¡Vaya usted a saber lo que pensaría la gente!, sí, la gente que la vio correr en zapatillas rumbo al Mesón de San Antonio porque era tarde para estar ahí, en esa charla como parte de un festival de cine que se había anunciado como magistral; y con pena y no, ahí iba Arcelia Ramírez, una de las actrices latinoamericanas más conocidas, cual alma que lleva el diablo, literal.

Ni en sus más arriesgados papeles la había visto así, poniendo el pellejo por delante con el peligro de caer en cualquier momento.

¿Te tomas una foto conmigo?”, le dijo Arcelia a la quinceañera que casi atropella al cruzarse en su locación fotográfica.

Y es que en el hotel no había plancha para el vestido, la comida previa no fue con los ingredientes prometidos y entre el apuro de coser algunas ideas con punch que emocionarán al respetable que iría a escucharla antes de la proyección de La Civil, los minutos se esfumaron para apenas tomar un baño y salir con el pelo suelto a medio secar.

Yo detrás de ella gritándole que tuviera cuidado, que solo eran unos minutos sin mucha importancia…

Habíamos reído con algunas anécdotas de sus trabajos con Ripstein, Maryse Sistach, en las mil caras que se metió con los mejores directores y directoras del mundo para labrarse una trayectoria envidiable en el cine y el teatro.

También habíamos ensayado posibles respuestas a preguntas que pudieran hacerse y se fabricó “un acordeón” para abordar los puntos de la potencia de las actrices y cineastas mexicanas en México por el temor de olvidar algo.

Frente a su auditorio, Arcelia Ramírez no olvida casi nada y se desborda en imágenes, postales, historia de este México a través de su cine, las luchas sociales, las precariedades, el insistente demonio de los sueños fragmentados, de todas las imposibilidades, la luminosidad de quienes hacen cine y teatro en este país…ufff.

Los ojos le brillaban y la emoción la desbordó lo suficiente para correr de nuevo, pero con una carrera mesurada en la búsqueda de algún regalo para sus hijas, caminar de prisa y alcanzar las puertas abiertas de los últimos negocios del centro histórico…

Luego la cena, donde el restaurante por mala suerte tiene su “único día de fumigación” en seis meses y habremos de conformarnos con comer otra vez apresuradamente, corriendo.

Parece una carrera loca en un lugar que se ve muy tranquilo”, refunfuña.

La sopa azteca está caliente y las enchiladas mineras le parecen de buen ver, lo mismo la cerveza que bebe ávida,

Me voy a ganar el Oscar”, le suelto; y ella, dispuesta a apoyar mi empresa me escribe un mensaje que enviará a su director de casting para que me tome en cuenta, ¡de verdad lo hace!…no sé qué decirle más.

Ella, la actriz, saldrá temprano a filmar otra cinta, una que dirige el hijo de García Márquez y le deseo toda la suerte. Sube casi corriendo a su habitación para enviar correos y descansar lo más posible.

Me asomo por última vez al Mesón de San Antonio y veo las últimas escenas de La civil, donde Arcelia Ramírez tiene una actuación portentosa.

Todo en el cine es mucho más controlado, acuérdate”, eso me repetía al tiempo que escribía el mensaje aquél en su celular.

  • Fotograma: La civil