Y ahora contaré esta historia como contar tres deseos…

Aunque debiese a lo mejor decir —sine ira et studio como en Parzival—: Suponed que fuera yo tres personas y que cada una hiciera por su cuenta lo que soy capaz de hacer por mí mismo: aun entonces se necesitaría una extraordinaria fantasía y un gran esfuerzo para contaros entre los tres lo que os voy a contar yo solo. Notas de sentimientos. Una historia de las emociones, la mía. La historia que se acerca a las pasiones; pero si se quiere ser apasionado deja de ser historia. El historiador no puede hacer lo propio con oleadas de emoción y furia y frenesí con lo que escribe. Su simpatía no es emocional, sino intelectual e imaginativa.

Escribo para no decir, escribo para mantenerme en silencio. ¡Diablos! Te escribo con la esperanza de no decir nada. Del credo epistemológico (Cassirer: An Essay on Man). Mi  capacidad para colocar símbolos es lo que me hace reales a las personas. Pero ya incluso Tácito en los Anales lidia con el historiador imparcial. Mi única preocupación metodológica ha sido la vida humana que se puede lograr, y sin embargo todo ha sido siempre acerca de una pequeña palabra para el gran sentimiento.

Una sensación, que como dice Lichtenberg, expresada en palabras es siempre como la música

Los héroes se parecen a sus dioses…

(Y los héroes accidentales y dónde se da la rapiña con facilidad.)

En la doble vida se manifiesta el secreto. Mi vida en los desdoblamientos. Yo nunca estoy en un solo lugar, y en todos lugares estoy ausente. Más secretos que el secreto mismo, dice Maurice Blanchot. Por ejemplo, escribir. Por ejemplo, hernia discal. Por ejemplo, Katherine Mansfield y los diarios y el dolor de la ciática y todo aquello que más tarde pueda yo desaparecer en un libro. Todo en mi novela de Pudor, a doce o trece años de La edad obscena. Nada de conflictos espirituales. Ningún sueño que acaricie una verdad, ni nada que me asfixie ni mareé en el límite de un diario. Poner a salvo aquellas fuerzas destructivas que amenazan con expropiarme definitivamente la vida.

El Onceavo mandamiento: Poner a salvo los fantasmas o demonios que no te dejan vivir…

Provenzçal de Pryor. Cuando se trata de una pasión hay que darse por vencido… Pero las emociones tienen una historia… Y aporías: ¿Tener sentimientos es tener una historia? Reclamaciones, discontinuidad entre medievalistas e historiadores modernos y, entre ellos, yo y los sentimientos reales, la ausencia del presente en mi pasado, o mejor dicho, el editar un pasado que ya no existe. Como esto sea, mis emociones son un sujeto histórico tan imposible como cualquier otro. O mejor dicho ¿de qué manera inadecuada una emoción hace historia? O mejor dicho, de que manera una historia de mis pasiones suaviza las paradojas y es historia poderosa?

Comunidades emocionales sobre emociones históricas, y su vez la crítica de las fuentes. Pero más allá, qué sentimientos hay que buscar en la historia.

Ir por el mal camino, lo que me lleva por el mal camino de las “normas emocionales”, por ejemplo de los celos para inspeccionar la “experiencia emocional” de los celos. Y sin embargo siempre tengo explicaciones tan vagas: las emociones de los  griegos eran diferentes de nuestras emociones, pero se trata de ideas de emociones, la concepción de una emoción, incluso en términos de política, donde no hay (no puede haber) declaraciones serias sobre, por ejemplo, cómo se siente hoy la gente o cómo se sentía la gente en el siglo de Pericles o en principios de la era moderna. Lo que es interesante —porque es meollo del asunto y lo que más me intriga— es por qué las sociedades, más tarde que temprano, expresan las emociones exactamente de la misma manera.

Lo que la gente debería saber es lo que son en realidad y significan las elecciones políticas: extradiciones ilegales, torturas legalizadas, desacato y aprobaciones de ley de comisiones militares y manejo de información de forma declaradamente infantil e incompetente. ¿Qué sistema político y cultural es aquel donde ya nadie puede señalar con el dedo?

Los medios de comunicación están tan bien sintonizados con lo que nosotros queremos. Y, por supuesto, con el grado de detalle que estamos dispuestos a soportar

…, por ejemplo, la literatura mexicana es como caminar por un cementerio antes de que coloquen las tumbas. La literatura mexicana, quién puede comprender semejante clase de hipocresía, y sobre todo quién puede soportarla?

La mexicanización del arte y la cultura: Después de una vergüenza nacional, y su montaje, nos damos un premio.

La cultura del homenaje, que es en lo que se ha convertido la cultura en este país… ¿Tres o cuatro músicos, tres poetas y cuatro monjas…? La poesía más elevada de este país se escribe hoy con imágenes del Canal de las Estrellas. Historias de porquería que copian o calcan narraciones televisivas, y cuyo máximo atractivo es que no te exigen nada a cambio. Por ejemplo en las novelas de JV forma y contenido ahora son una pantalla plana. El caso Florence Cassez, ahora con todas las inexactitudes científicas de Klingsor…

Un cambio en los lugares donde las emociones pueden mostrarse o incluso no mostrarse…

Pienso ahora, por ejemplo, en la representación de los medios de las emociones. El impacto emocional de medios, el discurso sobre la interacción entre medios y emociones…

Una cosa es la academia mexicana y otra la conciencia de un adulto mexicano consciente.

Una fábula. La esperanza de todo un país en manos de un hombre con complejo de velador. Alguien que cree, porque cree que sabe, cuántos tabiques hay en cada muro es, y sin duda debe ser, el dueño del edificio.

Si Marx se burlaba de políticos e intelectuales de su época porque se limitaban a interpretar el mundo cuando el imperativo real era cambiarlo, la burla es más atroz cuando nos damos cuenta de que hoy nuestros políticos e intelectuales se contentan con reducir sin más la interpretación al lloriqueo.

El ascenso del lenguaje de espejo a ojo ya no es noticia ni en la tele

El futuro de la izquierda en este país es parecido al futuro de Sushi Itto, Farmacias del Ahorro o Dormimundo. Son un negocio familiar, y es como militar en cualquier otro cartel, agarran a Papirrín y después le caen a Don Chuy.

Tiene razón Jacques Le Goff, vivimos una larga Edad Media.

Y de pronto la sospecha casi física de que las emociones, como sentimientos, se alejan cada vez más del campo de visión de una historia emocional.

(Continuará…)