuestionar al poder y por estar a favor de los pobres. Meterlos presos y torturarlos fue un ejercicio didáctico de control y poder. ¡Ay de aquel que tuviera la ocurrencia de rebelarse al PRI, máquina de muerte!
Andrés Manuel López Obrador los salvó. “Hasta el locutorio del penal de San Francisco de Campeche, fue por nosotros”, rememora Rigoberto Cisneros Arredondo. No hubo tributos ni reconocimientos; sus familias sufrieron. Se convirtieron en perseguidos del sistema. “Si había un mitin, venían por nosotros. Sabían la ubicación de cada uno”.
No sólo fueron las torturas en la cárcel, sino lo que vino después. El sistema priista los persiguió. Acabaron en la miseria. Unos murieron de diabetes, otros de infartos. Mi papá falleció de cáncer de huesos, consecuencia de la tortura que experimentó durante meses en el penal de Campeche.
No odiamos. No guardamos rencor. Perdonamos, pero no olvidamos.
- Ilustración: Especial