Las ventas le parecían un puerto lejano. Llegó temprano a un rectángulo con cuartos blancos que parecían un dominó. Jorge aún no terminaba de despertar luego de ver entrar y salir personas del edificio.

Yadira se presentó con él, y le dijo que Juan lo recibiría en unos minutos. A Jorge todo le parecía inédito: anuncios de créditos, promesas de meses sin intereses, tarjetas bancarias con “n” beneficios, cubículos y salas de juntas inmaculadas. Llegó ahí después de haber hecho una solicitud en uno de esos sitios que ofertan vacantes laborales de “asesor financiero“; haberle dado clic a esa opción fue lo que lo tenía ahí.

Jorge se arregló desde temprano aquel lunes, para su entrevista en Bicurs (grupo financiero). Preparó café, lo puso en un termo y guardó un libro en su mochila. Se dirigiría con Juan, la persona que lo entrevistaría.

–Sí, joven, enseguida lo recibirá el señor Juan, si gusta esperarlo arriba–, le dijo la guardia a Jorge, mientras ojeaba el folder con sus documentos.

Juan llegó a la oficina y saludó a un joven que le daba un sorbo a su termo. Se saludaron y el oficinista encendió una computadora, tomó el teléfono y luego de unos segundos pidió que le abrieran la sala de juntas. Jorge fue invitado a entrar en la sala, al fondo, un proyector y una computadora encendida con una presentación en PowerPoint. Ahí Juan le explicó a Jorge la labor que desempeñaría, en caso de ser contratado.

 –¿Cuánto quieres ganar? –, le soltó a Jorge, quien al instante respondió que estaba en busca de un sueldo fijo.

–Bueno, este trabajo no involucra un sueldo. Aquí ganas por tus comisiones.

Pasó media hora, entre productos financieros, Juan le comentó a Jorge que se le aplicaría un examen breve (para probar su honestidad).

–Diles lo que quieren leer, y no tendrás problemas. Más tarde te tomarán tus documentos. ¿Traes todo? Ah… y tus datos para que firmes contrato.

Jorge se sentó frente a una computadora y resolvió el examen en unos minutos. La prueba incluyó preguntas como ¿Tomarías objetos de la oficina sin permiso y te los llevarías a tu casa? o ¿Has tenido conflictos en tu lugar de trabajo? Se levantó para ir a otra oficina en dónde registraron sus datos. Las empleadas que vio le parecieron un lenguaje distinto en sus gestos, rodeadas de un mobiliario que invitaba estar ahí el tiempo que dura una mosca en emprender vuelo.

Jorge sintió una punzada en el estómago, volvió con Juan, quien le anunció que su resultado de la prueba tardaría una hora. A 60 minutos de ser un asesor financiero, Jorge casi se terminó su café y leyó unas páginas del libro que traía. Juan salió de su oficina con el resultado de su prueba.

–Te quiero comunicar que has aprobado, Joel, mmm, digo, Jorge. Te esperamos mañana para hacerte otras pruebas.

Jorge se despidió, salió del edificio y echó una mirada al logotipo, tomó el resto de su café, que para ese entonces estaba frío, y negó con la cabeza.

  • Ilustración: Helena Pérez García