El cierre de la temporada 2025 de la Sinfonietta MIQ fue apoteósico. Un viaje sonoro aéreo, con claroscuros y una metafísica poética -entre el dolor y la redención-, bajo la dirección de Juan Trigos, un ‘chamán’ sinfónico.

Como parte del concierto, celebrado en el Patio de la Esculturas del Museo Iconográfico del Quijote (MIQ), Trigos consideró un homenaje póstumo a la compositora rusa Sofia Gubaidulina y el estreno de su obra Homenaje a T. S. Eliot, con la privilegiada voz de la soprano Daniela D’Ingiullo.

Es costumbre del Maestro Trigos hacer programas que combinen la tradición con la modernidad, ese siempre ha sido de sus enfoques para la programación y para la dirección (…) es vanguardia y tradición en el Patio de las Escultura, el lugar de la música de cámara en Guanajuato”, comparte un emocionado Carlos Vidaurri Aréchiga, creador de los Jueves Musicales del MIQ y destacado músico y compositor guanajuatense, sobre el programa – un assemblage de lo barroco y lo contemporáneo- que habrá de escucharse esta noche.

Este programa especial forma parte de los festejos por el 38 Aniversario del MIQ.

Antes del concierto, Trigos y la soprano D’Ingiullo, ofrecen una breve charla con el público reunido sobre las obras que interpretará la Sinonietta MIQ, detalles técnicos, paisajes visuales, datos históricos, un breviario para introducir -pedagógicamente- al espectador en lo que viene.

Integrantes de la Sinfonietta MIQ durante el concierto con el que cerraron su Temporada 2025.

Los músicos de la Sinfonietta MIQ que participaron en este concierto son Dmitri Kisselev, conciertino y violín primero, Heather Millet (clarinete), Katherine Ann Snelling (fagot), Claire Hellweg (corno), David Gutiérrez (viola), Jonathan Esteban Rivera (contrabajo), David Pérez (violín),  Juan Pablo Hagen (violín) y Cyndi Zuleyka Arias (violín).

La Sinfonietta abre la noche con el Concerto grosso op. 6, núm. 3, del maestro barroco Georg Friedrich Händel. La música dominada por las cuerdas de los instrumentos es un puente, hecho de luz sonora, hacia lo divino. Alrededor de 12 minutos, con cinco tiempos (Larghetto, Andante, Allegro, Polonaise y Allegro, ma non troppo), en estado de éxtasis.

Después de los aires celestes de Händel, vendrá un viaje con claroscuros, con la obra Serenata in vano, del danés Carl Nielsen. Una burla a los caballeros que trovaninútilmente para una dama  ausente” –dixit Alex Jiménez, en el programa de mano-, donde el corno y el clarinete se imponen, acompañados de un discreto fagot y un repiquetear constante del contrabajo tocado con el arco del violín.

Un detalle interesante es la aparición de tablets en los atriles de algunos músicos. Un dispositivo contemporáneo que sustituye a las partituras clásicas de papel. Una muestra de que lo antiguo y lo moderno pueden coexistir y complementarse.

Juan Trigos digita los dedos. Levanta el índice derecho como si señalara un camino, mientras gira la muñeca y curva las falanges genera la sensación de que sus dedos se han convertido en una especie de parvada, mientras hace geometría pitagórica para extraer el alma sonora de cada instrumento

El director Juan Trigos al frente de la Sinfonietta MIQ.

El sonido de cuerdas sombrías abre la última parte del concierto, con la entrada de la D’Ingiullo, quien se adueña del espacio con su gesto doloroso. Su vestuario es de un elegante y sencillo negro, con delicado encaje en el cuello del vestido y transparencias que caen por el antebrazo.

La voz es un lamento, y también un contrapunteo que inicia grave y va ascendiendo hasta volverse de un agudo lastimoso. Los timbres y texturas se contraponen y se entrelazan al caos sonoro de la obra.

Entre la babélica sonoridad -orquestada por el sabio maestro concertino Dmitri Kisselev- la voz de la soprano finalmente asciende, como un grito luminoso para simbolizar que la redención ha llegado.

La soprano italiana Daniela D’Ingiullo.

Los cánticos de la D’Ingiullo, son parte del poema Cuatro Cuartetos de T. S. Elliot, famoso por su The Waste Land (La tierra baldía) – editado y corregido por Ezra Pound-, cuyo eje vocal de D’Ingiullo y el planteamiento general de la obra de Sofia Gubaidulina, bien podría resumirse en estos extractos (en traducción de José Emilio Pacheco):

Para quedar renovados, transfigurados en
otra ordenación.
El pecado es inevitable pero
Todo irá bien
(…)

Y todo irá bien
Y toda clase de cosas saldrá bien
Cuando las lenguas de la llama se enlacen
En el nudo de fuego coronado
Y la lumbre y la rosa sean una
”.

La D’Ingiullo es una diva en Europa, Estados Unidos y América Latina, que en mayo de 2018 se alzó como ganadora con medalla de plata en el Global Music Award, en las categorías de Música Clásica Contemporánea y Vocalista Femenina. Verla en Guanajuato, en vivo, ha sido un privilegio.

Al final Trigos y la soprano cierran el concierto, tras dos rondas de aplausos y gente de pie, con un beso. A muchos les asombra -no estuvieron en la precharla del concierto-, pero no hay misterio. Son esposos. Incluso Trigos recién le compuso una ‘pocket ópera de hemoficción en un acto’ -escrita para soprano, ensamble y títeres-, titulada Ella-Miau.

Así es Trigos, un ‘chamán’ sinfónico que ha creado el folklore abstracto.

  • Fotos: Brenda Cardona
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