Después del 6 de junio del 2021, los ataques de Andrés Manuel López Obrador contra la clase media mexicana, han sido constantes y arteros.

Está muy molesto porque perdió el control que, durante años, tuvo de la Ciudad de México. El 6 de junio los ciudadanos defeños le pusieron una paliza electoral al nacido en Tabasco.

La derrota en la Ciudad de México, además de dolorosa para las huestes pejistas, es clave porque es la capital del país y porque fue en ella en donde comenzó el movimiento izquierdista del hoy Presidente Constitucional de la República Mexicana. No es tema menor que la capital del país haya caído: perdió la izquierda bananera liderada por el pastor evangélico de Macuspana. ¡Ganó la derecha!

El PRI fue el gran perdedor de las elecciones del 6 de junio del 2021. Visto en y desde la oposición partidista, el PAN se erige como el máximo triunfador (no ignoro los excelentes resultados de Movimiento Ciudadano y del Partido Verde).

La oposición partidista rumbo al 2024, necesita ser dirigida por Acción Nacional: en el 2024, PRI, PAN y PRD, deben ir en alianza por la presidencial de México. El próximo candidato presidencial por el bloque opositor, debe emerger del panismo queretano

Panistas: la base y el corazón de la oposición, somos los ciudadanos. Ustedes son oposición partidista. Nosotros, los votantes, somos el centro de la oposición. No se confundan ni se engrandezcan. Póngale humildad. Recién ganaron-renovaron sus cargos y ya comienzan a olvidarse de los ciudadanos. Payasos. Creídos. Ególatras.

López Obrador tipificó a la clase media mexicana como “aspiracionista” y “egoísta”. A los intelectuales con maestría y doctorado los catalogó como gente que cree ostentar títulos nobiliarios.

El que vive en un palacio es él; quien solapa el enriquecimiento obsceno de familiares y amigos (Pío, Felipa y sus hijos), es él. Quien pervierte al Conacyt para que su esposa y su amigo, el fiscal Alejandro Gertz Manero, sean reconocidos y validados como miembros del sistema nacional de investigadores del Conacyt, es él. Cada mañana, desde su púlpito evangelizador, el pastor cristiano de Tabasco, adoctrina, adormece, miente y somete a sus esclavos espirituales. Odia a la clase media porque son pensantes, contestarios y rebeldes. A ellos no los doblegará.

Dice que construirá una nueva clase media más humana, menos aspiracionista. Es demencial su planteamiento. Él no es Jesús de Galilea. Es un vulgar embaucador que como eterno candidato de la izquierda mexicana fue exitoso y que hoy, como líder el Ejecutivo federal, muestra toda su incompetencia e incapacidad profesional.

Dice ser evangélico-cristiano. Pues deja mucho que desear. Es incoherente y vengativo. Todos los días sus acciones nos dicen que, no es buena persona. Se engaña a sí mismo. Millones de mexicanos nos damos cuenta de la oscuridad que habita en su corazón. No es buena persona. En su interior hay mucho dolor.

López Obrador usa el poder para destruir, para someter, para enjuiciar, para ningunear, para denostar. Un ser humano con valores y principios, no se comporta como él lo hace. Es un tipo incapaz de reconocer sus errores y disculparse. Está lleno de soberbia y rabia

En lo que va de su sexenio, suman cerca de 90 mil homicidios. ¡Muchísimos más que con Calderón y Peña Nieto! Su gobierno es una catástrofe para los mexicanos. Sus aplaudidores –iletrados y arrogantes- alimentan esta insana división entre chairos y fifís; liberales y conservadores; aspiracionistas y conformistas; con doctorado y sin doctorado; poseídos y desposeídos. El daño que la administración pejista le está ocasionando a nuestro país, no es sólo económico, también espiritual.

Ahora, quizás, no lo vemos con claridad, pero el Presidente llena a los mexicanos de odio, alimenta los complejos y confronta a los hermanos. Muchos hemos perdido amistades de años. Nuestras diferencias ideológicas parecen irreconciliables.

Como parte de la cruzada del pastor evangélico contra la clase media, en donde, por supuesto, incluye a los intelectuales, el Presidente maniobra en el Conacyt para adecuarlo a sus necesidades políticas.

Primero: usar al consejo como agencia de colocación laboral para sus perros fieles. Segundo: libertad absoluta para otorgar reconocimientos académicos inmerecidos a su pléyade de hetairas y bufones que le acompañan. Tercero: ahorrar dinero a través de la eliminación de estímulos, fideicomisos y becas (la plata será usada en la compra de voluntades rumbo a las elecciones del 2024). Cuarto: acabar con la clase media, disminuyendo su poder adquisitivo. Quinto: vulgarizar y satanizar la labor investigativa y docente. Huelga decir que, el daño a nuestro país será incalculable. Vivimos una catástrofe.

Por cierto, la clase media no se define, únicamente, a partir del factor económico. ¿Cuánto gano y cuánto gasto? No todo es capital económico. Ser de clase media también tiene que ver con el capital cultural y con el consumo cultural. Ser de clase media guarda relación con lo que leemos y con qué pensamos, y cómo pensamos. La clase media se define a partir de lo tangible y de lo intangible; de lo visible y lo invisible. ¿Qué tipo de entretenimiento consumo? Desde ahí también se construye la clase media mexicana. La elaboración epistemológica y social, es compleja.

Somos los mexicanos pensantes quienes incomodamos al acomplejado que despacha desde Palacio Nacional. Nos odia porque no puede someternos

A los panistas les digo: aplíquense, déjense de frivolidades y vulgares ambiciones. Los ciudadanos que votamos por ustedes estamos al pendiente de su trabajo. Todos los ciudadanos construimos la democracia, no se adjudiquen la potestad. Ubíquense. Valoren a sus votantes. Sean humildes, trabajadores y cercanos a la gente. El corazón de la oposición (disidencia), está en nosotros, los ciudadanos.

Cerraré mi columna diciendo que no sólo el Conacyt es un desastre, también la SEP a través de la USICAMM. ¡Vaya maltrato al que han sometido a los maestros mexicanos de educación básica! El más reciente examen de admisión para la educación básica, fue terrible: mal planificado y elaborado bajo principios punitivos.

La Ley General de Educación, promulgada el 30 de septiembre del 2019, establece que el conocimiento debe ser significativo y no memorístico; que es el pensamiento crítico el que debe promoverse, por encima de la memorización. Resulta que la USICAMM reventó al magisterio mexicano con un examen que contradice al modelo pedagógico tan cacareado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) de México.

De la titular de la Secretaría de Educación Pública, ni hablar: su incapacidad para desempeñar el puesto que le encomendó el nuevo emperador azteca, es evidente.

Claro, en la 4T, el pastor evangélico que la comanda, prioriza la lealtad por encima de las competencias profesionales: basta que seas servil, lacayo, arrastrado, indigno.  

  • Ilustración: Especial