A los 16 años se escapa de la casa con el novio y queda embarazada. A los 18, ya ha sufrido tres embarazos, dos de los cuales terminaron en aborto; el tercero es ahora un bebé de seis meses; y está de nuevo embarazada.
Un precoz currículo como este aterrorizaría a cualquier padre de familia hoy. Pero estamos en 1814, la chica en cuestión, Mary Godwin (1797-1851) , era hija del filósofo inglés William Godwin, conocido por sus ideas libertarias, y de la activista feminista avant la lettre, Mary Wollstonecraft.
Creció en un medio de intelectuales de clase alta, poetas, filósofos y pensadores radicales, y el novio con quien se escapó era nadie menos que el poeta romántico Percy Bysshe Shelley, solo tres años mayor que ella.
La escritora británica, Fiona Sampson, ha publicado una biografía de Mary Shelley, The girl who wrote Frankenstein a partir de información extraída de cartas, diarios personales de Mary, de su familia y de gente que la conoció, y de alguna documentación de la época.
El suyo es un trabajo basado en fuentes originales, porque, aunque es mucho lo que se ha dicho, se ha especulado y se ha escrito sobre el significado de Frankenstein, sobre su autora se ha hablado bastante menos. Seguramente por el hecho de ser mujer, su nombre quedó durante mucho tiempo en un segundo plano, a la sombra de su monstruo.
A sus 18 años, Mary, su novio Percy, y el bebé viajaron a pasar el verano a orillas del Lago Lemán, en los Alpes, entre Francia y Suiza. Se alojarían unos días en la villa de su amigo, el poeta Lord Byron. Los allí reunidos eran todos jóvenes, nadie tenía más de 25 años, creían en el amor libre, eran medio anarquistas y ateos. De haber vivido en el siglo XX hubieran sido de izquierda, socialistas y comunistas. Percy era incluso vegetariano, le parecía inmoral comer animales.
Pero 1816 pasó a la historia como un “año sin verano”. La erupción del volcán Tambora en Indonesia, el año anterior, causó anomalías climáticas globales, lo que se conoció como, ‘invierno volcánico’. En los Alpes no salió el sol. Fue en uno de esos día grises y lluviosos de junio, para no aburrirse dentro de la mansión, que a Byron se le ocurrió proponerles a sus invitados que escribieran historias de fantasmas.
Según Sampson, aquel fue el ejercicio de ‘escritura creativa’ más exitoso de la historia de la literatura. Así pues, un poco en broma y un poco en serio, ese verano tenebroso, una madre adolescente, Mary, comenzó a crear el monstruo de Frankenstein. Menos de dos años más tarde apareció publicada la primera versión de la obra. En ese momento ya se había casado con Percy, y su nombre era ahora Mary Shelley.
Sin embargo, el libro apareció anónimamente. No por culpa de Percy, quien estimulaba la escritura de su joven esposa, sino por culpa del medio editorial de la época. El nombre de una mujer como autora le restaba seriedad y, por ende, ventas a una obra.
Solo unas décadas antes, las ideas liberales, revolucionarias, a la Voltaire, Rousseau, Diderot, recorrían Europa. Fueron los años de las Luces. Aquel fue un ambiente propicio para que ganaran prominencia grandes mujeres intelectuales, aceptadas en los círculos de artistas y pensadores, a pesar de ser mujeres. Gracias a un ambiente así pudo surgir una Madame Staël, filósofa y escritora.
Y muchas más, como Mary Wollstonecraft, la mamá de Mary Shelley, que en 1792 publicó, Vindicación de los derechos de la mujer, una de las primeras obras de la filosofía feminista. Es muy interesante saber que el libro fue muy bien acogido en el momento de su publicación, y solo comenzaría a ser criticado bastantes años más tardes, cuando empezaba a desinflarse el impulso ‘feminista’ (este concepto no existía en esa época) de la segunda mitad del siglo XVIII.
Sin embargo, Mary no fue una ‘hija de su madre’, que murió de fiebre puerperal, a los pocos días de nacer la niña. Indudablemente, la medicina del siglo XVIII no había progresado a la misma velocidad y nivel de las ideas. La mortalidad por parto tenía un alto índice, incluso entre las clases acomodadas de la sociedad.
Mary fue ‘hija de su padre’, William Godwin, un hombre que entendió y defendió el ‘feminismo’ prematuro de su mujer, y que educó a su hija, como escribió ella misma, “… con un deseo de gloria”. Su padre la preparó “para ser alguien grande y bueno”, y añade también que ella “fue educada como un chico”. Mary aprendió griego antiguo por su propia cuenta, y tradujo al inglés obras de la literatura italiana del Renacimiento.
Como dice Sampson, a pesar de haber sido una chica, a pesar del tiempo en el que le tocó vivir y de todos esos ‘grandes hombres’ a su alrededor, Mary Shelley fue capaz de producir, siendo todavía una adolescente, “una novela que resume de manera única las inquietudes y los deseos de experimentación del Romanticismo”.
Una biografía fascinante, no solo por toda la información sobre Mary, sino por la recreación del ambiente político, ideológico e intelectual de la Inglaterra de esos años.
En 1837, la reina Victoria sube al trono e inaugura una época profundamente conservadora en las relaciones hombre-mujer. Las libertades de los años anteriores tendrán que esperar más de un siglo para que vuelvan a manifestarse.
- Ilustración: Hulton Archive