El cine fue el primero que propuso la expansión de los luchadores mexicanos a otros universos artísticos más allá del pancracio.

En 1952 se filmó El enmascarado de plata, dirigida por René Cardona y protagonizada por El Médico Asesino, a la que le siguió la serie interpretada por el famoso Huracán Ramírez que, con tonos disímiles, en sus títulos establece la línea primordial del género: luchar contra el mal.

Si en Estados Unidos personajes como Batman, Superman, Capitán América, Rambo o Wolverine salvaron, y salvan, a sus habitantes de catástrofes mundiales, en México luchadores como Blue Demon, El Santo, Mil Máscaras, Dos Caras y El Rayo de Jalisco nos han librado de científicos locos, invasiones extraterrestres, el Conde Drácula, las momias de Guanajuato, arañas infernales, monstruos, mujeres vampiro y terroristas.

Así es, nosotros los mexicanos no les debemos nada a los gringos. Mucho menos la vida

Los autos deportivos y bellas mujeres, son parte fundamental en las películas del inmortal luchador mexicano ‘El Santo’.

Aunque tanto héroes mexicanos como estadounidenses luchan contra villanos y mantienen identidades secretas, la diferencia es abismal. Mientras los salvadores gringos no existen, son mera ilusión para niños pendejetes, los luchadores aztecas son de carne y hueso. Pueden verse cada semana en la Arena México o de gira por el país.
Rodeados por hermosas mujeres y luciendo su máscara mientras manejaban autos descapotables, en el mundo del cine Blue Demon, El Santo o cualquier otro de nuestros héroes de identidad secreta se daba tiempo para salvar al mundo, hacer tareas de investigadores a la James Bond y cumplir con sus responsabilidades como deportistas de alto nivel.

Tampoco hay que olvidar que las historias de luchadores en la pantalla en ocasiones estaban matizadas por el soft porno, como sucedió con la película El Santo contra El Vampiro y el sexo, o con las historietas de la ya clásica colección Sensacional de Luchas.

Con el cine como plataforma de proyección, la lucha libre empezó a nutrir otros discursos artísticos, entre ellos la música. La fusión entre la imagen de nuestros superhéroes y el rock surf se da en 1962 cuando se graba el disco Asesinos de la lucha libre: clásicos del rock & roll mexicano, soundtrack de la película homónima cuyo protagonista es el galán Miguel Aceves Mejía.

La película  Asesinos de la lucha libre es una sugerente cinta donde se unen el western a la mexicana y la lucha libre

‘Asesinos de la lucha libre’ (1962), una película mexicana muy peculiar,

El Rayo de Jalisco en la portada del disco es el prólogo para la apertura a cargo de Juan “El Matemático” con la rola Loco te patina el coco, cover del clásico Wild Thing de The Troggs. Pero sin duda el track más chingón del álbum es Hierba Verde, de Los Weelers. Se trata de una afelpada melodía dispuesta al gozo de un buen viaje con la plantita a la que alude el título.

Otro de los álbumes en la misma época es Blue demon’s: mexican rock and roll favorites en el que Los locos del ritmo presentan Morelia.  Y Los Psicodélicos Xochimilcas ofrecen una versión en castellano del éxito de Creedence Clearwater Revival: Susie Q.

Desde ese momento el rock surf y la lucha libre caminaron sendas paralelas. Como en uno de estos filmes, ¿quién no quisiera ser un héroe enmascarado manejando un convertible junto a una mujer hermosa, mientras se escuchan acordes surf?

Santo y Blue Demon, dos luchadores que hicieron mundialmente famosa la lucha libre mexicana.

Aun con su popularidad, el género quedó descuidado hasta que en 1988 Los Straitjackets decidieron conquistar Estados Unidos haciendo vibrar sus guitarras al ritmo del rock sesentero. Por supuesto, lo hicieron de la única manera que podrían lograr la cima: se presentaron enmascarados, con identidad secreta, a la manera de los luchadores mexicanos: influenciados por la lucha libre nacional y la propuesta estética de Sergio Arau y la venganza de Moctezuma, Los Straitjackets cuentan en su cuadro titular con Eddie Angel, Danny Amis y Greg Townson en las guittaras; Pete Curry en el bajo y Chris Sprague en la batería. Son múltiples sus producciones que, desde los noventa, exploran los sonidos del rock surf combinándolos con motivos mexicanos, tanto de la cultura popular como de la precuauhtémica.

Luego del éxito de Los Straitjackets en Estados Unidos, la nueva ola de las bandas de lucha y surf llegó a México en los años noventa junto a otros héroes con caretas y rolas encabronadísimas de tan chingonas. Lost Acapulco fue la agrupación pionera que en el país volvió a ligar al pancracio con el rock. Con casi una veintena de discos y máscaras de excelente estética, la banda ha demostrado el poderío de su propuesta que, en cada disco, se lanza a explorar diferentes sonidos sin perder la esencia que recuerda las chanclas, el short y las camisas hawaianas.

Luchadores, autos deportivos, bellas mujeres, monstruos, alienígenas, y rock surf. Una nueva ola de la contracultura mexicana.

A Lost Acapulco le siguieron otras propuesta nacionales como Sr. Bikini, banda que se presenta como “un equipo de luchadores que se dedica a combatir a las fuerzas del mal además de tocar surf y rock & roll en las paradisíacas playas de México”. El cuadro titular de Sr. Bikini está compuesto por Máscara del Mar en la batería, Star Krill en el bajo y Big Máscara en la guitarra. Un verdadero lujo escuchar la energía que este grupo le inyecta a cada uno de sus acordes.

De su lado, Los Elásticos están integrados por El Sr. Rodríguez, Flanger, Corsario Jr. y Satanic, quienes hacen vibrar las conciencias de los asistentes a sus presentaciones, mientras combinan música con el performance de la Chica Elástica. Originarios de la Ciudad de México y con capuchas que recuerdan la osadía del azul de Blue Demon y Huracán Ramírez, Los Elásticos preparan actualmente su sexta producción:

Por supuesto, nunca falta que en alguno de los conciertos de estas bandas se entone la ya famosa rola de Los Luchadores, escrita por Pedro Ocadiz y hecha mito por La Sonora Santanera.

  • Fotos: Especial