Dice Eduardo Rabasa que la charla que hoy da en Aguascalientes la ideó para un encuentro en Italia.
Rabasa habla del Festival de la Desesperanza. Aquí en la 51 Feria del Libro de Aguascalientes es medio día. En la pantalla se reproduce el comercial de Apple transmitido en el superbowl de 1984. Se anunciaba la introducción de la Macintosh con una parodia a 1984, de Orwell.
¿Nos hemos olvidado de Y tú verás por qué 1984 no será como 1984? Si ya nos habíamos olvidado o no había nacido alguien cuando sucedió este lanzamiento, un cambio de época, puedes ver (al inicio del vídeo en este artículo) estas imágenes apocalípticas o distópicas, del tiempo de Robocop y del tecno; esas que pudimos recordar hoy al volver a ver aquel momento, más reciente, en el que Trump dice who’s gonna pay for the Wall? ¿Recordamos eso? Youtube lo ha guardado por lo pronto aquí
Tras el triunfo de Donald Trump en las votaciones por la presidencia de los Estados Unidos, la novela 1984 se disparó en número de ventas. Para Rabasa, a quien escuchamos en la Sala Amparo Dávila, uno de los foros de la 51 Feria del libro Aguascalientes, hay evidentes muestras de los mecanismos de poder descritos en 1984 en los utilizados en la realidad, la actual.
Ve una relación siamesa, la del discurso totalitario. Explica el editor de Sexto Piso que en Orwell se pueden distinguir esos sutiles usos políticos del odio como el culto al líder, la nación como una causa y el odio al enemigo. Rabasa nos dice que ese mecanismo se conoce como “chivo expiatorio”. Lo descubre. Nos dice, enfático: “es un mecanismo que termina coaccionando los procesos mentales en favor de una clase dominante”.
“Si quieres ver una imagen del futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano para siempre”
George Orwell
Escritor y periodista
Rabasa enlista asegurando que los mecanismos de dominación se han escondido en la sutileza, pero que es innegable, todos asentimos cuando lo apunta, la existencia de un retroceso si hablamos de condiciones laborales, de aspiraciones, de posibilidades. Los sindicatos han perdido cualquier poder por el que fueron ideados, no hay pensiones, los contratos se dan a cuentagotas. Eso es el poder, remata Rabasa: “la repartición de la riqueza entre ocho hombres multimillonarios con fortunas más grandes que el PIB de más de 100 países”.
(Se escucha a Radiohead como fondo) “No es alarmismo, esto está sucediendo”. El hombre en la mesa aprovecha y dice: “Para mí Radiohead ha sido mi banda favorita. Me han dado horas y horas de tristeza y tormento o, como dice la canción: ‘chicken voices in my head’”.
Este es el momento en el que Rabasa sonríe de lado y, sin necesidad de decirlo ya, vemos por qué el título de la charla incluye a Radiohead, a Orwell y al poder. Viene a decirnos, tono neutral siempre; neutral y firme, “hay puentes visibles entre Orwell y Radiohead. Es la sociedad posindustrial de la que escribe Thom Yorke, un lector de Orwell”.
Kicking screaming gucci little piggy
1984 de Orwell trataba de advertencias contra el totalitarismo. Pero no sólo eran advertencias, una novela es un síntoma de lo real o al menos una sombra. Era la descripción de mecanismos políticos, reitera su tesis Rabasa; mecanismos políticos para fomentar el odio. La sutileza de los mecanismos, insiste y alude a esta frase que se ajusta al presente: “El perro de circo hace lo suyo por el tronar del látigo, pero, cuando el perro da la mano sin que truene el látigo, ha funcionado el verdadero entrenamiento”, es una paráfrasis de Orwell.
El culto al líder, la demonización a lo diferente, la amenaza ya se anunciaba desde la escritura de ‘1984′
“Es el presente”, dice Rabasa, y menciona la visibilidad de personajes como Jobs, Zuckenberg o Gates; insiste en Trump o en filántropos exhibidos como los transformadores del mundo, los revolucionarios; filántropos ayudando a una sociedad a la que han hecho daño irreversible.
