El 25 de octubre cumplió años Esther Seligson.
La fecha del nacimiento de Esther, bajo el signo de escorpión, nos sirve de motivo para recordarla; desliza una oportunidad para repensar y hacer comentarios a su obra, y a su figura dentro del panorama cultural de México y su presencia entre sus lectores.
Es un sentimiento compartido el que afirma que Esther Seligson se le quedaba a uno en la memoria como una sombra en el poniente que crece cada vez más conforme se le nombra.
La autora de ‘Todo aquí es polvo‘ representa, para algunos de sus lectores, el espíritu del alma artística o de sensibilidad especial
Dueña de una escritura potentísima, profunda y heurística, hace necesaria la calma al leerla, propicia el acto de detenimiento, empuja a saltar hacia los textos, indagar los temas siempre renovados, y a preguntarse acerca las formas y los cauces de presentación de la literatura, una obra, en su caso, que ha dejado como un mapa de las cicatrices vitales.
Es difícil soslayar su personalidad o lo imponente de su presencia, una justa mezcla entre la firmeza y la dulzura enternecedora. Evocarla en octubre, pues, es casi un mandamiento para nosotros que queremos tanto a Esther y, con entrañable cariño, como si fuera ella un personaje histórico al que todos hubieran deseado saludar alguna vez, saliendo del Palacio de Bellas Artes o una tarde de café en la esquina de la calle Liverpool en la colonia Juárez de la Ciudad de México.
Nos emociona presentar el siguiente díptico de textos escritos para la ocasión. La de celebrar a Esther y su obra maravillosa
Se trata de Todo aquí es polvo: el yo en escena y de Tres fotografías de Esther Seligson.
Karen González Cabrera, que ha dedicado una tesis de maestría a profundizar sobre la obra de la autora nacida en 1941, escribe a propósito de la autobiografía como un punto de contacto para leer a Esther Seligson. Es un texto que encuentra claves y señales de la poética con la certidumbre de la investigación y la experiencia de la lectura sosegada.
El caso de Samuel Espinoza Mómox, poeta, es un acercamiento a la figura de Esther Seligson que nos familiariza tanto con la autora como con la sensación que deja siempre el solo hecho de pensar en Esther, la de La morada del tiempo.
Tras un texto autobiográfico, Samuel sostiene nuestra premisa para dedicarle este espacio a Seligson: es una autora que en su escritura también dejó las marcas de su transformación como mujer.
- Foto: Rogelio Cuéllar