El sueño más recurrente de todo adolescente después de la segunda mitad del siglo XX, era ser un ‘superhéroe’.
Íconos de la cultura popular que al igual que los héroes de la mitología antigua, cuentan con capacidades y habilidades sobrehumanas, en los superhéroes las habilidades más comunes son la fuerza, volar y la invulnerabilidad.
Para los años 80´s estos personajes de mandíbula cuadrada, carisma desbordado y personalidad arrolladora, tenían acompañantes/ayudantes (sidekicks) que solían ser sus aprendices adolescentes.
No parecía una decisión adecuada el publicar un título cuyo personaje principal fuera un joven de preparatoria. A pesar de ello, Stan Lee, el guionista de comics que por esos años había creado lo que ahora conocemos como el Universo Marvel, tuvo la innovadora idea de crear un personaje adolescente que apareció en agosto de 1962.
Como definió el semiólogo francés Roland Barthes, en la mitología de estos personajes, las explicaciones sobrenaturales se vieron desplazadas por causas tecnológicas; en ésta, la mayoría de los poderes de los superhéroes se explican en términos científicos, en concordancia con la lógica de la ciencia ficción, ya sea naturaleza extraterrestre, mutaciones y experimentos científicos o artefactos prodigiosos.
Con poderes poco convencionales relacionados a un insecto diminuto, como una araña -concepto poco atractivo si este personaje era relacionado con poderes desbordados-, nació ‘Spider-Man’

Picado por accidente, por una araña en aquel entonces radioactiva -qué hubiese sido de todos los superhéroes de la hace 50 años sin la radiación-, a un joven Peter Parker le implica poseer grandes poderes, pero entra en la disyuntiva moral de tomar la decisión sobre el uso de ellos; la culpa será constante en este personaje, que se vuelve superhéroe por el arrepentimiento de no haber evitado la muerte de su tío y tutor Ben Parker.
Así se presenta a un Peter Parker, huérfano y estudiante con graves problemas económicos que toma la decisión moral de aceptar este destino. La tragedia lo perseguirá por décadas, la muerte de su amada novia Gwen Stacy es perpetrada a manos de su archienemigo el Duende Verde.
Con Gwen Stacy fue la primera vez en que vimos cómo moría un personaje de comic, para mi generación fue un shock leerlo, era como si muriese Luisa Lane, y eso marcó al personaje y la saga; todos a los que ama Spider-Man saldrían perjudicados.
La dualidad entre una identidad civil y una heroica está presente todos los relatos de superhéroes, pero en esta caso era más importante; la máscara evitaba que sus oponentes se dieran cuenta que él sólo una adolescente, los medios siempre están en su contra, es un outsider, al igual que sus colegas los X-MEN es “temido y odiado por los que ha jurado proteger”.
Aún recuerdo a las madres de mi generación que preferían regalar un Superman que un Hombe Araña, por el simple hecho de que al arácnido: “No se le veía el rostro”

El personaje fue un éxito, a pesar de que no poseyera un escondite secreto, un vehículo potente o de que no fuera amigo del jefe de policía, su atractivo se centraba en que era un adolescente agobiado, que sufrirá todos lo problemas cotidianos.
Peter Parker tenía que trabajar y estudiar, se enamoraba y era víctima de bullying, eso generó una serie de personajes secundarios que hicieron de la serie una telenovela, la empatía era total con sus lectores. Todos fuimos Spider-Man.
Una escena muy memorable de los comics de la época era cuando, solitario, zurcía su traje en su habitación, después de que este sufriera rasgaduras en los enfrentamientos; al traje de Superman no le pasaba nada y Batman solo tomaba “el que sigue”.
Esa icónica máscara que él mismo confeccionó apoyaría teorías como las del el american self made man, que veríamos de manera tangible en antítesis del género como Kick-Ass; cualquiera puede llegar a ser un superhéroe, si así lo decide.
Pasaron los años y décadas para que el superhéroe adolescente llegara adecuadamente a la pantalla grande. Tuvo malas versiones, siguiendo la antigua tradición de las malas adaptaciones de Marvel, pero después de disputas legales y cesiones de derechos, para la década del 2000 el “trepa-muros” tendría una adaptación digna con el rostro de Tobey Maguire (famoso el año pasado por el rumor falso de su muerte) y dirigida adecuadamente por Sam Raimi.
En la versión de Raimi se retrata la esencia del personaje, la segunda parte, la mejor para muchos, muestra esa convicción moral que lleva al mito de héroe, como plantea Joseph Campbell

La trilogía no concluyó como debería, al punto de que el fracaso de taquilla de su última entrega fue motivo de la cancelación de una cuarta parte, a esto siguió un reboot que arrancó con mucho ímpetu y con Andrew Garfield bajo la máscara del web slinger, pero para su segunda entrega, no corrió la misma suerte y la trilogía fue cancelada.
Después de un complejo acuerdo legal, el personaje se integra al universo cinemático de Marvel, primero con una aparición en la tercera entrega del Capitán América, Civil War y ahora con su protagónico en Spider-Man: Homecoming, con el rostro de un desenfado Tom Holland.
Sin embrago, el personaje ha perdido todo su encanto. Ese trasfondo moral en su decisión para ser superhéroe se ve diluido al conformarse con ser un millennian. Los guionistas Jonathan Goldstein y John Francis Daley olvidan cómo le picó la araña que le da superpoderes –algo que se da por hecho-, pero eso no es lo grave, tampoco sabemos nada sobre el tío Ben, ni siquiera se hace alusión directa a este personaje y la tía May, es más joven (Marisa Tomei), ya no es la anciana que depende del sueldo del fotoperiodista y agobiado estudiante Peter Parker.
Ahora Parker es un adolescente sin responsabilidades que cuenta con un mentor-hada madrina llamado Iron Man, que lo introduce al juego de ser superhéroe, le provee de inspiración y un traje de alta tecnología, que al hacer mal uso de el, lo reprime quitándoselo, incluso Peter llega a afirmar :“Sin el traje no soy nada”; aún y cuando logra demostrar que no es así.
Peter Parker es ahora un millennial regañado. Es el ‘Spider-Man’ de YouTube. No hay cuestionamientos, sólo diversión. Su responsabilidad se acota a las consecuencias de sus actos y no en base a un orden moral superior

El “regreso a casa”, que es también una alusión del regreso de los derechos del personaje a Marvel, vale la pena, es un espectáculo maravilloso de efectos especiales y Michael Keaton como villano es genial, pero el alter ego Spider-Man no es suficiente, no es idealista, no hay ese compromiso ni la brújula moral de ser héroe, es sólo salvar el día y pretender una aceptación, pretender ser parte de Los Vengadores como si fuese a una audición al progama muscial de La Academia.
La construcción de personaje se quedó en el tintero, pero lo más grave es que dista mucho de esa generación de los sesentas que iba a cambiar el mundo. Holland declaró en medios que le gustaría incluir a Maguire como tío Ben en la próxima entrega. ¿Será una campaña para calmar las quejas de los fans?
Peor aún, el hecho de que el nuevo Spider-Man sea un millennial casi nini, ¿Será la causa de su éxito en taquilla?
- Fotos: Marvel