Jennifer Esneault ofrece una fusión de alteridades, refleja lo hermoso que es la mujer liberada, pero también los matices de las sombras, pues para que el renacimiento sea luminoso es necesario un pagar peaje de vértigos.

Esneault (Baton Rouge. Estados Unidos) se vale de símbolos puros y de la belleza que encarna la femineidad, redonda como la luna o esbelta como espiga de trigo, para manifestar el poder y el nacimiento de todo lo posible por la mujer incandescente.

Somos historias que caminan y respiran. Mi arte extrae las conexiones entre todos nosotros”, ha dicho Esneault sobre el carácter simbólico de su obra.

Ruleta Rusa te sugiere escuchar, mientras observas las imágenes y lees, la sonoridad electrizante de Siouxsie and The Banshees y la poesía de fuego de Anne Sexton.

En alabanza a mi útero

En mi interior todos son un pájaro.
Estoy batiendo todas mis alas.
Querían cortarte
pero no lo harán.
Decían que estabas desmesuradamente hueco
pero no lo estás.
Decían que te encontrabas mortalmente enfermo
y se equivocaron.
Como colegiala cantas.
No estás roto.

Dulce peso,
en la alabanza de la mujer que soy
y del alma de la mujer que soy
y de la creatura central y de su goce
te canto. Me atrevo a vivir.
Hola, espíritu. Hola, copa.
Detente, cúbrete. Cubierta que contiene.
Hola, tierra de los campos.
Bienvenidas sean, raíces.

Cada célula vive.
Hay suficientes para colmar a la nación entera.
Basta con que el populacho se apropie de estos bienes.
Cualquier persona, cualquier congregación diría de él:
“Sería bueno que plantáramos otra vez este año
y pensáramos de antemano en la cosecha.
Un percance se había pronosticado y se ha conjurado.”
Muchas mujeres juntas cantan a esto:
una está en la fábrica de zapatos maldiciendo la máquina,
una está en el acuario cuidando una foca,
una está, indolente, tras el volante de un Ford,
una está recibiendo el dinero en la caseta de cobro,
una está amarrando el ombligo a un becerro en Arizona,
una está a horcajadas sobre un cello en Rusia,
una está cambiando las ollas sobre la estufa en Egipto,
una está pintando color de luna las paredes de su recámara,
una está muriendo pero recuerda un desayuno,
una se tiende sobre su estera en Tailandia.
una le limpia el culo a su hijo,
una mira por la ventana del tren
en el centro de Wyoming y una está
en cualquier parte y algunas están en todas partes y todas
parecen estar cantando, aunque algunas no puedan
dar la nota.

Dulce peso,
en la alabanza de la mujer que soy
déjenme usar una mascada larguísima,
déjenme redoblar por las muchachas de diecinueve años,
déjenme llevar los cuencos de la ofrenda
(de ser ese mi papel).
Déjenme estudiar los tejidos cardiovasculares,
déjenme examinar la distancia angular que media entre
meteoros,
déjenme chupar los tallos de las flores
(de ser ese mi papel).
Déjenme hacer ciertas figuras tribales
(de ser ese mi papel).
Pues esto es lo que el cuerpo necesita
déjenme cantar
por la cena,
por los besos,
por el adecuado
sí.

Anne Sexton

Traducción de Elisa Ramírez Castañeda