Poderosa y aérea, plena y viva como los rayos del Sol, Alicia Alonso decidió irse del mundanal ruido. A la francesa.

La última diva del ballet murió. Alicia Alonso estaba por cumplir 99 años en dos meses. Con ella se va, como un bellísimo arabesque, el esplendor de lo clásico. Las evocaciones del sol entrando de puntillas al ático. Como cantó Pound.

Nació en el Cuartel Columbia en 1920, luego de la intervención ¿gloriosa? del rough rider Teddy Roosvelt. Tenía en los pies fuego o guaguancó, orishas de giro espiral. Hunga, le llamaban los que la amaron. Tenía la cabellera negra como los ojos. Y una belleza atemporal.

Alicia murió en La Habana de una baja en la tensión arterial; y ha renacido como un cisne de fuego en la historia de la humanidad

En León, Guanajuato, la prima ballerina cubana y maestra de ballet en México con la Universidad de Guanajuato (UG) y Cubart Ballet, Santa Mónica Amaro -educada en la academia de ballet de su país- describió con palabras hermosas la partida de la última diva. Como un giro. Como los más de 30 que hizo Alicia en su papel del cisne negro.

Cubart Ballet se une al dolor de la perdida de nuestra gran diva en Cuba. Ballet Alicia Alonso. Gloria eterna”, expresó Santa Mónica Amaro en sus redes sociales.

Un día, en Nueva York, le dijeron a Alicia que debía dejar de bailar. Sus ojos tenían problemas. Ella se negó. Y la historia termina con su legado, su reinventarse con estilo; como Borges antes de declinarle la vista.

Al final de su vida Alicia Alonso, la prima ballerina assoluta de Cuba, dictaba casi en braille las clases. Sus delicadas manos ondeaban como las alas de un cisne de fuego para marcar el movimiento.

  • Foto: Especial