¿Qué importancia le damos a la ciencia en nuestra vida cotidiana? ¿Por qué nos parece ajena cuando es parte de casi todo lo que nos rodea? ¿Qué hace falta para disfrutarla? Son preguntas que quizá tengan múltiples respuestas. A final de cuentas no hay nada como experimentar.

La escalinata de la Universidad de Guanajuato (UG) es la postal clásica de esta casa de estudios a la que pertenecen 42 mil estudiantes en todos los niveles. Y es normalmente el sitio escogido para una gran foto; en este caso el arranque de los 25 años del programa Verano de la Ciencia.

Aquí, ahora, más de 400 jóvenes y maestros con playeras amarillas y azules, se apiñonan, vibran al unísono, zumban como abejas en el enjambre.

Yazmín López Navarro tiene 21 años, estudia el séptimo semestre de la Licenciatura en Químico Farmacobiología, es de Pueblo Nuevo –un pequeño poblado a 85 kilómetros de la capital-, y ama la ciencia. De hecho es su primera participación en este tipo de eventos y está exultante porque su proyecto está relacionado con lo que estudia: la química.

Creo que todos los procesos tienen que ver con la ciencia, y si entendemos la ciencia sabemos el por qué de las cosas, para mi eso es lo importante de la ciencia”, dice esta chica vivaz que estudia la toxina de la entamoeba histolytica, un protozoo anaerobio microscópico que provoca la amebiasis. Ergo, un parásito que produce diarrea con sangre y moco.

Como Yazmín, en esta edición 25 de los Veranos de la Ciencia, participan 800 estudiantes universitarios y, por primera vez, de prepa; este verano acuden además estudiantes de 8 países a la UG

La profesora Judith Banda Guzmán es una mujer adulta joven que destaca por animar a sus estudiantes. No sólo en el salón de clases. Aquí, en las escalinatas, bajo un terrible calor del mediodía, y de pie desde hace más de media hora, confía en que este ejercicio de pensamiento transversal, entre diversas disciplinas, ayude a los alumnos a ser mejores personas. Más inteligentes.

Ellos de antemano saben que existe este programa, y en lo particular me gusta alentarlos para reforzar sus conocimientos. En esa ocasión venimos por un proyecto sobre las creencias del dinero (…) aquí el tema es más del área de psicología y ya estamos viendo como vincularnos con otras áreas para lograr mejores resultados”, dice la profesora Judith, quien da clases de Gestión Empresarial en la División de Ingenierías del Campus Irapuato-Salamanca, y tiene bajo su tutela a cuatro alumnos en este verano.

La vinculación interdepartamentos y entre disciplinas académicas o especialidades ayudará a encontrar mejores respuestas o soluciones. De eso va ahora el nuevo modelo.

El Auditorio de la UG es muy bello arquitectónicamente, aunque lo es aún más conceptualmente pues fue diseñado para congregar al pensamiento, al diálogo. En la UG se encuentra además en sus paredes una frase poderosa: La verdad os hará libres.

Valeria Martín del Campo López, tiene 22 años, y estudia el sexto semestre de Ingeniería Ambiental. Está emocionada al ser la primera vez que acude a un Verano de la Ciencia. El  proyecto que ha elegido es El efecto de los campos magnéticos en el crecimiento de una plántula. Y con él busca entender cómo se pueden crear nuevos métodos de agricultura sustentable.

Me quise involucrar un poco más en la investigación, y aparte mi profe me motivo a realizar el curso (…) Ahorita que hay mucho problema con el tema alimentario, por los usos y cambios de suelos, un medioambiente con problemas, se necesita involucrar más a la ciencia, en más invenciones para hacer más efectivo nuestro sistema agroalimentario. La ciencia siempre ha sido una herramienta que nos ha salvado a lo largo de la historia en todos los aspectos”, comparte Valeria, quien es originaria de Irapuato.

Cuando Gustavo Niz sube al escenario, donde apenas luce una pantalla con el fondo de las escalinatas de la UG, y el eslogan del evento: Veranos de las Ciencia. 25 años,  llama inmediatamente la atención. Usa bermudas, camiseta y habla con toda la actitud del nerd cool

Sí. Soy un Sheldon–  dice Gustavo Niz, un catedrático con doctorado que no rebasa los 40 años –o al menos eso aparenta por su look juvenil- y que ahora dará una charla de lo más interesante, mientras los estudiantes ríen por la confesión voluntaria. Todos tenemos en mente de inmediato la serie The Big Bang Theory.

Grosso modo habla de su viaje en un velero. De Sonora a BC y viceversa. Aunque antes que retorne al puerto de Guaymas, Sonora algo cambiará su destino. Saldrá un día con el mar picado, y sin GPS. Aunque lo salvará la trigonometría.

Suena como a un cuento fantástico o loco, pero lo que Niz hace es – a través de la anécdota personal- lograr que la audiencia piense y aprenda algo nuevo, pese a ser complejo. Al menos a mi me sorprende saber que toda la cartografía está desactualizada frente al polo magnético actual.

