Decir que Argentina 1985 (2021) de Santiago Mitre es una estampa latinoamericana, no significa reducir esa parte de la historia del país sudamericano a una mera imagen que no refleje en toda su magnitud los hechos tan dramáticos ahí narrados.
Cuando utilizamos dicha expresión nos hemos de referir a un enorme mosaico multicolor, forma y fondo de las más grandes virtudes de los países latinos, pero también de toda la podredumbre que esta parte del mundo cuenta a lo largo de su joven historia.
Los países latinoamericanos son parte de un continente que desde sus respectivas luchas de independencia y hasta el momento actual y a pesar de toda idea de modernidad, la democracia es un sistema político profundamente endeble, violentado y en peligro.
La Argentina 1985 del joven director Santiago Mitre, presenta ese lapso negro de la nación enclavada en el cono sur. El fiscal Julio Strassera es el protagonista de esta historia que nos cuenta el juicio en contra de los comandantes argentinos responsables de la dictadura militar lidereada por Jorge Rafael Videla y Leopoldo Fortunato Galtieri entre 1976 y 1983.
La cinta de Mitre ha recibido diversas críticas favorables, pero también ha generado algunas no tan positivas porque le reprochan ser una historia con una serie de tópicos propios de los dramas judiciales que no parecen desmarcarse mucho de las películas narradas en Hollywood.
Sin negar los clichés cinematográficos de Argentina 1985, es justo también entender cómo Mitre ha logrado poner nuevamente en el ojo del huracán un hecho que las generaciones pasadas suelen conocer de sobra, pero olvidan que las nuevas generaciones no están familiarizadas con su propia historia nacional y por ello, deben sí o sí conocer, recordar y no repetir acontecimientos tan deleznables como lo es una dictadura.
Y ya solo por esa misma razón, películas como las de Santiago Mitre deberían ser vista obligada y análisis total no solo en Argentina, si no en cualquier parte del mundo en donde la muerte ha hecho efectivo su permiso y la violencia es protagonista y tinta indeleble de lo más oscuro de alma humana.
Mitre logra una contundente narrativa basada en dos elementos centrales: los testimonios de las víctimas y la portentosa actuación de Ricardo Darín como el Fiscal Strassera
Darín reconfima una vez más el dominio absoluto que posee para interpretar personajes variopintos. En el papel del famoso fiscal, el actor argentino representa con una naturalidad pasmosa las emociones, los miedos, la incertidumbre y las falencias y fortalezas humanas que todo fiscal de una nación debe tener cuando se le encomienda una tarea de tal naturaleza.
No podía caer en mejores manos una interpretación tan difícil y llena de matices como lo es el personaje de Julio Strassera, Darín rompe de tal manera toda dificultad actoral para apropiarse de un papel que pareciera en exclusiva hecho para él. No es gratuito entonces que el actor sudamericano tenga bien ganada esa virtud de ser considerado uno de los mejores histriones argentinos de todos los tiempos.
Y los testimonios. Santiago Mitre no echa mano de artificios especiales, complicados movimientos de cámara o recursos efectistas fáciles. Todo recae en la potente actuación de sus actores y actrices para dar voz a las víctimas y conocer lo atroz de los detalles, los testimonios que cuentan las vejaciones y la tortura a las que fueron sometidos en los centros de detención.
Es con ambos elementos que Mitre logra desmontar y desdibujar los tópicos o clichés de los dramas judiciales: a Strassera le adjuntan sin desearlo, un joven fiscal, (Luis Moreno Ocampo) interpretado por un convincente Peter Lanzani. El equipo de Strassera está compuesto por un entusiasta equipo juvenil. El fiscal es amenazado una y otra vez, por eso su reticencia previa a aceptar tal misión. Strassera también retratado como una especie de antihéroe, aunque los argentinos no le asignen el prefijo y sea para ellos un héroe con mayúsculas.
El lenguaje cinematográfico se rinde entonces ante una puesta en escena que logra conmover a la audiencia y es como si el mismo espectador estuviera presente en la sala donde tienen lugar los testimonios, las preguntas, las respuestas, las acusaciones y las negaciones, los alegatos y las sentencias.
Quienes han vivido o vivimos en países en donde el Estado le hace la guerra a su propia gente y los libros de historia no oficiales están repletos de narrativas que cuentan la desaparición de personas, la tortura y toda la perversidad moral del poder, sabe y sabemos bien que a pesar de que la justicia en ocasiones puede triunfar como la de Argentina triunfó en 1985, el tufo de la maldad no es de ninguna manera humo que se disipa pronto, a veces tarda siglos, una eternidad para desaparecer.
Y esa es quizá una de las lecciones que nos debe quedar en la mente luego de ver la cinta de Mitre, el no echar campanas al vuelo cuando un poderoso cae en la cárcel porque el hedor se reproduce y la historia se repite
Nicaragua, Venezuela, Brasil, Ecuador, El Salvador o los mismos Estados Unidos de Norteamérica, deberán verse en el espejo del 1985 argentino y voltear a ver a un posible Julio Strassera, un héroe que no quería serlo, pero así fue y es considerado en su país de origen.
Para saber más
En 1985, Luis Puenzo filmó La historia oficial, en ella, una profesora argentina de historia empieza a hacer conciencia de la magnitud de lo que representó la dictadura y es en la persona de su marido que sus sospechas se le volverán dolorosas, el sufrimiento de ver la verdad a la cara.
Vaya esta recomendación para ampliar la visión de esta oscura etapa de la historia sudamericana que hoy, con Argentina 1985 se reabre para recordarnos que en ocasiones la justicia gana y en esos triunfos, pensar que un continente distinto y mejor puede ser real.
El Globo de Oro y el Oscar
Cabe mencionar que la película de Santiago Mitre ha ganado ya el Globo de Oro a la mejor película internacional y en la próxima entrega de los premios Oscar, es candidata a tal galardón con la misma nominación. Elementos hay de sobra para que esta cinta se lleve la estatuilla.
- Fotograma: Argentina 1985