Elías desfalleció bajo la sombra de un enebro. Jezabel (vicisitudes, tribulaciones) lo perseguía para matarlo y Elías huía al Monte Horeb. Después de andar todo un día por el desierto, abatido tras luchas, decepciones y traiciones, se sentó bajo un enebro y le dijo a su Dios que quería morirse: “¡Basta ya!”. Se acostó y, exhausto, se quedó dormido.

Sin embargo un ángel lo tocó y, mostrándole comida y agua, le dijo: “Levántate y come”. Elías lo hizo pero no reinició de inmediato el camino. Aún se sentía extenuado. Volvió a dormirse.

El ángel le permitió descansar de nuevo antes de tocarlo por segunda vez y decirle: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. Elías se levantó, comió y bebió por segunda vez.

Según la narración, Elías, “fortalecido con aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios” (I Reyes 19).

Pienso que los textos sagrados de todas las grandes tradiciones religiosas de la humanidad son fuentes de sabiduría. Son historias, reflexiones y poesías humanas que aguzan nuestro entendimiento y enriquecen nuestro espíritu

La historia de Elías camino del Monte Horeb ha sido importante para mí en varios momentos de mi vida. ¿Cuántas veces ya he caído rendido bajo el enebro? Y todas esas veces, ángeles me han cuidado al dormir y luego me han tocado para animarme a nutrirme y retomar el camino.

Todos desfallecemos. Todos tenemos momentos de cansancio vital en los que nos preguntamos: ¿Qué hago? ¿Hacia dónde voy? ¿Vale la pena? ¿Hacia dónde me llevás, Vida?

Elías al menos sabía que iba hacia Horeb, el monte de su Dios. Uno a veces no sabe para dónde va. ¿Qué sigue? Estoy sentado bajo el enebro. Quiero descansar. No es aún el momento de echar a andar. Pero sé que hay ángeles junto al enebro. Me cuidan sin saberlo.

Sé también que mi fuente vital es el Amor. En ello confío. Aunque esté bajo el enebro, sé que esa fuente me alimentará  y, fortalecido, andaré de nuevo. Y como siempre lo he hecho, dejaré que el Amor me guíe por el camino.

Es ese también mi deseo para vos, caminante que descansás para luego hacer camino al andar. 

  • Ilustración: Edward Robert Hughes