(Es la paradoja, un engaño, dice Rabasa mientras le da play a Nude de Radiohead) “El dominio de Google o Facebook es el adiós a la prensa libre. Son feudos fuera de los estados nacionales que han dejado de regirse por las normas civiles para fundar nuevos estados, territorios sin leyes o con sus propias leyes. Es una película de supervillanos que están imaginando ciudades flotantes sin jurisdicción. Cuando los millonarios fantasean hay que temer”.
No tengas grandes ideas porque no van a suceder
“Tenemos un mundo sin vivienda, sin trabajo y sin pensiones. Es un estado de angustia perpetuo, un estado mental del alma”, dice el autor de La suma de los ceros, y parafrasea, o traduce a Yorke. Lo hace para describir la sensación ante la evidente distopía que describe: “despierto como chupando un limón”.
Ha hablado del culto al líder. Ahora se centra en el estado de cosas de los individuos, si todavía se les puede llamar así. Una perversión: “El mundo que hemos heredado o en el que vivimos es un estado en el que reinan los ansiolíticos y los medicamentos para soportar la realidad, ya no digamos enfrentarla, una manera de docilizar”, son palabras de Fisher tomadas por Rabasa para teorizar acerca de la epidemia de enfermedades mentales.
Entonces, todos pensamos en nosotros, y en nuestros cercanos, nuestros entornos. Asentimos con timidez ante las consignas de Eduardo Rabasa
−No hay progreso real. Las consecuencias individuales son demoledoras
―El problema que nadie ha podido resolver es cómo llevar esas ideas a acciones que transformen.
−Vivimos en sociedades habitadas por individuos alienados que aparecen en las canciones de Radiohead.
−Hasta se podría pensar que la producción de medicamentos actualmente forma parte del estado de cosas.
−Haría falta una revelación de conciencia. Las medidas paliativas de filantropía virtual y activismo digital poco cambiarán si la acción no es el cambio de paradigma.
Es un primer momento en el que Rabasa acepta que este festival del desasosiego puede encontrar un intento optimista, muy sutil y poco alentador, es cierto, pero ese estado de sabotaje es posible. (Traduce Rabasa mientras suena de fondo The Numbers) “Los números no deciden, el sistema es una mentira”.
Pienso en la idea de democracia que supuso el menos peligroso de los sistemas de poder. Recuento las diferentes resistencias de otros tiempos en donde fue el objetivo de las resistencias políticas. Mientras hago memoria de la transición española de la que se mofa con cinismo y agudeza Casavella en El Día del Watusi, o del momento en que Vicente Fox asumió la presidencia de México.
Rabasa da el ejemplo que le parece ilustrativo para describir el fracaso de la democracia, o por lo menos la falta de sentido del voto que se ha reducido a masas eligiendo quién se va a perpetrar en el poder; a quien se vota no se asume como votado sino como poderoso, como dice Casavella: “los poderosos en su poder relativo viven del fraude. Y el fraude consiste en hacer pensar a los demás que pueden ser mucho más peligrosos, fuertes, astutos e inteligentes de lo que son“.
Si hay algún camino, si lo hubo antes, siempre ha estado relacionado con rechazar la narrativa dominante y con actos de sabotaje ante la pesadilla neoliberal
Hay prueba de que la historia no ha sido lineal. Ahí Rabasa ve un hueco dónde imaginar un paradigma diferente. Es enfático en que la crisis ante el cambio climático es una llamada de atención o un ultimátum que nos tendría que fustigar a intentar un mundo distinto para que siga existiendo el planeta.
He recordado a Vázquez Montalbán. Él dice que los actos de toma de conciencia tendrían que ser permanentes. Rabasa concluye con las palabras haciendo un gesto como de quien chupa un limón. Ha dictado una charla estimulante. Le cuesta invitar, mostrarse optimista, pero acude a una cita de McLuhan para darle fin a esta ponencia que tituló como Radiohead, Orwell y el poder: “enfermarse, en este caso, es una cosa sana”.
Se escucha todo el día, como un eco, como un zumbido detrás de la oreja, una y otra vez:
We call upon the people
People have this power
The numbers don’t decide
Your system is a lie.
- Ilustración: Pawel Kuczynski