Hace un año, con motivo de una ola incesante de feminicidios en Argentina, Hernán Casciari publicó un texto con el título ‘Me hago cargo’, mismo que sería un ‘hashtag’ muy utilizado a la postre (#MeHagoCargo).
En el texto el autor expone cómo con sus acciones a lo largo de toda su vida (45 años) de alguna manera contribuyó a fomentar, de manera involuntaria o no, el machismo y la vulnerabilidad que sufren las mujeres. http://editorialorsai.com/blog/post/mehagocargo
Hoy que México vive días tristísimos con el asesinato de Mara (que además, se llama como mi hermana y mi sobrina favorita), quisiera emular a Casciari y hacerme cargo de mi parte.
I
Crecí como muchos en una familia en la que los niños (mi hermano y yo) no tendían la cama. La única niña (mi hermana) sí. Mis papás son dos personas excelentes, tuvimos una vida hermosa (y seguimos teniéndola aunque ya no vivamos con ellos desde hace años) y sé que estos comportamientos no eran más que un reflejo de la inercia de desigualdad que en los ochenta, la década en la que crecí, parecía lo normal. Como fumar con niños de brazos alrededor, o en un avión.
Mi hermana, pese a ser la mayor, no tenía permisos para salir en la noche ni al llegar a la preparatoria. Nosotros, mi hermano y yo, tuvimos auto desde los 15 años y con él la independencia que esto supone.
II
Crecí y comencé a sentir atracción por las niñas. La diversión para los hombres a los 15, 16, 17 años… (y para muchos durante toda la vida) era salir y conocer a una niña para ligarla, besarla, tocarla… Lo normal era la cosificación de las mujeres, como objetos de decoración y placer.
El tipo de pseudo éxito que un hombre aprende se vincula en parte con la cantidad de ‘relaciones amorosas’ que ha logrado. Ese narcicismo se clava bien hondo en nosotros, los hombres de mi país. Se nos clava. Algunos en la etapa adulta tratamos de salir (con poco éxito a veces) de esa inercia que hace que las mujeres sean vistas como simples ‘medallitas’, ‘trofeítos’, ‘cartitas coleccionables’.
Me hago cargo de ser en diversas etapas de mi vida ese inseguro macho ‘progre’ que se vanagloriaba de tener ‘suerte para las bonitas’ pese a ser horrible, no solo físicamente
Son muchos años de inercia machista y lo siento profundamente. No tengo suerte porque las mujeres con las que he compartido han sido ‘bonitas’, sino porque han sido personas extraordinarias, llenas de cualidades excepcionales que como buen imbécil que he sido no logré entender en la mayoría de los casos.
Me hago cargo de ello y, si cabe, pido perdón.
III
También alguna vez dije “es mujer de seguro” al ver a alguien con poca pericia manejando. Hice comentarios sobre el físico de una mujer antes de hacerlo sobre lo que expresó. He mencionado “son mujeres, no las entenderás” y me siento un idiota por hacerlo.
He volteado en la calle a ver mujeres en minifalda o con escotes (aunque suene a un intento de justificación, lucho desde hace años por no hacerlo. Y digo lucho porque hay mucha mierda machista aún en mi cabeza).
He sido violento y estúpido. He expresado que “todas son iguales” cuando lo correcto era decir “soy igual yo de idiota que la mayoría de los hombres”. Me hago cargo y lucho por soltar ese lastre.
He contribuido en esta desigualdad peligrosísima y ahora que hay muerte y dolor tengo vergüenza y miedo de ser parte de eso
Saco la cara (si de algo vale) para decir que respeto esta lucha que han emprendido las mujeres para lograr las condiciones mínimas de seguridad que merecen. No puedo borrar lo que he hecho en el pasado, pero puedo recordarlo para dejar de ser ese limitado humano que mostró sentimientos de superioridad alguna vez por pertenecer a un género y no a otro.
Deseo que así como logramos hacer de este país un lugar peligrosísimo para las mujeres con pequeñas acciones, micro y macro machismo, lo convirtamos en el lugar en el que Marita mi sobrina, y mi hermana mayor, Mara, puedan regresar a casa después de divertirse, de vivir libres, sin miedo, como lo merecemos todos.
- Ilustración: Romina Lerda
- Foto: AFP