Erwin Olaf es un fotógrafo audaz y este muestrario visual donde expone al espectador escenas suspendidas en el tiempo, da fe de su embrujo.
Olaf (Paises Bajos) envuelve en imágenes inquietantes, desde lo primigenio hasta la sofisticación, rituales del deseo y la intimidad, terrores existenciales, contrastes, y en medio de ello la belleza de lo efímero porque, como en el cine, la vida es sueño.
“Investigar dónde termina la quietud de la fotografía y comienza el movimiento del cine”, ha dicho Olaf sobre su obra de ensueños.
Ruleta Rusa te sugiere escuchar, mientras observas las imágenes y lees, la sonoridad profunda de Dead Can Dance y la poesía de Xavier Villaurrutia.
Nocturno miedo
Todo en la noche vive una duda secreta:
el silencio y el ruido, el tiempo y el lugar.
Inmóviles dormidos o despiertos sonámbulos
nada podemos contra la secreta ansiedad.
Y no basta cerrar los ojos en la sombra
ni hundirlos en el sueño para ya no mirar,
porque en la dura sombra y en la gruta del sueño
la misma luz nocturna nos vuelve a desvelar.
Entonces, con el paso de un dormido despierto,
sin rumbo y sin objeto nos echamos a andar.
La noche vierte sobre nosotros su misterio,
y algo nos dice que morir es despertar.
¿Y quién entre las sombras de una calle desierta,
en el muro, lívido espejo de soledad,
no se ha visto pasar o venir a su encuentro
y no ha sentido miedo, angustia, duda mortal?
El miedo de no ser sino un cuerpo vacío
que alguien, yo mismo o cualquier otro, puede ocupar,
y la angustia de verse fuera de sí, viviendo,
y la duda de ser o no ser realidad.
Xavier Villaurrutia