La historia de Giz tiene ciencia, teorías, emociones, cálculos y, sobre todo, una solución. Al no tener GPS, utilizó la cartografía y los cálculos trigonométricos con respecto al actual polo magnético. Y ya está… llegó al puerto de Guaymas, sano y salvo.

¿Pero cómo se ha convencido a estos jóvenes de sacrificar sus vacaciones o, mejor dicho, de atreverse y revolucionar buscando, ejercitando, dialogando con sus pares y maestros en cómo la ciencia ayuda a cambiar el mundo?

Parte de la colmena que zumba alrededor de los Veranos de la Ciencia, un programa exitoso que cumple 25 años.

El profesor José Arturo Guerra Ramírez, filósofo, psicólogo y profesor de la Prepa León en San Miguel, llama la atención por su aire grave y buen vestir contemporáneo. Usa gafas y una actitud sosegada; piensa antes de hablar. Y por ello da argumentos sólidos.

Y parece tener parte de esa razón fundamental que buscan los universitarios, la gente que se expresa con suficiencia y claridad.

Buscamos la sensibilización de los alumnos en la parte científica porque los va forjando, los saca de la zona de confort y los impulsa a la creatividad, a la emprendeduría, al desarrollo integral a través de la investigación”,  comparte el profesor Guerra quien tutela a cuatro alumnos que estarán participando en una estancia de mes y medio para hacer investigación.

Mauro Napsuciale Mendivil es una eminencia de la ciencia nacional. Piensa con asertividad y con una especie de bilogía molecular predispuesta a explicar las causas biológicas de la razón. En eso basa su discurso, en la importancia de la ciencia a partir de tres funciones sustantivas: docencia, investigación y extensión.

Durante su intervención Napsuciale Mendivil , quien es titular de la Dirección de Apoyo a la Investigación y al Posgrado (DAIP) que organiza los Veranos de la Ciencia-, resume que al terminar esta edición habrá disponibles más de 230 productos para divulgación y comunicación de la ciencia.

Tal vez por ello Rafael Olmos Flores, un joven con gafas de pasta negra y montura gruesa, se manifiesta con suficiencia y claridad al expresar que desde el 2015 acude a los Veranos de la Ciencia porque la ciencia ayuda a resolver problemas, a dar soluciones

Me interesó en esta ocasión abordar el tema de los biocombustibles, porque revoluciona la manera en estamos abordando nuevas alternativas al problema energético actual. Podemos ver y concluir que los combustibles fósiles no son la mejor opción con el ambiente que vivimos hoy en día”, asegura esta joven de 21 años que estudia séptimo semestre de Ingeniería Química y que busca nuevas fórmulas energéticas.

En su mensaje a los estudiantes el rector general Luis Felipe Guerrero Agripino habla de la evolución del programa que cumple un cuarto de siglo, el gran trabajo que cuesta pensar para hacer que cada año sea innovador y atraiga más vocaciones científicas.

Los cambios más importantes de este año por tanto son motivo para compartir, pues en esta edición de los Veranos de la Ciencia es que hoy existe una plataforma digital para consultar el curso, los apoyos económico a estudiantes están cubiertos, hay un seguimiento especia a los estudiante del extranjero, y existe un diseño transversal para que todas las áreas posibles de la UG interactúen.

Para resumir lo que importa, implica y representan los Veranos de la Ciencia, el Rector General de la UG lo define a la perfección en parte de su mensaje, en una frase contundente

La trascendencia de la ciencia representa la construcción de un mundo mejor”, dice el Rector Guerrero Agripino, a quien los jóvenes adoran como a una especie de rockstar de la academia, porque les escucha, los apoya, se preocupa por mantener actualizada a la UG frente a lo que ocurre en el orbe. Y les da alas para que vuelen más alto en sus proyectos, como estos Veranos de la Ciencia, Espiral: Foro Universitario o la FLUG.

Emilia Arévalo Arredondo apenas tiene 17 años y estudia el cuarto semestre en la Prepa de Guanajuato capital, su ciudad; aunque ya lleva un gran camino recorrido en torno a la ciencia.

Su maestra la convenció hace tiempo de apoyarla en charlas didácticas con niños sobre anatomía, medicina y aspectos científicos varios, todo de forma lúdica. Para despertar el interés de los chicos en la ciencia. Y quizá ayudar de paso a fortalecer alguna futura vocación científica. Al menos en Emilia ya causó un efecto positivo, pues quiere ser médico cirujano en el futuro.

Muchas veces los jóvenes perdemos la capacidad de asombro y proyectos como este nos hacen que podamos retomarla. La ciencia creo que nos lleva al camino de la verdad, como dice la frase de nuestra universidad: La verdad os hará libres” resume esta chica que representa a una de las más de 40 mil abejas de la gran colmena, donde en verano la ciencia ‘magnetiza’ a los jóvenes.

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